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El PIB catalán pierde impulso y crece por debajo del español el tercer trimestre

La economía catalana ya comienza a notar parte del enfriamiento global que afecta a otros motores productivos europeos. Según los datos confirmados este mismo lunes por el Idescat, el PIB del Principado creció durante el tercer trimestre del año un 2,4% en términos interanuales, tres décimas por debajo del dato del segundo trimestre. Con este ritmo de expansión, Cataluña todavía se mantiene sustancialmente por encima de la media europea -la UE ha crecido un 1,6%, ocho décimas menos-, que sufre aún más los efectos de la mala situación internacional. La adelanta, sin embargo, el Estado español, que registra en los mismos tres meses del año una aceleración del 2,8%, cuatro décimas por encima de la catalana. Eso sí, el crecimiento entre trimestres es más significativo en Cataluña, con un 0,8% más que el dato absoluto de junio, frente al 0,6% que ha registrado España.

En línea con las previsiones de la mayoría de organismos internacionales, la demanda interna ha tomado el relevo de las deterioradas exportaciones y ya es el motor principal del crecimiento. El consumo de los hogares ha sido un 3,5% más elevado que el curso anterior, gracias al alza de la renta disponible de la ciudadanía por el control inflacionista -que, cabe recordar, ha sido más efectivo en Cataluña que en el conjunto del Estado-. El dato más llamativo, sin embargo, es el de formación bruta de capital: las empresas están invirtiendo a un ritmo cerca de un 7% más elevado que en 2024, y arrastran al alza el conjunto de la economía. Las nuevas iniciativas de capital, además, se extienden a lo largo de todos los sectores: la construcción se ha reactivado con las nuevas políticas de vivienda, y hace crecer un 5,4% los recursos dedicados al crecimiento; mientras que la industria dedica un 9,1% más que en 2024 a bienes de equipo -maquinaria, principalmente-.

Línea de montaje de la fábrica de Ebro en la Zona Franca de Barcelona / ACN

Por sectores

En esta ocasión, además, el consumo de las administraciones públicas deja paso a la actividad privada, y solo registra una variación al alza del 1,2%, cuatro décimas menos que en junio y más de dos puntos por debajo de la demanda doméstica. Por tanto, a diferencia de 2024, el crecimiento de la actividad económica interna ya no es tan dependiente del gasto público. En cuanto al resto de la actividad de negocio, la construcción dispara cerca de un 4,8% su aportación al PIB, mientras que la industria sube cerca del 2% año a año. El crecimiento del agroalimentario continúa siendo fuerte, de un 8,8% año a año; si bien sufre una caída sustantiva en comparación con el segundo trimestre, cuando su valor añadido adicional fue de un 11,3%. También pierden puntos los servicios, que crecen un 2,7%, tres décimas menos que en el período anterior; aunque la hostelería, el transporte y el comercio escalan más de un 5% año a año.

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