El calor extremo no solo es incómodo, sino que puede ser letal. Las olas de calor se han convertido en una amenaza real para la salud pública en Cataluña. Entender cómo reacciona tu cuerpo y saber cómo protegerte es clave para evitar riesgos graves.
Las olas de calor en Cataluña son cada vez más frecuentes e intensas, con temperaturas que superan los 40 ºC en muchas zonas. Estos episodios no solo incomodan, sino que alteran de manera peligrosa el equilibrio de nuestro organismo. Los investigadores advierten que conocer los límites del cuerpo y aplicar estrategias de protección puede marcar la diferencia entre el malestar y un golpe de calor potencialmente mortal.
El calor y tu metabolismo
Cuando el termómetro se dispara, tu cuerpo se ve forzado a trabajar mucho más para mantener la temperatura interna estable. Esto implica un aumento de la tasa metabólica, similar a lo que ocurre al estar en una sauna. El organismo activa sus sistemas de regulación térmica para liberar el calor sobrante, principalmente mediante la sudoración.
Sin embargo, este esfuerzo tiene un costo elevado. La sudoración constante provoca una rápida pérdida de agua y sales minerales, aumentando el riesgo de deshidratación. Cuanto más calor hace, más difícil resulta para el cuerpo mantenerse fresco sin un aporte constante de líquidos. La deshidratación, a su vez, reduce la capacidad de regular la temperatura, creando un círculo vicioso peligroso.
En ambientes muy calurosos y húmedos, la sudoración pierde eficacia porque el vapor de agua en el aire impide que el sudor se evapore. El cuerpo ya no puede enfriarse correctamente, y la temperatura interna comienza a subir. Si no se corrige a tiempo, este proceso puede derivar en un golpe de calor con consecuencias potencialmente mortales.

Riesgos cardiovasculares ante temperaturas extremas
El corazón también sufre en episodios de calor extremo. Para facilitar la disipación del calor, los vasos sanguíneos se dilatan y la frecuencia cardíaca se eleva. Este mecanismo busca transportar más sangre a la superficie de la piel para liberar calor, pero exige un trabajo extra del corazón.
En personas jóvenes y sanas, este ajuste suele tolerarse bien, aunque puede provocar fatiga e incomodidad. Sin embargo, en personas mayores, niños o pacientes con patologías crónicas, el esfuerzo cardiovascular puede ser peligroso. La combinación de calor, deshidratación y aumento de la frecuencia cardíaca eleva el riesgo de síncopes, descompensaciones e incluso episodios graves como infartos.
Estudios recientes demuestran que la respuesta del corazón al calor no es igual para todos. Factores como la edad, el género o la condición física influyen en la capacidad de adaptación. Por ello, las recomendaciones preventivas deben adaptarse a cada perfil, con especial atención a los grupos más vulnerables.
Límites críticos de resistencia humana
¿Hasta dónde puede soportar el cuerpo humano el calor extremo? Según expertos, una persona sana y bien hidratada podría resistir temperaturas de hasta 46 ºC en condiciones de baja humedad. En estos escenarios, la sudoración es más eficiente, ayudando a mantener la temperatura interna estable.
Pero la realidad es más compleja. Cuando la humedad relativa es alta, el sudor se evapora mal y la capacidad de enfriamiento del cuerpo disminuye drásticamente. Las olas de calor húmedas son, por ello, las más peligrosas. A 35 ºC con alta humedad, el cuerpo puede entrar en colapso incluso en reposo, ya que no logra perder el calor necesario para mantener sus funciones vitales.
La exposición prolongada a estas condiciones provoca fallos progresivos en los sistemas de regulación. El golpe de calor aparece cuando la temperatura corporal supera los 40–41 ºC, desencadenando daños en órganos vitales y afectando el sistema nervioso central. Sin una intervención rápida (hidratación, enfriamiento, atención médica), las consecuencias pueden ser fatales.
Consejos prácticos para protegerte del calor
Beber agua regularmente es la primera barrera de defensa. Se recomienda evitar bebidas alcohólicas o con mucha cafeína, ya que aumentan la deshidratación. Hay que anticiparse a la sed, bebiendo de manera constante durante el día.
Ropa adecuada: utiliza prendas ligeras, amplias y transpirables. Los colores claros reflejan más la luz solar y reducen la absorción de calor. Protege la cabeza con gorras o sombreros de ala ancha para reducir la exposición directa.
Limitar la actividad física intensa en las horas centrales del día es esencial. Entre las 12 y las 18 horas, el sol y la temperatura alcanzan su máximo, aumentando los riesgos. Siempre que sea posible, permanece en espacios frescos, busca la sombra o utiliza ventiladores y aire acondicionado.
Planificar actividades al aire libre en horarios matinales o al atardecer ayuda a reducir la exposición. Para niños y personas mayores, es especialmente importante ajustar rutinas y garantizar descansos frecuentes en lugares frescos.
Vigilar señales de alerta: mareos, confusión, piel enrojecida y seca, náuseas o dolor de cabeza pueden ser signos de golpe de calor. Ante estos síntomas, se debe actuar de inmediato: trasladar a la persona a un lugar fresco, aplicar paños húmedos, darle agua si está consciente y pedir ayuda médica.
Protege tu salud este verano
Las olas de calor no son fenómenos anecdóticos: son parte del cambio climático y han venido para quedarse. Entender cómo afecta el calor extremo a tu organismo es clave para prevenir emergencias.
Este verano, no subestimes el calor. Comparte estos consejos con amigos y familiares, protege a los más vulnerables y actúa con responsabilidad. Entre todos podemos reducir los riesgos y adaptarnos a un clima cada vez más extremo.