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La psicóloga Laura Fuster advierte: desbloquear el móvil compulsivamente es el hábito más peligroso que realizas sin darte cuenta

¿Te has preguntado alguna vez por qué desbloqueas el móvil cada pocos minutos? La psicóloga Laura Fuster nos advierte: «A una persona que no ha tenido límites le costará detectar cuándo los necesita y [le costará] autoimponérselos». Este gesto aparentemente inofensivo revela mucho más sobre nuestra manera de gestionar el tiempo, las emociones y la relación con los demás.

Vivimos pegados al móvil, consultándolo incluso cuando no hay nada urgente. Este hábito es tan cotidiano que pasa desapercibido. Pero no es solo distracción: es un síntoma de necesidades emocionales no satisfechas, baja autoestima o dificultad para priorizar. Analizar el motivo de este desbloqueo constante es un primer paso para entender cómo la tecnología puede estar modelando nuestras vidas de forma silenciosa.

El significado de desbloquear el móvil con frecuencia

Desbloquear la pantalla del móvil se ha convertido en un acto casi automático. Lo hacemos al despertarnos, mientras comemos o incluso al conversar con amigos. Pero, ¿qué hay detrás de este hábito?

Laura Fuster lo explica con claridad: no es solo curiosidad o necesidad de información, sino una manera de calmar la ansiedad o llenar vacíos emocionales. En muchos casos, las notificaciones se convierten en pequeñas recompensas que alimentan la expectativa y nos hacen volver una y otra vez.

Este gesto repetitivo se refuerza con la sensación de inmediatez que ofrecen las redes sociales y las aplicaciones de mensajería. Pensamos que necesitamos esa información de inmediato, pero en realidad lo que buscamos es validación, distracción o evasión. Al desbloquear el móvil, evitamos enfrentarnos a emociones incómodas, a la soledad o a las tareas pendientes.

Causas psicológicas detrás del gesto

Baja autoestima. Revisar el móvil compulsivamente puede ser una señal de una autoestima frágil. Las interacciones digitales se convierten en termómetro del valor personal: cada mensaje, like o notificación confirma (o cuestiona) la percepción que tenemos de nosotros mismos.

Deseo de validación. En un mundo hiperconectado, muchas personas sienten la necesidad constante de ser vistas y aprobadas. Las redes sociales funcionan como un escaparate permanente donde queremos ser reconocidos, apreciados o admirados.

Dificultad para priorizar. El desbloqueo recurrente también refleja problemas para organizar el tiempo y diferenciar lo importante de lo accesorio. Saltar de tarea en tarea, interrumpir el trabajo para revisar el móvil o dejar conversaciones reales por las virtuales son síntomas de falta de enfoque.

Procrastinación. El móvil se convierte en la excusa perfecta para posponer tareas importantes. Al sumergirnos en scroll infinito o chats triviales, aplazamos responsabilidades reales, lo que alimenta el ciclo de ansiedad y sensación de falta de control.

La psicóloga Laura Fuster advierte sobre la importancia de reconocer estas señales: «A una persona que no ha tenido límites le costará detectar cuándo los necesita y [le costará] autoimponérselos. Por eso, es necesario tener en cuenta que primero será complicado que identifique que no es bueno mirar el móvil a primera hora de la mañana y, después, una vez lo detecte, le costará prescindir de esta acción».

Consejos para reducir la dependencia

1. Horario establecido para mirar las redes sociales.
Delimitar momentos concretos del día para revisar mensajes o redes ayuda a recuperar el control. Así evitamos la dispersión constante y la ansiedad por estar siempre disponibles.

2. Desactivar las notificaciones.
Las alertas constantes son anzuelos diseñados para captar nuestra atención. Silenciarlas o personalizarlas reduce las interrupciones y nos permite decidir cuándo interactuar.

3. No utilizar el móvil mientras estamos acompañados (solo urgencias).
Respetar el tiempo compartido fortalece los vínculos reales. Estar presente en las conversaciones cara a cara transmite interés y cuidado hacia los demás.

Estas estrategias son sencillas, pero requieren constancia. Cambiar hábitos consolidados implica disciplina y autoconocimiento.

Disfrutar sin la pantalla: una relación más saludable con el móvil

Las diferentes estrategias propuestas no pretenden demonizar la tecnología. Al contrario, buscan promover un uso más consciente y equilibrado. No se trata de renunciar al móvil, sino de evitar que nos controle.

Cuando aprendemos a poner límites, dejamos de sentir la obligación de responder al instante o de comprobar constantemente si hay algo nuevo. Recuperamos el placer de disfrutar las conversaciones, los encuentros, los paseos o simplemente el silencio.

Al final, la clave es la reflexión personal: ¿por qué desbloqueas el móvil tan a menudo? ¿Qué estás evitando o buscando? Responder con honestidad a estas preguntas es el primer paso para transformar la relación con la tecnología.

Redescubrir el tiempo sin pantallas

Alejarse del móvil es también acercarse a uno mismo. Es regalarse tiempo para pensar, sentir y compartir sin intermediarios.

¿Y tú, te atreves a intentarlo? Comenta, comparte o explica tus propios trucos para mantener a raya el uso excesivo del móvil. Entre todos podemos construir una manera más consciente y saludable de vivir conectados.

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