El mito se desmonta con argumentos científicos.
La médica digestóloga María Muñoz ha puesto el foco en un error común: creer que más proteína implica siempre más músculo.
En realidad, sin actividad física que lo justifique, este exceso puede acabar como grasa corporal.
Su advertencia ha sido clara y ha generado reacciones en redes y medios especializados.
¿De dónde surge el mito sobre la proteína y la grasa?
Durante los últimos años, las dietas hiperproteicas han ganado popularidad. Desde el auge del fitness digital hasta la proliferación de suplementos proteicos en los supermercados, muchos han asumido que aumentar la ingesta de proteína es sinónimo de “ponerse fuerte”.
El mensaje es seductor: más proteína, más músculo. Pero esta relación directa no siempre se cumple. Influencers, gurús del entrenamiento e incluso algunas campañas publicitarias han reforzado la idea de que el simple hecho de consumir proteína impulsa el crecimiento muscular, incluso sin moverse del sofá.
Este mito ha arraigado especialmente en personas que quieren perder grasa o “tonificar” sin cambiar radicalmente su estilo de vida. Sin embargo, el cuerpo humano funciona con normas muy diferentes.
Lo que dice María Muñoz: “Más barriga, no más músculo”
“Si crees que más proteína equivale a más músculo, la respuesta es: depende. Si no haces ejercicio, equivaldrá a más barriga”. Así lo expresó la doctora Muñoz en una entrevista reciente, donde desmontó con claridad uno de los errores más comunes en nutrición moderna.
En las redes sociales, sus declaraciones se hicieron virales. Muchos aplaudieron su franqueza. Otros se sorprendieron al descubrir que, sin entrenamiento, ese batido post-gym podría estar jugando en contra.
“La proteína es un nutriente esencial, pero no mágico”, explicó. “No sirve de nada aumentar la dosis si no estás generando una demanda que justifique su uso en el cuerpo”.
Con este mensaje, Muñoz no rechaza el consumo de proteínas, sino la lógica del exceso sin contexto, muy extendida en la cultura de la inmediatez.
La fisiología detrás del mito: ¿se convierte o no se convierte?
Desde el punto de vista fisiológico, el cuerpo humano no convierte automáticamente la proteína en grasa. Pero eso no significa que el mito sea del todo falso.
Cuando se consume más proteína de la que el cuerpo necesita, y especialmente si el gasto calórico es bajo, el organismo tiene varias rutas disponibles:
- Puede oxidar la proteína como fuente de energía.
- Puede convertir parte de sus componentes en glucosa, mediante un proceso llamado gluconeogénesis.
- Y si aún hay exceso energético, puede almacenar esa energía como grasa corporal.
Es decir, no es que la proteína tenga una vía directa hacia los depósitos de grasa. Pero si se produce un superávit calórico —es decir, si se come más de lo que se gasta— este exceso, venga de donde venga, puede acabar en forma de grasa.
Lo que marca la diferencia no es solo el nutriente, sino el contexto metabólico: gasto calórico, tipo de actividad física, masa muscular, edad, entre otros factores.
Además, para que la proteína contribuya al desarrollo muscular, es imprescindible que haya un estímulo físico —especialmente el entrenamiento de fuerza— que active la síntesis proteica. Sin este estímulo, el cuerpo no tiene motivo para crear nuevo músculo.
No todo es blanco o negro: los matices de una verdad incómoda
¿Toda la proteína que consumes sin hacer ejercicio se convierte en grasa? No.
¿Puede pasar si hay exceso energético y sedentarismo? Sí.
Esta es la incomodidad del mito: contiene una parte de verdad, pero dicha de forma absoluta, se vuelve engañosa.
Cada cuerpo tiene una capacidad diferente para aprovechar los nutrientes. Una persona activa, con buena masa muscular y metabolismo acelerado, puede tolerar una ingesta más alta de proteínas sin acumular grasa.
Pero alguien sedentario, con bajo gasto energético, puede convertir este exceso en grasa con más facilidad.
Por eso, los especialistas insisten en una dieta personalizada, ajustada al nivel de actividad y a los objetivos reales de cada persona. No se trata de tener miedo a la proteína, sino de consumirla con conciencia.
Proteína sí, pero con conciencia y movimiento
El mensaje de fondo es simple pero potente: la proteína no construye músculo por sí sola.
Es una herramienta, no un camino rápido. Y como toda herramienta, su efectividad depende del uso que se le dé.
Antes de duplicar las raciones de carne, agregar una segunda cucharada de proteína en polvo o seguir una dieta de moda, pregúntate: ¿estoy haciendo algo que justifique este aumento?
En palabras de la doctora Muñoz: “Comer proteína sin hacer ejercicio es como comprar ladrillos sin construir nada. Se acumulan, pero no forman músculo”.
¿Y tú, qué piensas? ¿Has caído alguna vez en este mito?
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