La clave está en la combinación precisa de ingredientes saciantes y funcionales.
Después del verano, muchas personas buscan formas eficaces de eliminar los excesos acumulados. Según la entrenadora y experta María Amador, hay un plato que reúne todo lo necesario: proteínas de calidad, fibra, grasas saludables e hidratos de carbono complejos. Pero no se trata solo de los ingredientes, sino de cómo se combinan para crear una comida equilibrada, saciante y sostenible.
La comida estrella para perder grasa abdominal
El plato que propone María Amador se basa en un equilibrio inteligente de nutrientes. Su receta ideal está compuesta por una base de vegetales de hoja verde, una fuente de hidratos complejos como la quinoa, huevo duro y tiras de pollo como proteínas principales, y un toque de queso curado (como el Grana Padano) que aporta sabor y grasas saludables.
Esta combinación no es casual. Los vegetales de hoja verde (espinacas, rúcula, canónigos) aportan fibra, volumen y pocas calorías, ayudando a generar saciedad sin exceso energético. La quinoa proporciona hidratos de carbono de índice glucémico bajo, que estabilizan la energía y reducen picos de insulina. Las proteínas del pollo y el huevo tienen un alto efecto térmico, lo que significa que el cuerpo gasta más energía para digerirlas.
El queso curado, aunque calórico, se utiliza en pequeñas cantidades para dar placer al paladar y evitar la sensación de “estar a dieta”. En conjunto, este plato cumple tres funciones clave: nutre, sacia y evita los antojos.
¿Por qué funciona esta combinación?
La efectividad de este tipo de comida no es solo una intuición personal, sino que se basa en principios bien documentados. Primero, la gran cantidad de proteínas aumenta el efecto térmico de los alimentos: el cuerpo quema más calorías para procesarlos. Además, estos nutrientes ayudan a conservar masa muscular mientras se pierde grasa.
La fibra y el agua de los vegetales no solo ayudan al tránsito intestinal, sino que también retrasan la absorción de los azúcares presentes en los hidratos de carbono, evitando subidas bruscas de glucosa. Esta estabilidad es clave para reducir la acumulación de grasa abdominal, una de las zonas más sensibles a los desequilibrios hormonales generados por la alimentación.
Finalmente, al ser un plato visualmente abundante pero con buena densidad nutricional, el cerebro recibe señales de saciedad más intensas, lo que facilita reducir el picoteo o las comidas compulsivas posteriores.
¿Y qué pasa con el desayuno y la cena?
Aunque esta comida puede ocupar el almuerzo o la cena principal, Amador sugiere acompañarla con otras opciones estratégicas durante el día. Para el desayuno, recomienda una mezcla de avena con proteína en polvo y arándanos. Esta combinación ofrece energía de liberación sostenida, antioxidantes naturales y una buena dosis proteica desde primera hora.
Para la cena, propone un plato ligero pero completo: tomates al horno rellenos con una mezcla de huevo y atún, acompañados de mozzarella ligera. Esta opción aporta saciedad con pocas calorías, ideal para terminar el día sin sensación de vacío pero sin saturar el sistema digestivo antes de dormir.
Con estas tres comidas clave —desayuno, comida central y cena ligera— se establece un patrón alimentario que no solo ayuda a reducir grasa abdominal, sino que también enseña al cuerpo a regular el hambre de manera natural.
Claves para mantener los resultados sin efecto rebote
Más allá de una receta puntual, María Amador insiste en que la clave es la consistencia. No se trata de entrar en modo restrictivo durante una semana y luego volver a los excesos. Su enfoque busca crear hábitos sostenibles, donde el placer por comer no se pierda pero se mantenga bajo control.
Algunos de sus consejos incluyen planificar los menús semanales, tener snacks saludables a mano (como su “brownie fit” con proteína y cacao), y evitar alimentos ultraprocesados que sabotean el progreso sin aportar valor nutricional.
Además, recomienda integrar movimiento físico diario, aunque sea de baja intensidad, como caminatas largas o rutinas de movilidad, para complementar el trabajo alimentario.
Más que una dieta, un método que sí sacia
“No es magia ni restricción extrema”, dice Amador. “Es sentido común nutricional y constancia”.
Con un enfoque basado en la saciedad, el equilibrio y la practicidad, esta experta redefine qué significa “comer para perder grasa”.
¿Te animas a probar esta fórmula equilibrada? Cuéntanos tu experiencia o compártela con alguien que la pueda necesitar.