Levantarse a las cuatro de la mañana no es un castigo, sino un ritual de disciplina para Mariló Montero. A sus 60 años, la periodista mantiene un hábito que sorprende a muchos: dedicar tres cuartos de hora diarios a la elíptica antes de que salga el sol.
La rutina, lejos de ser una moda pasajera, es parte de su filosofía de vida. En ella se mezclan constancia, equilibrio y una convicción profunda en el poder de la mente para sostener hábitos duraderos.
La disciplina de un despertar a las cuatro
Cada mañana, cuando la mayoría aún duerme, Mariló Montero ya ha comenzado su día. “Cada día me levanto a las cuatro de la mañana para dedicar tres cuartos de hora a la elíptica”, ha confesado en varias entrevistas. Este madrugar no responde a obligaciones laborales, sino a un compromiso personal con su bienestar.
Lo hace sin excusas, incluso en jornadas complicadas. En sus palabras, el secreto es la constancia, en no permitir que el cansancio o las tentaciones rompan la cadena. Su disciplina recuerda a la de los atletas de élite, pero adaptada a su vida cotidiana.
La escena es fácil de imaginar: una casa en silencio, la elíptica lista, y ella marcando el ritmo del día antes de que amanezca. Un gesto repetido que se ha convertido en parte de su identidad.
Elíptica, aeróbicos y mente fuerte
La elíptica es el pilar de su entrenamiento, pero no está sola. Mariló combina este ejercicio con rutinas aeróbicas, convencida de que el movimiento es la mejor inversión en salud. No busca exhibir resultados inmediatos, sino mantener la vitalidad con el paso de los años.
Su visión del deporte va más allá del físico. “El poder de la mente es lo que sostiene estos hábitos”, suele decir. Esta fuerza interior es la que le permite superar la pereza y mantener el compromiso incluso en los días más grises.
Cuando se excede con la comida, lejos de castigarse, ajusta la balanza con más actividad: “Si me paso con algo, me machaco más en el entrenamiento”. Una manera práctica de entender la disciplina sin convertirla en obsesión.
Comer bien, sin obsesionarse
La dieta mediterránea es su base diaria. Abundan en su mesa frutas, verduras, pescado y aceite de oliva. Se trata de una alimentación equilibrada, que combina sabor y salud. Pero Mariló no vive con rigidez extrema: permite algún capricho, siempre consciente de cómo compensarlo después.
No hay prohibiciones absolutas, sino un equilibrio inteligente. Este enfoque realista evita la frustración que generan las dietas estrictas y le permite mantener el hábito sin caer en excesos.
Al final, su ejemplo muestra que lo importante no es la perfección, sino la regularidad. Comer bien casi siempre y cuidarse con ejercicio diario acaba siendo mucho más efectivo que cualquier solución milagrosa.
El poder de la constancia a los 60
Cumplir 60 años no ha cambiado su perspectiva: más bien la ha reforzado. Mariló defiende que la edad no debe ser excusa para abandonar el cuidado personal. Cada sesión de ejercicio es una declaración de que el tiempo no es un límite, sino un reto a superar.
Su rutina demuestra que la fuerza de voluntad no se mide en músculos, sino en la capacidad de sostener hábitos a largo plazo. En este sentido, se convierte en una voz inspiradora para aquellos que creen que ya es tarde para empezar a cuidarse.
En ella hay un mensaje directo: el bienestar es posible si se trabaja con disciplina, constancia y confianza en uno mismo.
Más allá de la televisión
El interés por su rutina no es casualidad. Mariló Montero lleva décadas siendo una figura reconocida en la televisión española. Su paso por La mañana de La 1 en RTVE la convirtió en un rostro habitual de las mañanas en muchos hogares.
Su notoriedad hace que cualquier declaración tenga eco mediático. Pero lo que genera más simpatía es la coherencia entre lo que dice y lo que practica. No se trata solo de un consejo lanzado al aire, sino de una vida organizada alrededor de este compromiso.
La periodista ha pasado de ser noticia por sus programas a ser ejemplo por su manera de vivir. Un cambio de foco que refleja cómo la audiencia también busca referentes en salud y bienestar.
Un ejemplo de constancia que inspira a cualquier edad
A las cuatro de la mañana, cuando la mayoría aún sueña, Mariló Montero ya está escribiendo su propia historia de disciplina. Su rutina no es solo un hábito físico, sino una filosofía de vida que demuestra que la edad no limita la constancia.
Su mensaje es claro: no se trata de imitar exactamente sus horarios, sino de encontrar el espacio para cuidarse de manera realista y constante.
Y ahora la pregunta queda en el aire: ¿cómo organizas tú tu propio bienestar? La reflexión que deja Mariló es sencilla pero poderosa: la constancia diaria es el verdadero secreto para sentirse bien a cualquier edad.