El mensaje es claro: el alcohol aumenta el riesgo cardiovascular incluso si lo bebes “solo de vez en cuando”. No existe una dosis esporádica realmente segura para el corazón. La evidencia apunta a más arritmias, más eventos y más problemas de lo que solemos creer.
¿Por qué sucede? El etanol altera el ritmo eléctrico del corazón, eleva la presión arterial y favorece la inflamación, incluso en consumos aparentemente inocuos. Un atracón puntual puede disparar el riesgo, y la suma de “ocasiones especiales” acaba pesando más de lo que pensamos.
¿Qué ha dicho exactamente el cardiólogo?
El cardiólogo José Abellán ha lanzado un mensaje que desmonta la idea de que “una copa de vez en cuando no hace daño”. Según él, incluso el consumo ocasional eleva significativamente el riesgo de problemas cardíacos y cerebrovasculares. Ha cifrado este aumento en alrededor de un 20% para las arritmias, un 59% para el infarto cardíaco y un 56% para el ictus.
La contundencia de su declaración radica en una frase que golpea la conciencia colectiva: “la cantidad segura de alcohol es cero”. Una afirmación que choca de pleno con el imaginario popular que ha asociado durante años el vino con beneficios para la salud.
¿Qué dice la ciencia sobre el alcohol y el corazón?
El alcohol, aunque se consuma en pequeñas cantidades, afecta el corazón de varias maneras. Favorece las arritmias, especialmente la fibrilación auricular, al alterar los impulsos eléctricos del miocardio. Aumenta la presión arterial, lo que somete a las arterias a un esfuerzo extra. También potencia la inflamación, que puede dañar los vasos sanguíneos.
Los estudios más recientes han dejado atrás la hipótesis de que el vino tinto podría tener un efecto protector. La realidad es que cualquier tipo de bebida alcohólica incrementa el riesgo, y lo hace de manera proporcional a la frecuencia y la cantidad. El corazón no distingue entre un gin-tonic ocasional o una copa de cava en un brindis: lo que reconoce es el etanol en la sangre.
¿Qué cuenta como “consumo ocasional”?
Muchas personas entienden el consumo ocasional como beber solo los fines de semana, en fiestas o en eventos señalados. Sin embargo, para el organismo, no hay diferencia entre una copa de vino en una boda y una copa en casa un martes. En ambos casos, el impacto cardiovascular es el mismo.
El consumo ocasional se diferencia del atracón —conocido como binge drinking—, que consiste en ingerir grandes cantidades de alcohol en un período corto de tiempo. Este patrón, bastante común en celebraciones, puede multiplicar el riesgo de ictus hasta un 300%. Lo que preocupa es que muchas personas subestiman el efecto porque no se repite cada día.
Mitos frecuentes (y por qué no se sostienen)
Uno de los mitos más arraigados es que el vino tinto protege el corazón gracias a los antioxidantes. Si bien estos compuestos existen, los efectos del etanol superan con creces cualquier posible beneficio.
Otro mito habitual es que “si no bebo cada día, no pasa nada”. La evidencia muestra que incluso consumos aislados elevan el riesgo. Lo que sucede es que los efectos se manifiestan a largo plazo, y esto dificulta su percepción.
También se piensa que la cerveza es menos nociva que los licores fuertes. La realidad es que lo perjudicial no es la bebida en sí, sino el etanol, presente en todas en diferentes concentraciones.
Señales de alerta que no debes ignorar
Después de un consumo de alcohol, hay síntomas que conviene no pasar por alto. Palpitaciones, mareos, taquicardias o dolor en el pecho pueden ser señales de que el corazón no tolera bien la ingesta.
Si estos episodios se repiten, aunque parezcan leves, es recomendable consultar con un especialista. Pruebas como el electrocardiograma o un estudio de ritmo cardíaco pueden detectar arritmias que, sin tratamiento, aumentan el riesgo de complicaciones mayores.
¿Qué puedes hacer hoy: guía práctica
El cambio comienza por pequeñas decisiones. Una de ellas es planificar la vida social sin necesidad de alcohol. Cada vez hay más opciones de bebidas sin etanol que imitan la experiencia de brindar sin sus riesgos.
Otra estrategia consiste en aplicar la técnica del “sí, pero…”: aceptar salir de fiesta, pero con un compromiso previo de no beber o de limitarse a una sola copa sin repetir. El apoyo del entorno es clave para que no se convierta en una excepción que se repita cada semana.
También ayuda llevar un registro personal del consumo. Al ver cuántas veces “ocasionales” se convierten en realidad, tomamos conciencia del impacto acumulado. La meta ideal es reducir a cero, pero cualquier reducción ya representa un beneficio para la salud.
Preguntas rápidas
¿Y si solo bebo en bodas o vacaciones? El riesgo existe igualmente. La diferencia es la frecuencia: menos ocasiones reducen la exposición, pero no la eliminan.
¿Es peor mezclar varias bebidas en una noche? Sí, porque favorece un consumo total de etanol más alto y aumenta la probabilidad de atracón.
¿Y si tengo antecedentes familiares de problemas cardíacos? Entonces el riesgo se multiplica. La recomendación médica es extremar la precaución y evitar completamente el alcohol.
Mini caso real
Carles, de 38 años, nunca había tenido problemas de salud. Su consumo de alcohol se limitaba a las cenas con amigos los sábados. Sin embargo, comenzó a notar palpitaciones y episodios de mareo después de estas noches. Tras una consulta médica, se le detectó fibrilación auricular paroxística, vinculada a los fines de semana de copas.
Su experiencia le enseñó que no hacía falta beber cada día para sufrir consecuencias. Desde que eliminó el alcohol, los episodios desaparecieron, y su caso ilustra que el consumo ocasional también deja huella.
La evidencia médica es contundente: no hay consumo de alcohol esporádico que sea realmente seguro para el corazón. Cada copa cuenta y suma en el riesgo.
La próxima copa también cuenta: decide antes de brindar.
Reducir o evitar el alcohol es una decisión de prevención consciente: tu corazón no distingue entre “ocasión especial” y “día cualquiera”.
Comparte este artículo con quien creas que lo necesita y elige hoy cómo cuidarás tu corazón en tu próximo plan social.