El Banco Sabadell busca el cuerpo a cuerpo en el capítulo final de la OPA hostil del BBVA. El presidente del banco, Josep Oliu, y el consejero delegado, César González-Bueno, defienden sus posiciones a la espera de unos resultados de la fase 2 de estudio de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia que no apuntan a ningún vuelco favorable a los intereses catalanes. Escuchando a los directivos, sin embargo, no parece necesaria la intervención reguladora: a juicio de González-Bueno, la ofensiva de la entidad vasca ha perdido la mayor parte de su atractivo. «Esta OPA hace tiempo que ha descarrilado«, declaraba en un encuentro con periodistas antes de la Junta General de Accionistas de este año. Las condiciones han cambiado mucho en el poco menos de un año que ha pasado desde que el Banco de Bilbao lanzara su oferta. «Ahora el consumo de capital es mayor, el mismo BBVA reconoce que las probabilidades de fusión son bajas, no habrá sinergias y la eficiencia es menor«, enumera el CEO. A pesar de que las primeras espadas vizcaínas han insistido últimamente en que la adquisición sigue siendo atractiva incluso si las entidades no se pueden fusionar, Oliu lo niega rotundamente. «No llego a entender cómo hay las mismas sinergias si no hay una fusión«, cuestiona el presidente.
La integración del Sabadell en la arquitectura del BBVA es solo uno de los problemas que observa la directiva vallesana. Para Oliu, los precedentes son claros: si la OPA llega a buen puerto, hay un «riesgo importado de sinergias negativas» para la entidad que aparezca. «En román paladino, habría una pérdida de clientes», asegura el presidente; recordando el agujero en la cartera del Santander tras la integración del Banco Popular. De hecho, si hay un ganador del conflicto, sería «la competencia, la gran banca española» que sería capaz de captar nuevas cuentas expulsadas del banco catalán. Podría hacerlo, además, sin oposición, en tanto que el futuro BBVA estaría «trabajando en la fusión», mientras el resto del sector se dedica a mejorar el negocio. Más allá de la fuga de usuarios, Oliu detecta una serie de «riesgos de ejecución elevados» para el banco vasco. Entre ellos, el golpe que sufriría su capital, ante los costos crecientes de la hipotética compra. Cabe recordar que, en un reciente comunicado a la SEC -el homólogo estadounidense de la CNMV- el BBVA reconoció que el impacto en el costo de capital de la operación se eleva, en las condiciones que parecen dibujarse, hasta los 62 puntos básicos, respecto de los 30 anteriores. «Primero eran 20 céntimos, después 40, ahora 70… Va cambiando. La operación no es clara, y no lo será hasta que no se vea completa. ¿Cuál será la pérdida de capital del accionista?», interroga el presidente sabadellense.
En las condiciones actuales, además, el atractivo financiero es reducido. Hace meses que el premium por la acción ha desaparecido, con una escalada de la acción catalana muy por encima de la valoración que hacía el BBVA. Ya en primera instancia, recuerda Oliu, la directiva del Sabadell aseguraba que el intercambio que había propuesto el BBVA «no reflejaba correctamente el valor del banco«. Los accionistas minoritarios, que acumulan un 48% del capital del banco catalán, consideran que la oferta -poco más de cinco acciones del Sabadell por una del BBVA y 29 céntimos adicionales- no se ajusta a la realidad. Según González-Bueno, es una opinión compartida por los fondos institucionales. «Al precio actual, la mayoría de grandes fondos no ven la operación», asegura el consejero delegado; defendiendo que «por fundamentales, por dividendos, el Sabadell no es caro respecto de sus competidores«. Oliu, además, niega que haya inversores en la primera línea de la compañía, como el mayoritario Blackrock o Dimensional Fund. «Ningún institucional tomará una decisión hasta que no tenga el folleto», remacha el presidente. El mercado permanece, así, a la espera de que Torres mejore su oferta, aunque los vascos han reiterado en público que no es su intención hacerlo. Además, sería posible que un aumento de la remuneración no signifique una OPA más atractiva: «si pone más dinero, pero el mercado reacciona negativamente y la cotización cae, lo que ganas por un lado, lo pierdes por el otro».

De cara al accionariado, especialmente el minorista, Oliu ha enfatizado un tercer riesgo en el ataque de BBVA: el de la exposición a los mercados emergentes. Más del 60% del beneficio vasco proviene de México, América Latina y Turquía, tres entornos especialmente amenazados por el terremoto internacional provocado por el presidente de los Estados Unidos Donald Trump. Los inversores del Sabadell «deben saber que cambian el riesgo en el Estado español por un mix de emergentes» en condiciones mucho peores. Para los vallesanos, el alcance internacional de BBVA no es necesariamente una ventaja, especialmente en lo que respecta a la influencia que conservan en la rama del crédito corporativo: «los accionistas deberían decir qué prefieren: si un banco multinacional diversificado, o uno español dedicado a las pequeñas y medianas empresas«, presenta el presidente.
La «claridad» del gobierno
A juicio de Oliu, los riesgos que presenta la potencial fusión para el sistema bancario del Estado justifican que la Moncloa intervenga. El ministerio de Economía, a la espera de la llamada fase 3 de estudio de la OPA, «tiene en sus manos velar por el equilibrio en el sistema financiero». Los principales afectados por la desaparición de la marca Sabadell, los pequeños y medianos empresarios, están «horrorizados» -como ha constatado a menudo la patronal catalana de la pyme, Pimec-. Como recuerda González-Bueno, la operación «afecta el 70% del tejido industrial y productivo«, con especial incidencia en Cataluña y la Comunidad Valenciana. Además, en la rama del crédito a empresas, «la desaparición de la competencia es irreparable, el hueco queda vacío»; en tanto que otros bancos más pequeños no tienen la capacidad de atender la demanda que queda huérfana. En este sentido, el CEO alerta que el proceso «pone en riesgo el bienestar» en todo el Estado, porque cuestiona la supervivencia de parte del sector privado.

En este sentido, Oliu considera que el ministro de Economía Carlos Cuerpo tiene sobre su mesa una intervención necesaria. Fuera de las cuestiones de competencia, que son asunto exclusivo de la CNMC, el presidente apremia a la Moncloa a hacer movimientos para garantizar la «cohesión territorial» del sistema financiero. «Deben abordar el daño que la operación podría hacer a regiones fundamentales, como Cataluña, Valencia o Murcia, donde el banco es el principal de la localidad», añade. La prudencia del ejecutivo español, además, no ayuda a la «transparencia» en el proceso; en tanto que sus remedios serán esenciales para entender la rentabilidad -o no- de la OPA. Así, el presidente vallesano reclama que el ministerio sea «claro en la fase tres sobre sus intenciones respecto de si habrá o no fusión».
Críticos con la CNMC
Para Oliu, es especialmente relevante que haya crédito disponible para las pequeñas y medianas empresas allí donde el Sabadell es más fuerte. En este sentido, valoraría que los mismos negocios «puedan manifestarse» al respecto. Cabe recordar que, cuando la CNMC hizo entrar la OPA en fase 2, hasta 79 entidades del mundo económico quisieron decir la suya sobre los efectos perniciosos de la fusión. El organismo dirigido por Cani Fernández denegó todas las peticiones, y solo mantuvo viva la del Sabadell. Durante la presentación de resultados del banco, González-Bueno se mostró comprensivo, aceptando que responder a una ochentena de reclamaciones sería imposible para el regulador. Sin embargo, se ha mostrado muy crítico con la exclusión de las patronales territoriales del test de mercado de las últimas semanas. «Que no se hayan dirigido a ellos para preguntar sobre potenciales remedies, si es cierto, no nos parece la conducta más eficaz para defender la competencia en el Estado», lamenta el CEO. Foment del Treball ya ha podido acceder a la Audiencia Nacional con su recurso, como también lo ha hecho la UGT. Pimec, por su parte, lo ha presentado, y permanece a la espera de que sea admitido. Desde el banco, sin embargo, dudan del recorrido de las protestas del mundo empresarial.



