El mito del ‘callo solar’ ha sido desmontado por Teresa Abalde, jefa de Dermatología del CHUP, quien lanza una advertencia rotunda: “No existe el callo solar, existe el daño solar acumulado”.
En plena temporada de playa y montaña, la dermatóloga alerta sobre los peligros reales del sol. Explica por qué la piel tiene “memoria” y cómo este daño invisible se acumula con los años. Su consejo no es solo para quienes están de vacaciones, sino para toda la población: proteger la piel no es una opción estética, sino un acto de salud pública.
¿Qué es el supuesto ‘callo solar’?
La idea de que la piel se endurece o se “acostumbra” al sol es un mito persistente. Aún hay quienes creen que broncearse progresivamente protege de quemaduras.
“No existe el callo solar, existe el daño solar acumulado”, insiste Teresa Abalde. Lo que realmente ocurre es que la piel genera más melanina en un intento de proteger el ADN celular. Pero este bronceado no es salud, sino una señal de alarma: indica daño previo.
La piel que se oscurece no se hace más fuerte frente al sol. Al contrario, acumula lesiones microscópicas que se suman día tras día, año tras año, hasta aumentar drásticamente el riesgo de cáncer cutáneo.
El verdadero daño: acumulativo e irreversible
El sol emite radiación ultravioleta (UV) que penetra en las capas de la piel, dañando el ADN de las células. Aunque una quemadura solar parezca curada, el daño celular permanece.
La dermatóloga explica que la piel tiene memoria: cada exposición excesiva suma lesiones irreversibles. Este proceso, silencioso, puede derivar en manchas, arrugas prematuras y, en el peor de los casos, tumores malignos como el melanoma.
“El problema no es solo la quemadura visible. Es el daño acumulado que se manifiesta décadas después”, advierte Abalde. De hecho, muchos diagnósticos de cáncer cutáneo en adultos mayores están relacionados con exposiciones prolongadas durante la infancia y la juventud, cuando menos se protegía la piel.
Medidas de prevención y protección recomendadas
Ante este panorama, Teresa Abalde subraya la necesidad de extremar la prevención. No se trata de evitar el sol por completo, sino de exponerse de manera segura.
Las principales recomendaciones son claras:
- Evitar las horas centrales del día, especialmente entre las 12:00 y las 16:00.
- Buscar sombras naturales o artificiales.
- Utilizar ropa protectora: camisetas de manga larga, sombreros de ala ancha, gafas con filtro UV.
- Aplicar protector solar de SPF 30 o superior, de amplio espectro (UVA y UVB).
- Reaplicar cada dos horas, o después de bañarse o sudar mucho.
Además, la especialista insiste en la educación infantil, ya que la infancia es la etapa más crítica: “El 80% del daño solar se produce antes de los 18 años.” Enseñar a los niños hábitos de fotoprotección es una inversión en salud a largo plazo.
La importancia de la concienciación
El mensaje de Abalde no es alarmista, sino realista. Cada verano, miles de personas subestiman el poder del sol. La cultura del bronceado sigue viva, alimentada por modas y redes sociales.
Pero la ciencia es clara: no existe bronceado saludable. La melanina no es un escudo perfecto, y quien presume de “no quemarse nunca” también sufre daño acumulado.
“Es necesario desterrar la idea de que ponerse moreno es sinónimo de salud o belleza. Es un daño progresivo que algún día puede pasar factura.”
Su consejo es directo: la protección solar no es un lujo ni una opción, sino una herramienta esencial de prevención sanitaria, como vacunarse o lavarse las manos.
Cuidar tu piel hoy es proteger tu salud mañana
La advertencia de Teresa Abalde es clara y necesaria: “No existe el callo solar, existe el daño solar acumulado.”
Cada vez que nos exponemos sin protección, la piel suma heridas invisibles que no olvidará. Por eso, la clave es la prevención, la educación y la conciencia.
¿Estás preparado para cambiar tu relación con el sol? Cuida tu piel hoy, enseña a tus hijos a hacerlo y comparte esta información para que más personas entiendan que protegerse del sol es proteger la salud para toda la vida.
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