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Aurelio Rojas, cardiólogo: «Este medicamento no salva vidas tras un infarto como pensábamos durante 40 años»

Durante décadas, un fármaco se recetaba casi automáticamente después de un infarto. Ahora sabemos que su eficacia no era la que creíamos.

Aurelio Rojas lo dice sin rodeos: “Nos equivocamos durante 40 años”. El medicamento en cuestión, los betabloqueantes, no salva vidas después de un infarto si el corazón no presenta secuelas funcionales. Este nuevo hallazgo ya está cambiando protocolos médicos en toda Europa.

El medicamento que se recetaba “por rutina”

Durante más de cuatro décadas, los betabloqueantes fueron un elemento básico del tratamiento postinfarto. Se recetaban sistemáticamente a casi todos los pacientes que superaban un episodio cardíaco agudo. La lógica era clara: estos fármacos reducían la carga del corazón, controlaban el ritmo cardíaco y disminuían el riesgo de nuevos eventos.

La evidencia inicial que sustentaba su uso se basaba en pacientes con corazones severamente dañados. Pero con el tiempo, su prescripción se volvió tan rutinaria que casi nunca se cuestionaba. Tanto en los hospitales públicos como en las clínicas privadas, la receta salía incluso antes del alta médica.

“Era como dar paracetamol para la fiebre”, comenta un médico de urgencias. “No se preguntaba si el paciente realmente lo necesitaba”.

@doctorrojass

Está NOTICIA ha cambiado la CARDIOLOGÍA🫀: La mayoría de personas que han tenido un infarto y siguen tomando betabloqueantes… realmente no los necesitan. En España se calcula que más de un millón de pacientes. ¿Qué hay de cierto en esto? Un macroestudio liderado por el CNIC y publicado en el New England Journal of Medicine lo deja claro: El uso indiscriminado de betabloqueantes tras un infarto ya no tiene sentido en todos los pacientes. La nueva evidencia diferencia tres grupos: 1️⃣ Función normal: evitarlos (riesgo > beneficio). 2️⃣ Función levemente reducida: mantenerlos (beneficio claro). 3️⃣ Insuficiencia cardiaca o FE severamente reducida: imprescindible Cientos de personas viven con fatiga, mareos o disfunción sexual por un tratamiento que, según la evidencia actual, no siempre hace falta. Mi consejo: – No dejes el tratamiento por tu cuenta. – Revisa tus informes y fíjate en la frase: “fracción de eyección conservada”. – Si aparece, habla con tu cardiólogo: puede que suspender los betabloqueantes sea lo más adecuado para ti. La ciencia no se equivoca al corregirse: evoluciona. Y este avance puede mejorar la calidad de vida y la seguridad de miles de personas . Te lo cuento porque lo veo cada día en el corazón. REF: 1. Rosselló X, Prescott E, Kristensen AM, Ibáñez B, et al. β-blockers after myocardial infarction in patients without heart failure. N Engl J Med. 2025. 2. Atar D, Prescott E, Kristensen AM, Ibáñez B, et al. BETAMI–DANBLOCK: β-blockers after myocardial infarction with LVEF ≥40%. N Engl J Med. 2025. 3. Rosselló X, Prescott E, Kristensen AM, Ibáñez B, et al. β-blockers after myocardial infarction with mildly reduced ejection fraction: meta-analysis of REBOOT, BETAMI, DANBLOCK, CAPITAL-RCT. Lancet. 2025. #betabloqueantes #infarto #noticias #salud #corazon

♬ sonido original – Aurelio Rojas Sánchez

El estudio que lo cambió todo

Todo cambió con la publicación del ensayo clínico REBOOT, un estudio internacional que analizó miles de pacientes que habían sufrido un infarto de miocardio. El objetivo era aquellos que, después del episodio, mantenían una función ventricular normal. Es decir, su corazón seguía bombeando sangre de manera eficaz.

Los resultados fueron sorprendentes: en este grupo específico, los betabloqueantes no reducían la mortalidad, no evitaban reingresos hospitalarios y no mejoraban la calidad de vida. El beneficio, que durante años se daba por hecho, resultó inexistente para una buena parte de los pacientes.

“El ensayo fue muy claro”, dice Aurelio Rojas. “No podemos continuar medicando por costumbre. La medicina debe seguir la evidencia, no la inercia”.

La comunidad médica reaccionó con desconcierto y reflexión. En congresos recientes de cardiología, se debatió ampliamente cómo ajustar las guías clínicas. Algunos países ya han comenzado a revisar sus protocolos.

¿Y ahora, qué deben hacer los pacientes?

La noticia no significa que todos los betabloqueantes deban dejar de utilizarse. En pacientes con insuficiencia cardíaca, arritmias graves o fracción de eyección reducida, estos fármacos continúan siendo fundamentales. Pero la idea de que “todo infarto requiere betabloqueante” ha quedado obsoleta.

Rojas insiste en que no deben suspenderse sin control médico. Dejar el medicamento de manera brusca puede tener consecuencias graves, especialmente si hay antecedentes de problemas de ritmo cardíaco.

“Lo más importante es evaluar cada caso de manera individual. No hay recetas mágicas que funcionen para todos”, subraya.

Los pacientes que toman betabloqueantes y se encuentran bien deben consultar con su cardiólogo antes de tomar cualquier decisión. En muchos casos, el tratamiento puede continuar siendo beneficioso, sobre todo si hay otras patologías asociadas.

Más allá de la pastilla: síntomas y estilo de vida

Los betabloqueantes no están exentos de efectos secundarios. Fatiga crónica, mareos, disfunción sexual y bradicardia son algunos de los síntomas reportados. Muchos pacientes los toleran bien, pero otros los abandonan por malestar persistente.

“Me sentía más cansado con la pastilla que con el infarto”, explica Robert, un paciente de 58 años que decidió dejar el fármaco bajo supervisión médica. Su testimonio refleja una experiencia compartida por otras personas que, después de años de tratamiento, comenzaron a cuestionar su utilidad.

El hallazgo también abre la puerta a repensar la salud cardíaca más allá de los medicamentos. Alimentación equilibrada, gestión del estrés, ejercicio moderado y control del colesterol son pilares igualmente importantes. A veces, más.

“Un fármaco puede ayudar, pero no sustituye una vida bien cuidada”, afirma Rojas.

No todo infarto es igual. Ni todo tratamiento lo cura todo.

La medicina avanza, y con ella cambian nuestras certezas. Lo que antes parecía indiscutible, hoy se matiza, se revisa y se corrige. No es un error, es progreso.

“Lo que me preocupa no es haber recetado betabloqueantes”, dice Rojas. “Lo que me preocupa es no haberlo cuestionado antes”.

El mensaje es claro: si has sufrido un infarto y tomas medicación, no actúes por tu cuenta. Consulta. Pregunta. Revisa tu tratamiento con el especialista. La ciencia avanza, y tú también puedes hacerlo.

¿Tomas betabloqueantes? ¿Conoces a alguien que los tome? Comparte este artículo, inicia la conversación y, sobre todo, cuida tu corazón con información, no con suposiciones.

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