¿Sabías que enfriar la patata hervida, la pasta o el arroz puede cambiar su efecto en tu cuerpo? El nutricionista Aitor Sánchez revela un truco sencillo y poco conocido que transforma estos alimentos cotidianos en una fuente de fibra beneficiosa. Si alguna vez has dudado sobre la mejor manera de preparar estos platos para cuidar tu salud y tu peso, presta atención: una acción simple puede marcar la diferencia.
Comer hidratos de carbono no es lo mismo si sabes cómo manipularlos. Según Aitor Sánchez, nutricionista y divulgador, las técnicas tradicionales que utilizamos cada día tienen un impacto directo en el valor nutricional de la comida. Guardar patatas, pasta o arroz en la nevera después de cocinarlos no solo reduce el índice glucémico, sino que también genera fibra del tipo almidón resistente, beneficiosa para la flora intestinal. Este gesto sencillo, avalado por la ciencia, ha ganado relevancia entre aquellos que buscan una alimentación más saludable sin renunciar al gusto ni a la saciedad.
Aitor Sánchez: el nutricionista que desmonta mitos sobre la comida cotidiana
Aitor Sánchez se ha convertido en uno de los expertos más seguidos en España por su capacidad para explicar, con rigor y cercanía, conceptos de nutrición que afectan el día a día de cualquier familia. Divulgador, autor de libros y colaborador habitual en medios de comunicación, Sánchez insiste en que la clave no es demonizar alimentos tradicionales, sino entender cómo prepararlos y consumirlos para aprovechar sus ventajas.
En la entrevista, el nutricionista destaca que “si guardas las patatas hervidas, la pasta o el arroz en la nevera, generan fibra”. Con esto se refiere al proceso por el cual los hidratos de carbono cocidos y enfriados experimentan una transformación: parte de su almidón se vuelve resistente a la digestión, convirtiéndose en una suerte de “fibra” que no eleva los niveles de azúcar en sangre como los hidratos normales.
La magia de enfriar los carbohidratos: ciencia en tu táper
¿En qué consiste realmente este proceso? Cuando cocinas patatas, arroz o pasta y los dejas enfriar en la nevera, una parte de su almidón se transforma en almidón resistente. Este tipo de fibra llega intacta al colon, donde actúa como alimento para las bacterias beneficiosas, favoreciendo el equilibrio de la microbiota intestinal y mejorando la salud digestiva.
Según explica Sánchez, “esta fibra ayuda a sentirte saciado por más tiempo y mejora el tránsito intestinal sin aportar calorías adicionales”. Además, si recalientas estos alimentos (sin llevarlos a ebullición de nuevo), el efecto se mantiene. Así, platos tan sencillos como una ensalada de patata, un arroz frío o un táper de pasta del día anterior pueden convertirse en aliados de una dieta saludable, siempre que se acompañen de ingredientes frescos y equilibrados.
Aceite y calorías: ¿qué pasa realmente cuando lo añades en crudo?
Uno de los consejos más repetidos en la entrevista es el de añadir un chorro de aceite de oliva virgen extra en crudo, justo antes de comer la patata o el arroz ya cocidos y enfriados. Este gesto no solo aporta sabor y antioxidantes, sino que contribuye a reducir el índice glucémico de la comida.
“Si le pones un chorro de aceite en crudo a la patata o al arroz, y luego los pones en la nevera, disminuyes las calorías absorbidas y aumentas la cantidad de fibra”, apunta Sánchez. El motivo es doble: por un lado, el aceite recubre parte de los carbohidratos, retrasando su absorción; por otro, el almidón resistente formado en el proceso de enfriamiento no se digiere, sino que alimenta las bacterias del colon.
Para quien busca controlar el peso o prevenir picos de azúcar en la sangre, esta estrategia es especialmente interesante. “No se trata de obsesionarse con las calorías, sino de entender cómo pequeños gestos pueden mejorar el perfil nutricional de los platos más típicos”, resume el experto.
Rompiendo mitos: ¿engorda menos una patata fría que caliente?
Durante años, la patata, el arroz y la pasta han estado en el punto de mira de quien quiere perder peso. Pero Aitor Sánchez insiste en que “no hay alimentos buenos ni malos, sino formas de consumirlos más o menos inteligentes”. El frío no elimina las calorías de la comida, pero sí puede cambiar la proporción de hidratos que tu cuerpo absorbe y transforma en glucosa.
“Enfriar los carbohidratos no es magia, es ciencia. El almidón resistente que se genera no se absorbe como azúcar, así que tu organismo lo trata como si fuera fibra, con sus beneficios”, explica. Esto significa que, al comer una ensalada de patata del día anterior, tu cuerpo recibe menos carga glucémica que si la patata fuera recién cocida y caliente.
Consejos prácticos para aprovechar el almidón resistente en casa
Aitor Sánchez propone varios consejos fáciles para aplicar este conocimiento sin complicaciones:
- Cocina de más: prepara arroz, pasta o patatas en cantidad y guárdalas en la nevera.
- Consúmelos fríos o tibios: el efecto de almidón resistente se mantiene incluso si recalientas el plato, siempre que no lo hiervas de nuevo.
- Añade aceite de oliva virgen extra en crudo para potenciar el sabor y los beneficios.
- Combina estos alimentos con verduras frescas, legumbres y proteínas magras para obtener platos completos y saciantes.
“No hay que tener miedo a los carbohidratos, sino aprender a gestionarlos para que sean nuestros aliados”, subraya el nutricionista.
Otros mitos frecuentes sobre la patata, el arroz y la pasta
A lo largo de la conversación, Sánchez desmonta ideas muy arraigadas en la cultura popular. Por ejemplo, la creencia de que las patatas engordan más que otros acompañamientos. “La patata hervida es uno de los alimentos más saciantes que existen, y si se enfría después de cocerse, mejora aún más su perfil nutricional”, apunta.
En cuanto a la pasta y el arroz, recuerda que lo más importante es la ración y la combinación: “Una pequeña cantidad de pasta o arroz, acompañada de muchas verduras, es perfectamente compatible con una alimentación saludable y equilibrada”.
El experto también insiste en que no hay que obsesionarse con las calorías totales, sino priorizar la calidad y el contexto: “El cuerpo no solo cuenta calorías, también responde a cómo las recibe y procesa”.
Así influye el método en tu bienestar cotidiano
La diferencia entre un plato saludable y uno menos recomendable a menudo está en los detalles. El método de cocción y conservación puede convertir una receta clásica en un recurso funcional para el intestino y la salud metabólica.
“Lo sencillo a veces es lo más efectivo. Cocer, enfriar y añadir aceite en crudo puede parecer poco, pero aporta grandes ventajas a largo plazo”, explica Sánchez. Por eso recomienda a todos experimentar en casa con estos trucos y observar sus resultados.
Comer mejor está en tus manos: experimenta y comparte tu experiencia
No se trata de renunciar a los platos de siempre, sino de aprender a sacarles el máximo provecho con gestos mínimos y bien fundamentados. Si alguna vez pensaste que el arroz o la patata solo podían ser enemigos de la dieta, hoy puedes empezar a verlos como aliados.
¿Ya has probado a enfriar tus carbohidratos? Cuéntanos tu experiencia, comparte este artículo y ayuda a que más personas descubran cómo pequeños cambios pueden transformar su salud. Comer sano es más fácil de lo que parece si entiendes la ciencia detrás de cada receta. ¡Atrévete a experimentar y notarás la diferencia!