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Álvaro Bilbao, psicólogo: «La rabieta por quitar la tableta tiene una explicación biológica»

Las rabietas y los enfados de los niños cuando se les retira el móvil o la tableta son cada vez más comunes. Pero, ¿por qué reaccionan así? El psicólogo Álvaro Bilbao ofrece una explicación clara y fundamentada sobre este fenómeno que preocupa a muchas familias.

En la rutina diaria, no es extraño ver a un niño gritando o llorando cuando se le niega más tiempo frente a la pantalla. La frustración se dispara y la paciencia parece agotarse, tanto para padres como para hijos. Esta reacción tiene una base neuropsicológica que es necesario comprender para actuar con calma y eficacia.

¿Qué pasa en el cerebro del niño?

El cerebro infantil está en pleno desarrollo, especialmente las áreas relacionadas con el control emocional y la regulación de los impulsos. Cuando un niño utiliza dispositivos digitales, se estimula la liberación de dopamina, un neurotransmisor que genera sensación de placer y recompensa inmediata.

Este efecto hace que las pantallas funcionen como un potente estímulo, similar a una recompensa que el niño busca repetir constantemente. El problema surge cuando este estímulo se retira abruptamente. El cerebro, aún inmaduro, no gestiona bien la frustración ni el deseo insatisfecho.

Pantallas, dopamina y recompensa inmediata

Álvaro Bilbao explica que la tecnología móvil y las tabletas están diseñadas para captar y mantener la atención a través de recompensas constantes: sonidos, colores, movimientos y juegos que activan circuitos de placer cerebral. Esta activación produce una especie de adicción leve y reversible, que puede generar dependencia emocional.

Así, la retirada súbita del móvil o la tableta provoca un vacío que el niño siente como una pérdida real de placer. Su reacción no es un simple capricho, sino una respuesta biológica.

¿Rabieta o síndrome de abstinencia digital?

Los enfados intensos pueden ser interpretados como un «síndrome de abstinencia digital». Aunque no es una adicción clínica, sí es un patrón repetido de irritabilidad y ansiedad causado por la falta del estímulo digital esperado.

Síntomas comunes incluyen llantos inconsolables, gritos, pataletas y, en ocasiones, aislamiento momentáneo. Según Bilbao, estos comportamientos expresan malestar real y necesitan ser abordados con comprensión y firmeza.

Cuando las emociones sobrepasan el autocontrol

El psicólogo señala que la capacidad de autorregulación emocional en niños es limitada y se desarrolla con la edad y la práctica. El uso excesivo de pantallas puede debilitar este aprendizaje porque el niño se acostumbra a obtener gratificación inmediata sin esfuerzo.

Por eso, cuando se les quita el dispositivo, la frustración y la rabia superan sus mecanismos para gestionar la situación. Esto explica por qué a menudo los niños parecen «no poder controlarse».

Bilbao propone: así puedes actuar

El experto aconseja a los padres establecer límites claros desde el principio y ser constantes. Recomienda acompañar la retirada del móvil o tableta con explicaciones adecuadas a la edad y ofrecer alternativas atractivas que no dependan de la tecnología.

Una comunicación empática es clave: reconocer el enfado del niño y validar su emoción, pero sin ceder ante la rabieta. Así se enseña a tolerar la frustración, paso fundamental para su desarrollo emocional.

Volver al juego real: la propuesta del experto

Fomentar actividades que impliquen interacción física y social, como juegos al aire libre, lectura conjunta o manualidades, ayuda a desconectar del mundo digital y a fortalecer vínculos afectivos.

Estas experiencias reales activan otros circuitos cerebrales y desarrollan habilidades que las pantallas no pueden ofrecer, promoviendo un equilibrio saludable en la vida del niño.

Educar con límites, no con castigos

Bilbao insiste en que los premios y castigos no modifican el comportamiento a largo plazo. En cambio, los límites claros y la rutina estable generan seguridad y predictibilidad para el niño.

Eliminar el móvil o tableta no debe ser un castigo, sino una medida educativa que enseñe autocontrol y respeto hacia las normas familiares.

Volver a mirar a los ojos: la clave está en la conexión

Entender que el enfado no es un capricho sino una señal emocional permite a los padres responder con paciencia y cariño. ¿Y si el móvil no fuera el problema, sino la excusa para expresar una necesidad más profunda?

Construir un espacio de diálogo, tiempo de calidad y acompañamiento es la mejor estrategia para ayudar a los niños a crecer emocionalmente sanos, sin que la tecnología se convierta en un conflicto constante.

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