¿Por qué algunos políticos se sienten invencibles incluso cuando falsean datos tan fáciles de verificar como su currículum? La respuesta puede estar en un curioso fenómeno psicológico conocido como el efecto Dunning-Kruger. Esta distorsión cognitiva podría ser la clave detrás de uno de los comportamientos más desconcertantes de algunos líderes públicos: mentir… y creerse inmunes a las consecuencias.
La autopercepción distorsionada puede ser más peligrosa que la mentira deliberada. Cuando alguien sobreestima sus capacidades, suprime el juicio crítico y se expone sin miedo al escrutinio público. En política, esta mezcla puede ser explosiva.
¿Qué es el efecto Dunning-Kruger y cómo nos afecta?
En 1999, los psicólogos David Dunning y Justin Kruger de la Universidad de Cornell descubrieron que las personas con bajas habilidades en un área tienden a sobreestimar sus competencias. Paradójicamente, cuanto menos sabe alguien de un tema, más seguro se siente al respecto.
El sesgo no solo afecta la percepción individual: también impide que estas personas reconozcan su ignorancia, lo que las lleva a sostener opiniones erróneas con absoluta convicción. “La incompetencia roba a la gente la capacidad de reconocer su propia incompetencia”, afirmó Dunning en entrevistas posteriores.
El currículum como campo de batalla político
A lo largo de los años, numerosos políticos en diferentes países han sido sorprendidos inflando o falsificando sus antecedentes académicos y profesionales. Desde títulos universitarios inexistentes hasta másteres no cursados o méritos exagerados, los ejemplos abundan.
En muchos casos, el engaño fue fácilmente verificable. Sin embargo, el descaro con que defendieron su “verdad” reveló algo más profundo que una simple mentira: una autoconfianza desbordante que les hacía pensar que nunca serían desenmascarados… o que, si lo eran, podrían salir airosos.
¿Por qué creen que no los descubrirán?
Aquí es donde el efecto Dunning-Kruger cobra todo el sentido. Las personas atrapadas en esta trampa cognitiva no solo ignoran su ignorancia, sino que sobrevaloran su capacidad de engañar y subestiman la inteligencia de los demás. Es decir, no solo creen saber más de lo que realmente saben, sino que piensan que los demás no se darán cuenta.
Este patrón se acentúa en entornos donde el poder y la imagen lo son todo. En política, donde el prestigio y el relato personal son moneda de cambio, hay una fuerte presión por mantener apariencias, aunque eso implique distorsionar la realidad.
Lo que dicen los expertos
David Dunning, coautor del efecto, ha señalado en múltiples foros que el fenómeno es especialmente común en figuras públicas. “El poder puede aislar al individuo del feedback crítico. Y sin este feedback, es más fácil caer en la ilusión de competencia”, ha dicho.
Otros psicólogos advierten que este sesgo no se limita al ámbito político. Se manifiesta en la vida cotidiana, en la empresa, en las redes sociales… pero sus consecuencias públicas son más graves cuando se trata de quienes legislan, gobiernan o administran recursos colectivos.
Mentiras que pasan factura (o no)
Aunque muchos políticos han afrontado consecuencias por mentir en su CV, también hay casos donde el escándalo se ha diluido con el tiempo. Algunos incluso fueron reelegidos, lo que evidencia otro fenómeno paralelo: la tolerancia del electorado a ciertas formas de manipulación si estas se enmarcan dentro de un relato “carismático”.
Esto no exime de responsabilidad a quien miente. Pero sí plantea una pregunta incómoda: ¿cuánto influye nuestra propia percepción (y sesgo) como votantes a la hora de perdonar o ignorar estas mentiras?
La cultura de parecer frente a ser
Vivimos en una sociedad que premia la seguridad, el carisma y la narrativa por encima de la humildad y la autocrítica. En este contexto, el efecto Dunning-Kruger encuentra terreno fértil. Quien más ignora sus limitaciones puede proyectar más confianza… y eso puede ser suficiente para escalar en política.
¿Es este el entorno que queremos seguir reforzando? La verdadera competencia requiere reconocer los propios límites, pedir ayuda cuando es necesario y valorar la crítica como herramienta de mejora. La humildad es el primer paso hacia la verdad.
El autoengaño más peligroso
El problema no es solo mentir. Es creerse la mentira. Cuando los líderes políticos caen en esta trampa, arrastran con ellos equipos de trabajo, instituciones y, en última instancia, a la ciudadanía.
El efecto Dunning-Kruger no solo explica errores individuales, sino que alerta sobre una cultura que celebra la apariencia de saber sin cuestionar el fondo.
El conocimiento comienza con la duda
La próxima vez que alguien hable con absoluta certeza de todo —sin espacio para el error o la crítica— conviene recordar este efecto. Quizás no está demostrando sabiduría… sino su falta.
¿Has notado este fenómeno en tu entorno? ¿Crees que deberíamos ser más exigentes con la preparación de nuestros representantes públicos? Comparte tu opinión, reflexiona y, si este artículo te ha hecho pensar, no dudes en difundirlo.