La actividad de las empresas de la Unión Europea cierra el año a la baja. Así se desprende de los últimos datos del Purchase Managers Index, un índice que revela la actividad de los gestores de compras del tejido productivo continental para extraer una estimación de la salud de la economía. El último informe de gestores de compras para los 27 se queda en el 49,1, cuando cualquier dato inferior a 50 es prueba de una contracción económica. Cabe decir que, tal como confirma el economista jefe de la entidad germana, Cyrus de la Rubia, el panorama es ligeramente más alentador de lo que se esperaba: el mismo estudio correspondiente al mes de noviembre dejaba un dato aún más sombrío, del 48,3 para el conjunto de la Unión. Los causantes de esta caída son, curiosamente, las dos grandes economías del continente -deterioradas en los últimos tiempos-: Alemania y Francia.
Según el estudio financiero, el PMI compuesto de Alemania sube ligeramente desde noviembre, pero acaba el año en amplia caída, con una ratio de 48,7. El culpable de esta enfermedad, en el caso de la locomotora europea, es la industria, que culminó noviembre con un abismal 43,2, a punto de una peligrosa recesión sectorial; y llega a finales de año en aún peor forma, con un 42,5. Los servicios, cabe decir, muestran más signos de vida. De hecho, el terciario alemán entrará en 2025 en tendencia alcista -ligera-, con una nota de 51 puntos. Francia, cabe decir, se encuentra aún peor: la industria del país galo cae a su peor nivel en más de cuatro años, hasta los 41,9 puntos; mientras que los servicios escalan hasta el 48,2, aún en contracción. Con todo, el índice general se queda a punto de los 47 puntos, lo que hace prever un inicio de año complicado para la economía francesa en medio de un terremoto político.

La «profunda recesión» industrial
A juicio de De la Rubia, la mala situación del sector privado europeo podría haber sido mucho peor. «El final del año es un poco más alentador de lo que se esperaba en general»; indica el economista, que continúa apuntando -como ya ha hecho en los últimos meses- a la industria como principal lastre para la creación de riqueza en la región. De hecho, la «bajada de pedidos» en los tejidos productivos alemán y francés ya han llegado a golpear el empleo, tradicional notario de la salud económica de ambos países. El empleo, cabe recordar, ha aumentado en todos los miembros excepto en los dos afectados, donde los grandes despidos en empresas industriales relevantes -es el caso de Volkswagen en Alemania- han congelado la reducción del desempleo. La frágil salud de las dos potencias, para el economista, se hace más grave bajo la sombra de la enorme inestabilidad política que sufren, con la débil minoría parlamentaria que fundamenta el ejecutivo del centrista François Bayrou y la caída de la coalición del gobierno de Olaf Scholz, que llevará a los ciudadanos a las urnas el próximo mes de febrero. «Esto impide poner en práctica las reformas necesarias en el corto plazo para volver a impulsar el crecimiento y está contribuyendo a la persistente debilidad de la economía en ambos países», concluye el experto.