La agricultura se ha manifestado este jueves ante el Parlamento Europeo, en la plaza Luxemburgo de Bruselas, para detener el acuerdo de libre comercio entre la UE y los países del Mercosur. Al día siguiente de que la Comisión Europea presentara su primera propuesta formal al Europarlamento y a los estados miembro sobre el pacto, el sector agrícola se ha concentrado para reivindicar los productos locales y una economía «circular y cercana». «Es necesario revalorizar el precio de los productos […] y esto no puede ocurrir mientras entren alimentos de bajo costo con una calidad que sea el mínimo común denominador mundial», han reclamado los agricultores, quienes también confían en que Bélgica se oponga al acuerdo.
Con el lema ‘Stop UE-Mercosur’, la movilización ha contado con el apoyo de una treintena de organizaciones de agricultores, buena parte de ellas ubicadas dentro del ámbito flamenco, valón y europeo en general. Esta protesta se enmarca dentro de las reivindicaciones de las organizaciones de agricultores europeos, que desde principios de 2024 iniciaron una serie de protestas por todo el Viejo Continente instando a la Comisión Europea a detener las conversaciones para el acuerdo.
En un comunicado publicado el pasado mes de julio, las principales agrupaciones de agricultores denunciaron que el acuerdo provocaría «daños irreversibles» a sectores vulnerables dentro de la agricultura europea y que «afectaría gravemente los principios de la soberanía alimentaria». «No tiene en cuenta las advertencias de los agricultores en favor de una competencia justa y unos ingresos dignos», lamentaban. «El acuerdo es tóxico para nuestras granjas, los bosques, nuestra salud y el clima», resumían los organizadores de la movilización de este jueves, en línea con la carta de hace tres meses, donde también sostenían que la restricción de importaciones procedente del Mercosur sobre varios productos «no eran salvaguardas adecuadas».

«Las granjas no pueden sobrevivir si los mercados se abren por completo»
Uno de los trabajadores de ‘Terre-en-vue’, Antoine Gérard, un movimiento que busca facilitar el acceso a la tierra a los agricultores de la región belga de Valonia, ha manifestado en declaraciones a la ACN que «las granjas y las empresas agrícolas no pueden sobrevivir si los mercados se abren por completo». Asimismo, considera que la globalización de la alimentación y del resto de productos vinculados al campo «no tiene mucho sentido» y apuesta por una economía «circular y local». Con todo, opina que abrir mercados tan grandes como el europeo y el Mercosur «hará que las grandes empresas se beneficien de estos acuerdos». Una opinión similar tiene la trabajadora del Colectivo de Cooperativas de Distribución Ciudadana de Curt Circuit, Magali Guillault, que, en declaraciones a la agencia de noticias, ha denunciado que los agricultores europeos perciben unos ingresos excesivamente bajos, una situación que podría verse agravada con el acuerdo del Mercosur porque posibilitaría la entrada de productos de menor costo.
Preguntados por las salvaguardas que ha planteado este mismo jueves la Comisión Europea para evitar posibles disrupciones en el mercado, ambos agricultores las han calificado de «insuficientes». «Por un lado, nosotros exportaremos pesticidas prohibidos en nuestros países para tratar unos productos que luego volverán a nuestro país», argumenta Gérard, quien cree que las garantías «no evitarán» esta situación. Además, opina que la llegada de productos a Europa procedentes del otro lado del Atlántico «parece de otra época» y espera que Bélgica alce la voz contra el pacto del Mercosur. «Queremos un bloqueo […] y queremos que el debate pase a primera línea gracias a las objeciones del país», resume.
Protesta al día siguiente de la propuesta de la Comisión Europea
La Comisión Europea presentó ayer formalmente los textos legales que necesitan el visto bueno de los 27 y del Europarlamento para ratificar el acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur; un pacto para el cual Bruselas ofrece más control sobre las salvaguardas que protegerán las producciones europeas más sensibles y reforzar los fondos de crisis para los agricultores como medidas para convencer a los más reticentes, como Francia (sin minoría de bloqueo). En plena guerra arancelaria impulsada por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, Bruselas reivindicó la necesidad de cerrar el acuerdo ante la «creciente inestabilidad política» y para «definir el rol de Europa en la economía global durante las próximas décadas».
En este sentido, y ante las reticencias de los agricultores, y de algunos países como Francia o Polonia, Bruselas ha hecho un llamado a la calma este mismo jueves. En la rueda de prensa diaria de la Comisión Europea, el portavoz de Comercio del ejecutivo, Olof Gill, ha asegurado que «no hay que entrar en pánico por el acuerdo comercial del Mercosur» y ha remarcado que el pacto incluye garantías legales para proteger el sector agrario europeo. Además, ha dicho que hay un «compromiso legal vinculante» con los agricultores que garantiza que «si hay problemas, las salvaguardas entrarán en vigor». Gill ha destacado que la apertura de mercado será mínima, con cuotas «muy calibradas» para productos sensibles que se irán aplicando en un período de siete años.