A los treinta, una etapa que debería ser de consolidación y estabilidad, cada vez más personas se enfrentan a un engaño silencioso que afecta su bienestar emocional y su percepción de la vida. La psicología ha detectado una tendencia creciente entre adultos de 30 años que construyen una realidad basada en expectativas sociales que no coinciden con sus deseos y sentimientos reales.
Este fenómeno, conocido como el autoengaño generacional, afecta especialmente a aquellos que sienten que han cumplido con las metas externas que la sociedad impone —éxito profesional, pareja estable, seguridad económica— pero, internamente, experimentan un vacío o desconcierto que los lleva a cuestionar su identidad y felicidad. Según expertos, esta crisis no es solo una cuestión individual, sino el reflejo de un cambio social y psicológico profundo.
La trampa de las expectativas a los treinta
Las personas de 30 años suelen vivir bajo una presión constante por cumplir con una serie de hitos que la cultura moderna ha fijado como esenciales. El éxito profesional, formar una familia y alcanzar estabilidad económica se presentan como las metas ineludibles para lograr la «vida adulta ideal». Sin embargo, muchos no han reflexionado sobre si estos objetivos realmente representan lo que desean.
La psicóloga Marttinen explica que, a diferencia de generaciones anteriores, la formación de la identidad se ha extendido más allá de la adolescencia, llegando incluso a los treinta. Esto genera un desajuste en aquellos que persiguen cumplir un guion ajeno, sin conectar con sus propias aspiraciones. Como resultado, es común que estos adultos jóvenes sientan que están viviendo una versión impostada de sí mismos.
Comparación social: la vida de escaparate
Las redes sociales y el entorno amplifican esta sensación de desconcierto. La exposición constante a vidas aparentemente perfectas —con logros visibles y momentos felices— genera una comparación inevitable. Muchas personas de 30 años experimentan envidia o frustración al medir su realidad con la de sus iguales, lo que agrava la sensación de fracaso y autoengaño.
Este fenómeno de “vida de escaparate” genera una desconexión entre la imagen pública y la experiencia interna, lo que puede llevar a emociones como la vergüenza o la ansiedad. La necesidad de mantener esta fachada, por miedo al juicio social, perpetúa un ciclo de insatisfacción y alejamiento del propio yo.
Consecuencias emocionales del autoengaño
El autoengaño produce consecuencias emocionales profundas. En lugar de arrepentimiento, predominan sentimientos de vergüenza, envidia y desánimo, que pueden afectar la salud mental. Quienes lo experimentan suelen sentirse atrapados en una narrativa que no han elegido y, al mismo tiempo, temen abandonar las expectativas sociales por miedo a perder aceptación.
Los síntomas suelen manifestarse como desmotivación, ansiedad social o baja autoestima, y a menudo se acompañan de una crisis existencial que pone en duda los valores y elecciones vitales adoptadas hasta ese momento.
Cómo romper el ciclo: lo que aconseja la psicología
La psicología recomienda un enfoque de reconexión con lo esencial y la autenticidad. Marttinen sugiere que la clave está en prestar atención a pequeñas experiencias significativas, aquellas que realmente generan bienestar y satisfacción personal, en lugar de perseguir objetivos impuestos.
El proceso incluye reflexionar sobre qué valores y deseos propios han quedado olvidados, aceptar la incertidumbre como parte natural del crecimiento y aprender a redefinir el éxito según criterios personales y no externos. La psicóloga enfatiza que esta búsqueda puede iniciar cambios profundos, llevando a una vida más auténtica y plena.
¿Un problema nuevo o un viejo conocido?
Aunque pueda parecer una problemática actual, el autoengaño en la búsqueda de identidad no es exclusivo de nuestra época. La diferencia radica en que ahora este fenómeno es más visible debido a factores como la hiperconectividad y la velocidad de los cambios sociales. Las generaciones anteriores también enfrentaron crisis similares, pero bajo otras circunstancias y con diferentes expectativas.
En definitiva, la psicología nos invita a comprender que los treinta no deben ser una carrera por cumplir un guion social, sino un momento para descubrir y construir una identidad genuina, libre de engaños.
¿Estamos dispuestos a cuestionar lo que nos han vendido como éxito para encontrar aquello que realmente nos llena?
Si te sientes identificado o conoces a alguien que atraviesa este momento, te animamos a compartir esta información, comentar tu experiencia y comenzar un diálogo que nos ayude a construir vidas más auténticas y conscientes.