¿Podemos envejecer con más salud a través de lo que comemos? Enrique Alcobendas explica cómo una dieta bien planificada puede ayudarnos a vivir más y mejor. Descubre los secretos nutricionales para un envejecimiento saludable.
En un mundo donde el envejecimiento preocupa cada vez más, la pregunta sobre cómo podemos vivir más años y hacerlo con salud toma una relevancia especial. Enrique Alcobendas desglosa las claves para entender cómo lo que comemos impacta en nuestras células, nuestro riesgo de enfermedades y nuestra calidad de vida. Una mirada científica, pero cercana, que nos invita a repensar nuestra dieta diaria.
Dieta vegetal y longevidad
«La población más longeva del mundo es vegetariana estricta.» Con esta frase, Enrique Alcobendas nos lleva directamente al corazón del debate: el vínculo entre dieta y longevidad. No se trata de un dato aislado ni de un argumento simplista. Tal como él mismo advierte, la longevidad no depende solo de la dieta, pero la evidencia sugiere que tiene un papel clave.
Los adventistas del séptimo día de Loma Linda, conocidos por su elevada esperanza de vida, son un laboratorio natural de esta relación. En este grupo hay omnívoros, ovolactovegetarianos, pescovegetarianos y vegetarianos estrictos. Según Alcobendas, son estos últimos los que viven más tiempo. Esta diferencia, combinada con otras líneas de investigación, apunta con claridad: una dieta basada en plantas, bien planificada y suplementada adecuadamente (con vitamina B12 y posiblemente yodo), podría ser la mejor manera de maximizar nuestra esperanza de vida. La suplementación con yodo sería conveniente en caso de reducir mucho la sal.
Los adventistas del séptimo día de Loma Linda, conocidos por su elevada esperanza de vida, constituyen un laboratorio natural para estudiar la relación entre dieta y longevidad. En este grupo conviven omnívoros, ovolactovegetarianos, pescovegetarianos y vegetarianos estrictos. Según Alcobendas, son estos últimos los que viven más tiempo. Esta diferencia, respaldada por otras líneas de investigación, apunta con claridad que una dieta basada en plantas, bien planificada y suplementada adecuadamente (con vitamina B12 y, en algunos casos, yodo), podría ser la mejor manera de maximizar nuestra esperanza de vida. La suplementación con yodo sería especialmente conveniente si se reduce mucho el consumo de sal. Esta conclusión es coherente con los resultados del Adventist Health Study 2, que mostraron una menor mortalidad entre aquellos que seguían patrones dietéticos vegetarianos estrictos (Orlich MJ, Singh PN, Sabaté J, Jaceldo-Siegl K, Fan J, Knutsen S, Beeson WL, Fraser GE. Vegetarian dietary patterns and mortality in Adventist Health Study 2. JAMA Intern Med. 2013;173(13):1230–8. doi:10.1001/jamainternmed.2013.6473).
El patrón es claro: verduras, frutas, cereales integrales, frutos secos, legumbres y tubérculos son la base. Son alimentos que aportan fibra, antioxidantes y fitonutrientes que protegen contra el daño celular, la inflamación y las enfermedades crónicas. No son alimentos milagrosos, pero juntos componen una estrategia poderosa para frenar el envejecimiento.
Reducir o sustituir proteínas animales
Uno de los temas más controvertidos en nutrición es el papel de las proteínas animales. ¿Hay que eliminarlas? ¿Reducirlas? Alcobendas ofrece una respuesta matizada: no se trata de demonizarlas, sino de entender las comparaciones. «La nutrición es una ciencia que funciona a base de comparaciones.»
No comer carne implica necesariamente comer otra cosa en su lugar. La pregunta es: ¿qué ponemos en su lugar? Si sustituimos carnes rojas o procesadas (bacon, embutidos) por carnes magras como el ave o el pescado, hay un beneficio claro para la salud. Pero el salto más grande en salud se logra cuando se reemplazan estas fuentes animales por proteínas vegetales como legumbres, frutos secos o cereales integrales.
Esto no es teoría. Estudios como el OMNIVEG, liderado por el investigador español Miguel López Moreno, han demostrado mejoras significativas en marcadores de salud cuando se hace este cambio. Menor colesterol, menos inflamación, mejor control de la glucosa. Todos estos indicadores se traducen en un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y, por tanto, en una mayor esperanza de vida.
En palabras de Alcobendas: «si reducimos el consumo de estos alimentos animales por fuentes de proteína vegetal, los marcadores de salud mejoran sustancialmente.» Comer más legumbres no es solo bueno para el planeta: es bueno para nosotros.
Grasas saludables para un envejecimiento feliz
No todas las grasas son iguales. Alcobendas lo deja claro: «Las grasas son necesarias para la vida, ya que cumplen funciones fisiológicas esenciales.» Pero la clave está en el tipo de grasa que elegimos. Las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas de origen vegetal son auténticos aliados del envejecimiento saludable.
¿Dónde las podemos encontrar? En alimentos cotidianos y deliciosos como frutos secos, aguacates, semillas y nuestro querido aceite de oliva. Estas grasas no solo aportan energía: participan en procesos celulares críticos, ayudan a mantener las membranas celulares flexibles y reducen la inflamación crónica.
Por el contrario, las grasas trans y saturadas (presentes en ultraprocesados, mantequillas, mantecas o aceites de coco) pueden acelerar el deterioro de la salud. Alcobendas advierte sobre su popularidad en dietas de moda como la cetogénica o la paleolítica, pero recuerda que estas grasas se asocian con un riesgo más alto de enfermedades como el Alzheimer o la diabetes. Si queremos un envejecimiento saludable —y feliz— hay que priorizar las grasas saludables y minimizar las nocivas.
El enemigo silencioso: azúcar y ultraprocesados
Quizás uno de los apartados más claros de la advertencia de Alcobendas es el dedicado al azúcar y los ultraprocesados. «El consumo de azúcar y productos ultraprocesados… tiene un impacto muy nocivo en nuestra salud.» No se trata solo de calorías vacías o caries dentales: el daño va mucho más allá.
Ingerir bebidas azucaradas, bollería industrial, snacks fritos o procesados con frecuencia desencadena procesos celulares nocivos. Provoca estrés oxidativo, daño en las mitocondrias (las fábricas de energía de las células) y reacciones de glicación que deterioran proteínas y estructuras celulares. El resultado es una inflamación crónica de bajo grado, ese enemigo silencioso que aumenta el riesgo de cáncer y otras enfermedades degenerativas.
Reducir estos productos no es un consejo elitista ni exagerado: es una estrategia esencial para frenar el envejecimiento prematuro. Es optar por salud celular, por un organismo menos inflamatorio y más resiliente. Es dar a nuestras células lo que necesitan para funcionar de manera óptima durante más tiempo.
Elige hoy el futuro que deseas
Envejecer es inevitable, pero cómo lo hacemos depende en gran parte de nuestras decisiones diarias. Como muestra Enrique Alcobendas, la alimentación no es solo un factor más: es uno de los más poderosos. Escoger alimentos vegetales integrales, priorizar grasas saludables, reducir proteínas animales a favor de fuentes vegetales y limitar el azúcar y los ultraprocesados no son sacrificios: son inversiones en nuestro futuro.
Hoy puedes decidir qué poner en tu plato. Puedes hacerlo pensando en sabor, en tradición, en placer, pero también en salud y longevidad. Porque cada comida es una oportunidad de cuidarte y de honrar el cuerpo que te sostiene.
¿Qué cambios te planteas hacer? Te animo a reflexionar, a compartir tus ideas y a unirte a una conversación necesaria sobre el envejecimiento saludable. Porque vivir más años solo tiene sentido si también vivimos mejor.