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Las olas de calor podrían ser hasta siete veces más frecuentes a finales de siglo

Las olas de calor no son un fenómeno nuevo, pero su frecuencia, duración e intensidad han cambiado drásticamente en las últimas décadas. En España y a nivel global, los registros muestran un aumento sin precedentes que pone en jaque la salud pública, la economía y el medio ambiente.

Cada vez es más común que en verano se sucedan varias olas de calor, que se prolongan durante semanas y afectan amplias zonas geográficas. Esta tendencia tiene un impacto directo en la vida cotidiana de millones de personas, especialmente en los grupos más vulnerables.

La evolución histórica de las olas de calor en España

Desde 1975, las olas de calor han experimentado un crecimiento significativo en nuestro país. Antes, era habitual que durante el verano se registrara una o ninguna ola de calor. Hoy, ya es común vivir hasta cinco episodios por temporada.

Los días acumulados bajo estas condiciones extremas han pasado de 129 entre 1975 y 1999 a 293 entre 2000 y 2024. Además, la superficie afectada crece a un ritmo constante, alcanzando un récord de 44 provincias afectadas en 2022.

Este aumento en la extensión territorial va acompañado de una mayor duración media, que se sitúa en 10,6 días desde 2015, con récords como la ola de 26 días consecutivos ocurrida en 2015.

¿Por qué las olas de calor son cada vez más intensas?

La respuesta está en el calentamiento global provocado por la actividad humana. El incremento sostenido de las temperaturas medias modifica los patrones atmosféricos y favorece la formación de sistemas de bloqueo, que actúan como “tapones” que mantienen las masas de aire caliente estacionarias sobre una región.

Estas condiciones prolongan el tiempo durante el cual un área está expuesta a temperaturas extremas, intensificando la ola de calor y dificultando la recuperación durante la noche, lo que agrava los efectos en la salud y el bienestar.

Impactos visibles: más calor, más riesgo para la salud

Las olas de calor prolongadas y frecuentes elevan el riesgo de problemas cardiovasculares, respiratorios y deshidratación, especialmente en personas mayores, niños y personas con enfermedades crónicas.

En España, la mortalidad atribuida a las olas de calor ha aumentado de manera preocupante, con récords en meses recientes como junio de 2025, cuando se registraron cifras alarmantes que evidencian la urgencia de medidas de adaptación y prevención.

El fenómeno a nivel global

No solo España vive esta realidad. Estudios internacionales señalan que la duración y frecuencia de las olas de calor se han acelerado globalmente. Entre 1979 y 2020, el número anual de olas aumentó de 75 a 98 en todo el hemisferio norte.

La Organización Mundial de la Salud alerta que, entre 2000 y 2016, 125 millones de personas más estuvieron expuestas a estas condiciones extremas, una cifra que se prevé continuará creciendo si no se actúa para reducir las emisiones contaminantes.

Mirando hacia el futuro: escenarios y adaptaciones

Los modelos climáticos advierten que, si no se frena el calentamiento, las olas de calor podrían ser hasta siete veces más frecuentes y tres veces más largas hacia finales de siglo.

Ante este escenario, expertos llaman a implementar estrategias de mitigación y adaptación, desde políticas de reducción de gases de efecto invernadero hasta medidas locales para proteger a la población vulnerable.

La urgencia de actuar

Las olas de calor no son solo un fenómeno meteorológico, sino un reflejo tangible de los cambios que enfrenta nuestro planeta. ¿Estamos preparados para enfrentar este desafío creciente?

Compartir y debatir esta realidad es un paso imprescindible. ¿Qué acciones crees que se deben priorizar para proteger a las personas y al medio ambiente ante estas olas de calor cada vez más extremas?

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