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Los productores asumen la derrota por la peste: «Se perderán entre 40 y 50 euros por cerdo»

La crisis de la Peste Porcina Africana ha tardado pocos días en sacudir completamente el sector cárnico catalán; y, con él, el conjunto del agroalimentario del país. Como aseguraba la coordinadora nacional de Unió de Pagesos, Raquel Serrat, en un encuentro con periodistas, «si cae el cerdo, no queda nadie» en el campo catalán; porque la extrema concentración industrial que ha gravitado hacia los exportadores porcinos ha terminado integrando buena parte del campesinado en la misma cadena de valor. Vista la amenaza, Mercolleida, que marca el ritmo de las lonjas de carne del Principado, se ha visto forzada a rebajar los precios en dos ocasiones en menos de una semana, desesperada por mantener la viabilidad económica de las granjas, mataderos y fábricas de la región. Dos recortes de 10 céntimos en el precio de la carne que han dejado temblando los balances de todos los que hacen negocio con la carne de cerdo en Cataluña.

«El movimiento del lunes fue extraordinario», lamenta David Coll, presidente de Pimec Agroalimentària, la sectorial del primario de la patronal catalana de pequeñas y medianas empresas. Añade, sin embargo, que «la segunda rebaja, sin embargo, entra dentro de la normalidad: son 20 céntimos menos para intentar tener argumentos comerciales de cara al exterior». Las dos rebajas, según los empresarios consultados, eran más que necesarias para mantener cuotas de mercado donde aún podrán vender –especialmente, dentro de la Unión Europea-. Ahora bien, ante una situación de crisis extrema, el sector cárnico barcelonés -quizás el de toda Cataluña- tendrá que apretar los dientes y renunciar a cualquier cosa que parezca un beneficio. «El productor de cerdos hoy está perdiendo entre 40 y 50 euros por cada cerdo que envía al matadero», anuncia Coll.

El secretario general de la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (FECIC), Ignasi Pons, insiste en que el oxígeno del sector está, por ahora, en manos del Ministerio de Agricultura, que dirige Luis Planas. «Habrá que ver qué pasa con la apertura de mercados. Dependiendo de eso, el precio caerá más o se estabilizará», detalla Pons. El departamento, como recuerdan las principales organizaciones campesinas, ha tomado las riendas de todos los contactos internacionales para intentar mantener los vínculos comerciales con los principales compradores. Las conversaciones, según fuentes sectoriales, se están alargando; y aún son pocos los terceros países que ya han anunciado su postura.

La peor noticia es la que deja Japón, que ha abandonado completamente el mercado español, donde hacía negocio por valor de unos 676 millones de euros, unos 340 millones de los cuales provinieron en 2024 de empresas catalanas. Fuentes de las entidades afectadas, sin embargo, apuntan -aún con cierta esperanza- que el gobierno de Tokio se mantiene «abierto a negociar» según avance la enfermedad. China sí ha aceptado el acuerdo de regionalización y, por ahora, limita el rechazo a Barcelona; aunque las mismas voces esperan que se pueda continuar negociando y reducir aún más el radio de vigilancia, hasta dejarlo exclusivamente en el perímetro de 20 kilómetros alrededor de Collserola. Otro de los mercados en los que las autoridades catalanas deben enfocarse es Corea del Sur, que rozó los 140 millones de euros adquiridos el pasado curso.

Entrada del matadero que el Grupo Jorge tiene en Santa Eugènia de Berga / ACN

«Recuperar» los clientes

Según Coll, el cierre de puertas para Japón puede suponer una amenaza especialmente grave para el modelo que persigue el agroalimentario catalán. Los compradores japoneses, recuerda el dirigente de Pimec, «compran embutidos, curados, cortes muy concretos y muy buenos. Producto de alto valor añadido»; exactamente como el que busca promocionar Cataluña, especialmente ante la creciente competencia de productores que lo superan en volumen, como Brasil.

Según datos de Idescat, los importadores japoneses compraron en Cataluña unas 84 millones de toneladas de cerdo refrigerado o congelado -el producto que más se mueve en los mercados con diferencia-, que generaron los mencionados 340 millones de gasto; mientras que los chinos tuvieron que aterrizar más de 107 millones de toneladas para gastar únicamente 246 millones. En productos más especializados, como los embutidos, es el único país fuera de la UE que supera el millón de euros anuales en los últimos ejercicios. A pesar del cierre, sin embargo, Coll sostiene que hay vías evidentes para recomponer la relación una vez pase la crisis. «Hay oportunidades para que alguien se quede el mercado, claro; pero cuando haces productos concretos y los compradores los quieren, la relación no se perderá», arenga el empresario. «Nos tienen muy bien considerados». Otro mercado relevante, también en Asia, que permanece en disputa es Corea del Sur; que podría haber cerrado el año rozando los 150 millones de euros en compras de carne de cerdo congelada o refrigerada. Según datos de Interporc, los compradores surcoreanos son menos amantes de los productos elaborados, pero sí compran un importante volumen de despojos y vísceras, con unos 22 millones de euros el pasado curso en el conjunto del Estado.

Un jabalí / ACN
Un jabalí / ACN

El estado de las empresas

Sea cual sea la decisión de los gobiernos extranjeros, los empresarios cárnicos ven difícil evitar la caída. Para paliar las pérdidas que sufrirá, como mínimo, la región de Barcelona, el mundo patronal asegura que habrá que enfocar el cerdo que salga al mercado interior y comunitario -y, si las negociaciones funcionan, el del Reino Unido, que podría aceptar las mismas condiciones que aplican a la UE-. Aun así, Coll asegura que de ninguna manera «se tapará el agujero». «No hay suficiente capacidad de compra: de cada dos cerdos que se venden en Cataluña, uno se va fuera de la UE», lamenta el representante de Pimec. La bajada de precios, en este sentido, es un mensaje hacia los compradores comunitarios, para los cuales no hay ninguna restricción. Aun así, el sector no se garantiza una victoria en este frente: para las patronales consultadas, los otros productores de porcino de los 27 no se quedarán quietos una vez Cataluña consolide los precios a la baja. «Europa puede comprar algo más, pero tendremos que competir con Dinamarca, los Países Bajos y Alemania; que, probablemente, también rebajarán los precios la semana próxima», alerta Coll.

En este contexto, incluso si las conversaciones a escala ministerial son favorables, «llega un momento delicado para las economías empresariales» del mundo cárnico. Pons se muestra parcialmente optimista respecto a la capacidad de los negocios del Principado para navegar las aguas turbulentas del 2026: «las empresas son muy resilientes, están muy acostumbradas a superar problemas». «Aguantarán», apostilla el director general de FECIC; aunque insiste en que es imprescindible «conseguir la reapertura de mercados» cuanto antes. Coll afina más, y opina que la capacidad para aguantar la crisis varía por zonas. Los principales productores -las granjas de mayor capacidad del Principado- vienen de años de «bonanza»; y la mayoría están «bien financiados, con caja». Las separa, especialmente, de los mataderos, que acumulan un «nivel de endeudamiento considerable», por las inversiones que han asumido recientemente para renovar instalaciones y procesos. «Esto no se lo esperaban», suspira.

Con todo, las próximas semanas serán esenciales. El gobierno español ya ha asegurado, este mismo domingo, que no se han encontrado más positivos entre los jabalíes del perímetro de seguridad. Desde la Comisión Europea esperan que aparezcan durante los próximos días, aunque le restan importancia siempre que se mantengan dentro del círculo de 20 kilómetros alrededor de Collserola. En caso de que se cumplan los buenos pronósticos, las patronales calculan que se podría recuperar un 75% de los flujos comerciales en cuestión de dos semanas; y aproximadamente un 85% del total «en un mes o mes y medio» de estabilidad sanitaria. El 15% restante, correspondiente a aquellos países que impongan cierres totales, será el espacio que el sector deberá suplir con ventas internas. «Nos daremos de bofetadas con el resto de exportadores», lamenta Coll.

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