Pero la clave no es solo el reloj, sino adoptar rutinas constantes que respeten nuestro ritmo vital.
Felipe Isidro, experto en ciencias del deporte e impulsor del concepto “inmunofitness”, defiende que hacer ejercicio por la mañana ayuda a alinear el cuerpo con sus ritmos circadianos, mejora el apetito y optimiza la calidad del sueño. No es una receta mágica, pero sí una propuesta que se adapta a los objetivos más habituales: salud, energía y control del peso.
La ciencia detrás del reloj corporal
La idea de que el cuerpo humano tiene un “reloj interno” no es nueva, pero en los últimos años ha ganado fuerza en el ámbito científico. Se trata de los ritmos circadianos: ciclos biológicos de aproximadamente 24 horas que regulan procesos como el sueño, la temperatura corporal o la secreción de hormonas.
Según Isidro, aprovechar estos ritmos naturales es clave para conseguir un ejercicio más eficiente. Entrenar por la mañana no solo despierta el cuerpo, sino que activa procesos metabólicos que ayudan a regular el apetito durante el día y favorecen un descanso más profundo por la noche.
“Es una cuestión de coherencia biológica”, afirma. “Si activas el cuerpo temprano, mejoras tu disposición energética durante el resto del día”.

Mañana, tarde o noche: ¿cuándo rinde más tu cuerpo?
Aunque Isidro recomienda la mañana como momento ideal para la mayoría de personas, no descarta que en ciertas condiciones la tarde pueda ofrecer beneficios específicos. En términos de fuerza muscular o potencia, por ejemplo, el cuerpo tiende a estar más activado a media tarde gracias a la temperatura corporal y el estado del sistema nervioso.
“Si hablamos de rendimiento puro, la tarde puede ser mejor para levantar más peso o hacer sprints más rápidos”, matiza. “Pero si el objetivo es salud, control del peso o regularidad, entonces la mañana tiene muchas más ventajas”.
Además, el ejercicio matutino tiene un componente psicológico poderoso: liberar endorfinas a primera hora influye positivamente en el estado de ánimo y en la capacidad de concentración a lo largo del día.
Constancia: el verdadero secreto del entrenamiento
Más allá del debate sobre qué hora es mejor, Isidro recalca un principio a menudo olvidado: la constancia lo es todo. No importa tanto cuándo entrenas, sino que lo hagas de manera regular, sostenible y bien planificada.
“La mejor hora para entrenar es aquella que te permite hacerlo con frecuencia”, señala. “Un entrenamiento por la mañana que interrumpes a menudo por falta de tiempo no será mejor que uno por la tarde que puedes mantener durante meses”.
En este sentido, el experto insiste en adaptar la actividad física al estilo de vida de cada persona. Y, sobre todo, convertir el ejercicio en un hábito, no en una obligación.
Más allá del horario: moverse para vivir mejor
Felipe Isidro no es solo un catedrático con décadas de experiencia, sino también un divulgador apasionado. Desde hace años impulsa el concepto de “inmunofitness”, una manera de entender el ejercicio como parte integral de la salud preventiva, que fortalece el sistema inmunológico, regula el estrés y mejora la calidad de vida.
“Nos hemos acostumbrado a ver el ejercicio como algo estético o competitivo”, explica. “Pero su función principal es fisiológica: está hecho para mantenernos sanos”.
Por eso, aunque el debate sobre la mejor hora para entrenar puede ser útil como guía, el mensaje de fondo es mucho más amplio: moverse cada día, con intención, con sentido y con placer.

No es la hora, es el hábito
Como recuerda Felipe Isidro, el mejor entrenamiento es “aquel que se hace con constancia”. No importa tanto si se hace a las siete de la mañana o a las seis de la tarde: lo que importa es que se repita, que se disfrute y que te haga sentir mejor.
¿Y tú, a qué hora te mueves? Comparte tu experiencia, ajusta tu rutina y encuentra el momento del día en que tu cuerpo y tu mente estén más en sintonía.