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El juego con muñecas: camino hacia la empatía y el desarrollo emocional, según Alberto Soler

¿Sabías que ese momento en el que tu hijo o hija habla solo mientras mueve una muñeca no es solo un juego? Según el psicólogo Alberto Soler, es un entrenamiento emocional real. «Está practicando cómo poner en palabras lo que otros sienten y piensan», afirma. Un estudio reciente de la Universidad de Cardiff, en colaboración con Barbie, le da toda la razón.

Mientras manipulan muñecas, los niños activan zonas del cerebro vinculadas con el pensamiento social, algo que no ocurre con las pantallas. Esta revelación no solo cambia la manera en que vemos el juego, sino que apunta directamente a una habilidad clave para la vida: la empatía.

¿Qué descubrió el estudio Cardiff-Barbie?

La investigación, realizada por la Universidad de Cardiff, analizó la actividad cerebral de más de 30 niños y niñas mientras jugaban con muñecas. Lo relevante fue que, en todos los casos, se activaba la región temporal posterior superior (pSTS), una zona implicada en la empatía y el pensamiento social. Esta activación se producía incluso cuando jugaban solos, sin ningún adulto o compañero cerca.

El experimento comparó estos resultados con lo que ocurría al jugar con tabletas. Y el hallazgo fue claro: las muñecas potencian funciones cognitivas más profundas que las pantallas táctiles.

Lenguaje emocional y activación cerebral

Los investigadores utilizaron escáneres cerebrales para observar en tiempo real cómo los niños procesaban los diferentes tipos de juego. El resultado fue tan rotundo como inesperado: mientras imaginaban conversaciones o cuidaban sus muñecas, se encendían áreas cerebrales que ayudan a entender qué sienten o piensan los demás. Algo así como un “simulador de relaciones humanas” en miniatura.

Alberto Soler lo explica así: «Cuando un niño o una niña juega con muñecas, está ensayando cómo interactuar con otros. Está desarrollando un vocabulario emocional, algo esencial para las relaciones futuras”.

El juego simbólico como entrenamiento de la empatía

Más allá de ser un pasatiempo, el juego simbólico —como hacer que una muñeca coma o llore— permite al niño ponerse en el lugar del otro. Es decir, practicar la empatía. Al tener que imaginar qué “siente” la muñeca, el niño está activando los mismos procesos que luego necesitará para relacionarse con los compañeros, profesores y familiares.

Este tipo de juego también estimula el lenguaje. Al poner en palabras lo que pasa con los juguetes, los pequeños están dando forma a su mundo emocional y social.

Soler explica por qué no se trata solo de entretenimiento

El psicólogo valenciano es claro: «Lo importante es que jueguen a juegos que permitan imaginar, explorar, simular interacciones. Las muñecas, como muchos otros juguetes, lo permiten de forma muy potente».

Soler destaca que este tipo de juego no es exclusivo de un género. Al contrario: “Cuando un niño juega con muñecas, no está haciendo algo de niñas, está entrenando habilidades fundamentales para su desarrollo emocional”. Y lo mismo aplica a las niñas que juegan con coches o construcciones.

¿Y otros tipos de juegos?

El estudio no menosprecia otros juegos, pero sí señala diferencias. Por ejemplo, jugar con construcciones también activa la creatividad y el razonamiento espacial, pero no estimula tanto el pensamiento social. Los juegos de tabletas, en cambio, suelen ser más pasivos y menos interactivos.

Para Soler, lo ideal es ofrecer una variedad: muñecas, figuras de acción, animales, juegos de roles. Todos tienen algo que aportar, siempre que inviten a imaginar y conversar.

Sin estereotipos: dejar elegir libremente

Uno de los grandes errores, según Soler, es limitar los juguetes por género. “Hay niñas a las que les encantan los dinosaurios, y niños que adoran vestir muñecas. Ambos están haciendo lo mismo: construyendo su mundo interior”, afirma.

También subraya que los adultos deben revisar sus propios prejuicios. «A veces somos nosotros quienes damos significado a un juego. Si vemos a un niño jugando con una muñeca y lo detenemos, le estamos diciendo que empatizar o cuidar no es masculino, cuando precisamente deberíamos fomentarlo”.

Recomendaciones prácticas para las familias

  • Ofrece variedad: muñecas, animales, construcciones, disfraces, cocinitas. Cuanto más amplio el repertorio, más habilidades se desarrollan.
  • Observa sin intervenir: deja que el niño guíe el juego, invente, imagine. No es necesario corregir ni dirigir.
  • Valida su manera de jugar: evita comentarios como “eso es de niñas” o “juega como un hombre”. El juego no tiene género.
  • Acompaña con interés: si el niño te invita a jugar, acepta. Pero también respeta su espacio cuando prefiera estar solo.
  • Desconecta pantallas: no se trata de demonizar la tecnología, sino de equilibrar. El juego simbólico necesita tiempo y calma.

Educar en empatía comienza por el juego

El mensaje es claro: el juego es mucho más que entretenimiento. Es el primer lenguaje emocional que los niños manejan. Y las muñecas, lejos de ser un símbolo obsoleto, pueden ser aliadas clave para formar personas empáticas, comunicativas y conscientes.

Alberto Soler lo resume con una frase: “Un niño que juega con muñecas está ensayando cómo ser buen amigo, buena pareja, buena persona”. Y quizá eso es justamente lo que más necesita nuestra sociedad.

¿Y tú, qué juegos ofreces en casa? Comparte, comenta y únete a la conversación. Educar comienza en el suelo del salón.

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