Hay frutas que pasan desapercibidas. Frutas que, a pesar de sus beneficios, aún no reciben el reconocimiento que merecen. Frutas que no tienen nombre de estrella, pero que esconden propiedades capaces de revolucionar nuestra salud. Hoy hablamos del caqui. Sí, esa fruta naranja, redonda y dulcísima que muchos confunden con un tomate de temporada. Pero no. No es un tomate. No es una calabaza. Y tampoco es una moda pasajera. Es un tesoro nutricional que, aunque lleva años entre nosotros, aún es una gran desconocida en muchos hogares catalanes.
El caqui, el oro rojo que Cataluña ignora
Aunque se cultiva principalmente en el País Valenciano, el caqui ha comenzado a abrirse paso tímidamente en los mercados y supermercados de Cataluña. Sin embargo, su presencia aún es testimonial. Pocas personas lo identifican, menos aún lo incluyen en su dieta, y son poquísimas las que conocen todo lo que puede aportar a nuestra salud. Y eso es un gran error. Porque el caqui es, sencillamente, una joya de temporada.
Durante años, en zonas como las Tierras del Ebro o el Bajo Campo, se ha cultivado a pequeña escala aprovechando el clima mediterráneo que tanto le favorece. Pero su consumo no ha seguido el mismo ritmo. Cataluña, tan abierta a nuevas tendencias gastronómicas, ha dejado de lado una fruta que lo tiene todo para triunfar: sabor, propiedades nutricionales y beneficios para el corazón.
Taninos, fibra y betacarotenos: el cóctel saludable que necesitas
El caqui no solo es sabroso. Es funcional. Sus taninos —sí, esos compuestos que parecen química— tienen propiedades antibacterianas, cicatrizantes y, atención, ayudan a reducir el colesterol. Lo dice el Ministerio de Agricultura y lo avalan estudios que han demostrado su efecto hipolipemiante y antioxidante.
Pero eso no es todo. Esta fruta contiene fibra en forma de pectina y mucílagos, responsables de su textura suave y gelatinosa. ¿El resultado? Un tránsito intestinal saludable y un efecto “esponja” que atrapa el colesterol en el sistema digestivo. En otras palabras: el caqui no solo endulza el otoño catalán, también limpia por dentro.
Dulce, muy dulce… pero sin sustos para la salud
Que su dulzura no te engañe. Aunque contiene hasta un 16% de azúcares naturales —glucosa y fructosa—, el caqui también es una bomba de agua (más del 80%) y fibra, que modula la absorción de los azúcares. Así, su consumo no provoca picos de glucemia como los productos ultraprocesados. Es ideal para personas con diabetes, siempre que no se consuma en forma de jugo, donde la fibra desaparece y el azúcar se dispara.
Provitamina A para blindar tu salud
¿Y qué decir de su contenido en betacarotenos? Un solo caqui mediano puede aportar hasta el 30% de la cantidad diaria recomendada de vitamina A. Y eso es oro puro. Esta vitamina es un potente antioxidante, que previene el envejecimiento celular, protege la visión y contribuye a mantener el sistema inmunológico en plena forma. En una tierra como Cataluña, donde la dieta mediterránea es patrimonio y orgullo, ¿por qué no aprovechar este regalo natural?
Tradición japonesa con alma catalana
En Japón, el caqui se convierte en arte gracias al hoshigaki, un proceso de secado al aire que concentra el sabor y lo transforma en una delicia milenaria. En Cataluña, con nuestras masías, el sol y la brisa marina, no es difícil imaginar una adaptación local de este ritual. Porque no se trata solo de comer bien. Se trata de reconectar con la tierra, de recuperar costumbres saludables, de mirar a Oriente para enriquecer lo que ya tenemos.
¿Por qué lo seguimos ignorando?
En los supermercados de Barcelona, Tarragona o Gerona encontramos aguacates, papayas y mangos de todo el mundo. Pero el caqui, con denominación de origen próxima y beneficios contrastados, casi no tiene espacio en las estanterías. ¿Será que aún no lo hemos descubierto de verdad? ¿Será que necesitamos que alguien nos lo diga claro?
Aquí lo tienes: el caqui es bueno. Muy bueno. Para el colesterol, para el azúcar en sangre, para la piel y para el corazón. No es un capricho estacional, es una herramienta de salud que deberíamos tener más presente.
La próxima vez que vayas al mercado…
No lo mires raro. No lo ignores. No lo dejes pasar. La próxima vez que veas un caqui en la frutería del barrio o en tu supermercado habitual, piénsalo dos veces. No es una fruta cualquiera. Es una joya nutricional. Es salud envuelta en piel naranja. Es una oportunidad para ti y para los tuyos. Y sobre todo, es hora de dejar de llamarla exótica. Porque ya está aquí, en Cataluña, esperando que la redescubramos.