Con más de dos décadas de experiencia en ginecología regenerativa y medicina de la longevidad, promueve una nueva manera de entender la salud femenina: envejecer mejor, con ciencia, constancia y autoconocimiento.
En su consulta de Madrid, Gennaro atiende a mujeres que no buscan solo “parecer jóvenes”, sino mantener energía, equilibrio hormonal y bienestar duradero. Desde su visión de la medicina antiaging, combina tratamientos médicos avanzados con una fórmula sencilla pero exigente: hábitos, disciplina y coherencia. “Mi consulta es una consulta de disciplina”, afirma. “Te pediré que comas de una manera especial, que hagas ejercicio y que duermas de una determinada forma.”
La ginecología del futuro: regenerar, no solo prevenir
Durante años, la ginecología se ha centrado en la prevención de enfermedades y la atención de patologías reproductivas. Pero la Dra. Natalia Gennaro propone una evolución necesaria: pasar de prevenir a regenerar. Su práctica médica une la ginecología tradicional con la medicina regenerativa, enfocándose en mantener tejidos, hormonas y metabolismo en condiciones óptimas, no solo en tratarlos cuando fallan.
Desde su Instituto de Ginecología Regenerativa y su proyecto Club Antiaging, Gennaro impulsa protocolos que integran terapias láser, radiofrecuencia, cirugía laparorobótica, factores de crecimiento y hormonas bioidénticas. Estas técnicas buscan recuperar la funcionalidad del cuerpo femenino, especialmente en etapas como la perimenopausia o la menopausia, cuando muchas mujeres notan descensos de energía, sequedad, irritabilidad o pérdida de deseo.
Su mensaje es claro: envejecer no significa rendirse. La medicina moderna permite acompañar cada etapa vital con herramientas seguras, personalizadas y naturales. “La medicina debe acompañar los años, no corregirlos desde el miedo”, resume.

Hormonas, metabolismo y emociones: el triángulo invisible del envejecimiento
El envejecimiento femenino no se explica solo por los años, sino por una combinación de factores que a menudo pasan desapercibidos. Gennaro los llama “el triángulo invisible del envejecimiento”: hormonas, metabolismo y emociones.
Las hormonas, especialmente el estrógeno, la progesterona y la testosterona, regulan el sueño, la memoria, la energía, la piel y el estado de ánimo. Cuando disminuyen, todo el organismo se ralentiza. “Podemos beneficiarnos de mantener nuestras hormonas en niveles fisiológicos óptimos, con seguridad”, explica la doctora. Para ella, reajustar el equilibrio hormonal no es un lujo estético, sino una decisión de salud integral.
A este triángulo se le añade el metabolismo. El exceso de azúcar, la inflamación silenciosa o el estrés oxidativo aceleran el envejecimiento celular. Por ello, la Dra. Gennaro insiste en una alimentación antiinflamatoria, rica en proteínas de calidad, grasas saludables y vegetales. Y, finalmente, el componente emocional: el estrés crónico y la falta de descanso alteran las hormonas tanto como una mala dieta.
Su enfoque es global: “No puedes mejorar la piel si duermes mal. No puedes tener energía si comes azúcar todo el día. No puedes equilibrar hormonas si vives con ansiedad constante.” Cada parte del cuerpo responde a una red de señales biológicas que hay que armonizar.
Disciplina y hábitos: el secreto que ninguna crema puede sustituir
Si hay una palabra que define el método de la Dra. Gennaro, es disciplina. A diferencia de la medicina reactiva, que espera que algo se rompa para repararlo, su consulta entrena a las pacientes para tomar el control de su biología.
“Envejecer bien requiere disciplina. No hay milagros, hay constancia”, repite. Su programa antiaging se basa en cuatro pilares: alimentación, ejercicio, descanso y gestión emocional.
El primero, la alimentación, es la base. Recomienda reducir azúcares, ultraprocesados y alcohol, priorizando alimentos naturales y horarios regulares. El segundo pilar, el ejercicio, debe adaptarse a cada edad: entrenamientos de fuerza para preservar masa muscular, cardio moderado para la salud vascular y movilidad consciente para mantener flexibilidad y postura.
El tercer elemento es el sueño. Dormir menos de siete horas de calidad altera hormonas clave como la melatonina o el cortisol. “El sueño es el tratamiento antiaging más poderoso y gratuito que existe”, afirma.
Finalmente, la gestión emocional: Gennaro incorpora técnicas de mindfulness, respiración o meditación para reducir el impacto del estrés. “El envejecimiento también pasa por cómo vivimos el tiempo”, reflexiona.
Su filosofía destierra la idea de que el paso de los años se combate con cosmética o cirugía estética. “Las cremas pueden ayudar, pero ninguna sustituye los hábitos. La piel refleja lo que haces cada día, no lo que te pones encima.”

Un cambio cultural: mujeres que deciden envejecer mejor
Más allá de la medicina, el trabajo de la Dra. Natalia Gennaro impulsa un cambio social. En su consulta, muchas pacientes llegan convencidas de que “ya es tarde” para mejorar su cuerpo o su ánimo. Pero salen con una nueva idea: envejecer mejor es posible a cualquier edad.
El movimiento antiaging que ella representa va más allá del rejuvenecimiento. Habla de longevidad con propósito, de vivir más tiempo pero con fuerza, deseo y lucidez. En este sentido, su “Club Antiaging” no es solo un espacio médico, sino una comunidad de mujeres que aprenden, comparten rutinas y transforman su relación con el envejecimiento.
Gennaro señala que las nuevas generaciones comienzan a ver la edad como una etapa activa, no como un final. “Cada década puede ser la mejor, si sabemos acompañarla biológicamente”, asegura. Su mensaje conecta con un cambio cultural en el que la madurez ya no se asocia con pérdida, sino con poder personal y conocimiento.
“La edad no se detiene, pero se gestiona”
Para Natalia Gennaro, el envejecimiento no es una batalla que se gana con bisturí ni con promesas vacías. Es un proceso que se aprende a gestionar con educación, constancia y ciencia. Su enfoque busca empoderar a las mujeres para que entiendan que su salud depende, en gran parte, de lo que hacen cada día.
“Las mujeres pueden envejecer mejor, pero hay que cambiar hábitos con disciplina”, resume. Y detrás de esta frase hay una invitación poderosa: dejar de esperar soluciones externas y comenzar a construirlas desde dentro.
Porque, al final, el tiempo pasa igual para todas, pero la manera en que lo vivimos marca la diferencia.
¿Qué harías hoy si supieras que tus hábitos pueden cambiar tu biología?