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José Abellán, cardiólogo: “Estos 5 hábitos pueden prevenir casi la mitad de los casos de demencia y Alzheimer”

El cardiólogo José Abellán lo afirma con base en evidencia médica. Su enfoque combina salud del corazón y del cerebro. La relación entre corazón y mente es más profunda de lo que creemos. José Abellán, médico cardiólogo, ha reunido años de evidencia para identificar cinco hábitos clave que podrían reducir drásticamente el riesgo de demencia y Alzheimer, dos de las enfermedades más temidas del siglo XXI. Desde la soledad hasta el alcohol, estos factores tienen un peso mayor del que imaginamos.

El impacto real de los hábitos en la salud cerebral

A menudo pensamos que la demencia es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Sin embargo, investigaciones recientes, como las publicadas en The Lancet, indican que cerca del 40 % de los casos se podrían prevenir modificando ciertos comportamientos y condiciones de vida. José Abellán, con una visión integral como cardiólogo, insiste en que el corazón y el cerebro están mucho más conectados de lo que solemos asumir.

Un buen flujo sanguíneo cerebral, el control de factores de riesgo cardiovascular y la estimulación social y cognitiva son piezas clave. Prevenir no comienza a los 70 años, sino desde la mediana edad, cuando estos hábitos aún se pueden modificar con más impacto.

1. Adiós al alcohol: el enemigo silencioso

Aunque durante años se defendió la idea de que una copa de vino al día podía ser beneficiosa para el corazón, las evidencias más recientes lo desmienten rotundamente. El alcohol es neurotóxico, y su consumo habitual, incluso en dosis moderadas, se asocia a una mayor pérdida de masa cerebral y a un deterioro cognitivo más acelerado.

José Abellán es tajante: “No hay una dosis segura de alcohol para el cerebro”. Cuanto menos, mejor. Y lo más esperanzador: el beneficio de dejarlo aparece a cualquier edad.

2. No estar solo: el poder de las conexiones

La soledad no es sólo un estado emocional; es también un factor de riesgo médico. Estudios recientes muestran que las personas mayores que mantienen vínculos sociales activos tienen un riesgo significativamente menor de sufrir deterioro cognitivo.

Participar en actividades comunitarias, conversar regularmente con amigos o familiares, y mantener rutinas sociales puede marcar la diferencia. En palabras de Abellán, “un cerebro estimulado socialmente es un cerebro más protegido”. Afortunadamente, nunca es tarde para reconectar.

3. Fumar también daña el cerebro

Aunque el tabaquismo se ha asociado tradicionalmente a enfermedades cardiovasculares y pulmonares, su impacto sobre el cerebro ha sido subestimado. Fumar daña los vasos sanguíneos, incluidos los cerebrales, lo que favorece el desarrollo de microinfartos y acelera la neurodegeneración.

La parte positiva es que dejar de fumar, incluso después de los 60 años, reduce significativamente el riesgo de demencia. Abellán lo subraya: “Nunca es tarde para reducir el riesgo. El cerebro agradece cada cambio positivo”.

4. Escuchar y ver bien: sentidos que protegen la mente

Una de las sorpresas más llamativas del estudio de The Lancet fue el peso que tiene la pérdida auditiva no tratada como factor de riesgo de demencia. Se estima que corregirla podría prevenir hasta un 8 % de los casos.

La razón es doble: la pérdida de audición reduce la estimulación cognitiva y favorece el aislamiento social. A esto se suma que los problemas de visión también pueden limitar la interacción con el entorno. Revisar la audición y la visión de forma periódica, y usar audífonos o gafas cuando sea necesario, es una manera directa de proteger la mente.

5. Comer, moverse y cuidar la mente

La dieta equilibrada, el ejercicio físico regular y la salud emocional no son sólo pilares del bienestar general, sino estrategias concretas para proteger el cerebro. La famosa dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, pescado azul y aceite de oliva, ha demostrado ser especialmente beneficiosa.

Pero además de lo que comemos y cómo nos movemos, está el estado emocional. La depresión no tratada en la mediana edad incrementa el riesgo de desarrollar demencia en etapas posteriores. Reconocer los síntomas, pedir ayuda y tratarla adecuadamente es tan importante como controlar la presión arterial o el colesterol.

Lo que está en tus manos: cinco hábitos, una diferencia inmensa

José Abellán no habla de curas milagrosas, sino de prevención accesible. “No podemos evitar envejecer, pero sí llegar con más claridad mental”, concluye. Su mensaje es directo: no se trata de esperar a que aparezcan los primeros olvidos, sino de actuar ahora.

¿Conoces a alguien mayor que aún puede beneficiarse de estos hábitos? Comparte este artículo. Porque prevenir también es cuidar.

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