Dormir poco no solo roba energía al día siguiente. Según el psiquiatra Daniel Amen, la falta crónica de descanso afecta la memoria y enturbia la mente. El especialista sostiene que dormir menos de siete horas diarias abre la puerta a pérdidas cognitivas y a una niebla mental constante.
El sueño insuficiente se ha convertido en una epidemia silenciosa. En un mundo donde se celebra la productividad y se glorifica el sacrificio, cada vez más personas duermen menos de lo que necesitan. Amen, fundador de las Amen Clinics y reconocido por su trabajo en neuroimagen cerebral, advierte que este hábito daña a largo plazo la salud mental y la claridad del pensamiento.
El cerebro necesita dormir
Amen explica que el sueño es un mecanismo de limpieza biológica. Durante la noche, el cerebro activa procesos que eliminan toxinas acumuladas durante el día. Este sistema, conocido como glinfático, funciona con más intensidad en fases profundas del sueño. Cuando se duerme poco, estos residuos no se eliminan de manera adecuada y, con el tiempo, el cerebro paga las consecuencias.
En entrevistas recientes, Amen ha insistido que “dormir menos de siete horas diarias produce, a la larga, pérdidas de memoria y niebla mental”. Su mensaje es claro: privarse de descanso no solo genera cansancio, sino que compromete funciones cognitivas esenciales como el aprendizaje, la atención y la creatividad.
Evidencia científica y matices
La ciencia apoya gran parte de estas afirmaciones. Diversos estudios han demostrado que la falta de sueño afecta la consolidación de la memoria, el procesamiento de información y la regulación emocional. Dormir seis horas o menos de manera habitual se asocia con un rendimiento cognitivo peor y un riesgo más alto de enfermedades neurodegenerativas.
No obstante, los investigadores también señalan que la relación no es idéntica en todos los individuos. Algunas personas parecen tolerar seis horas sin consecuencias evidentes, mientras que otras necesitan más de ocho para sentirse plenas. Además, la denominada “niebla mental” no es un diagnóstico clínico, sino un término popular que describe confusión o lentitud cognitiva, síntomas que pueden tener otras causas.
A pesar de estas diferencias, la mayoría de sociedades médicas recomiendan al menos siete horas de sueño nocturno para los adultos. En este punto, el consejo de Amen coincide con las guías internacionales.
Señales de alarma: ¿duermes lo suficiente?
El cuerpo suele dar pistas cuando no descansa como debe. Entre las señales más comunes están la dificultad para concentrarse, los olvidos frecuentes, la irritabilidad, los cambios bruscos de humor y la somnolencia diurna. Algunas personas describen este estado como una niebla que les impide pensar con claridad.
Es importante recordar que estos síntomas no siempre se deben exclusivamente a la falta de sueño. Factores como el estrés, una alimentación inadecuada o problemas de salud también pueden contribuir. Aun así, dormir menos de lo recomendado incrementa la probabilidad de que aparezcan.
Los consejos de Amen para dormir mejor
Para combatir el insomnio moderno, Amen propone estrategias sencillas pero efectivas. Entre sus recomendaciones destacan:
- Toque de queda neuronal: ir a dormir a la misma hora cada día, incluso los fines de semana, para estabilizar el reloj biológico.
- Atardecer digital: apagar pantallas al menos una hora antes de dormir y reducir la exposición a la luz azul que retrasa la producción de melatonina.
- Crear un ambiente adecuado: habitación fresca, oscura y silenciosa, con cojines que regulen el calor y aromas relajantes como la lavanda.
- Diario de preocupaciones: escribir antes de dormir aquello que genera ansiedad para liberar la mente de pensamientos repetitivos.
- En algunos casos, con orientación profesional, usar suplementos naturales como la melatonina, el magnesio o el GABA para favorecer el descanso.
Estos consejos no son exclusivos de Amen. La mayoría de expertos en higiene del sueño los apoyan como medidas de primera línea antes de recurrir a tratamientos farmacológicos.
Más allá de Amen: ¿qué dicen los expertos?
Organismos como la National Sleep Foundation coinciden en recomendar entre siete y nueve horas de sueño para los adultos jóvenes y de mediana edad. En las personas mayores, la franja suele ser de siete a ocho horas, aunque la calidad del descanso adquiere más relevancia que la cantidad.
Los especialistas recuerdan que dormir bien no significa únicamente acumular horas. Factores como mantener rutinas regulares, evitar comidas abundantes antes de dormir, reducir la cafeína y hacer actividad física moderada también influyen en la calidad del descanso.
En este sentido, la advertencia de Amen funciona como recordatorio: dormir lo suficiente es una necesidad fisiológica, no un lujo opcional.
La afirmación de Daniel Amen puede parecer categórica, pero tiene detrás un mensaje muy claro: el sueño es vital para el cerebro. Dormir menos de lo necesario conlleva riesgos reales, aunque su impacto varíe entre personas.
En una sociedad que premia el sacrificio y desprecia el descanso, recuperar el valor del sueño es un acto de salud y de autocuidado. ¿Y tú? ¿Estás durmiendo lo que tu cerebro necesita para recordar con nitidez y pensar con claridad?