Viure bé
Puntos rubí: por qué aparecen en la piel a partir de los 30 años, según expertos

Los expertos explican qué son y por qué surgen en esta etapa de la vida.

A simple vista se pueden confundir con lunares, pero los puntos rubí tienen otra naturaleza: son dilataciones vasculares superficiales que aparecen por una combinación de edad, genética y factores ambientales. Su color rojo intenso, su forma redondeada y su aparición progresiva a menudo inquieta a quienes los descubren. Sin embargo, los dermatólogos coinciden en un punto: son inofensivos. La clave está en entender por qué aparecen a partir de cierta edad y qué papel juegan el sol, las hormonas y la herencia.

¿Qué son realmente los puntos rubí?

Médicamente, se conocen como angiomas seniles, angiomas capilares adquiridos o puntos de Campbell-de Morgan. A diferencia de los lunares oscuros, estos puntos no están formados por melanina, sino por pequeños vasos sanguíneos que se dilatan en la capa superficial de la piel. Por eso su color es tan rojizo y no suele variar mucho con el tiempo.

Suelen ser redondos, brillantes y lisos, y su tamaño puede ir desde una cabeza de alfiler hasta varios milímetros. Aparecen especialmente en el ** tórax, espalda, brazos o cuello**, y pueden aumentar en número con los años. Aunque pueden parecer alarmantes, la mayoría de los casos no representan ningún riesgo para la salud.

La edad como detonante: ¿por qué a partir de los 30 años?

Los dermatólogos indican que el envejecimiento natural de la piel es el principal desencadenante de estos puntos. A partir de los 30 años, el cuerpo comienza a reducir la producción de colágeno y elastina, lo que afecta directamente la firmeza y elasticidad de la piel. Esta pérdida de soporte hace que los capilares sean más frágiles y se dilaten con más facilidad.

Además, los mecanismos de reparación celular ya no funcionan con la misma eficacia. Pequeñas lesiones o desequilibrios que antes pasaban desapercibidos, ahora pueden dejar marcas visibles. Es en este contexto que los angiomas capilares encuentran un terreno fértil para aparecer.

Genética, hormonas y sol: el trío invisible que los causa

La predisposición genética juega un papel fundamental. Hay personas que, simplemente, tienen una mayor tendencia a desarrollarlos, y pueden empezar a notar los primeros puntos rubí incluso antes de los 30 años. Si los padres o abuelos los han tenido, es muy probable que también se manifiesten en los descendientes.

Otro factor determinante es el cambio hormonal. Durante etapas como el embarazo o la menopausia, el flujo sanguíneo cambia, y con él, la presión sobre los vasos capilares. Esto puede acelerar la aparición o el crecimiento de estos angiomas.

Finalmente, la exposición acumulada al sol es clave. Aunque la radiación solar no es la causa directa, sí que acelera el envejecimiento cutáneo. La piel fotoenvejecida pierde más rápidamente su capacidad de regeneración y se vuelve más vulnerable a alteraciones vasculares. Las personas que han pasado años bajo el sol sin protección pueden notar una mayor cantidad de estos puntos con el paso del tiempo.

¿Son peligrosos o hay que vigilarlos?

En general, los puntos rubí no representan ningún peligro. No son cancerígenos ni evolucionan hacia enfermedades más graves. Tampoco suelen causar molestias: no duelen, no pican, y raramente sangran, salvo que se froten o se lesionen accidentalmente.

No obstante, los dermatólogos recomiendan estar atentos a ciertos cambios. Si alguno crece rápidamente, cambia de forma, color o textura, o comienza a sangrar sin motivo aparente, lo mejor es consultar a un especialista. Aunque es poco frecuente, podría tratarse de otro tipo de lesión vascular o cutánea que requiere un diagnóstico diferencial.

¿Se pueden prevenir o eliminar?

Prevenir completamente su aparición no es posible, especialmente si hay una fuerte carga genética. Sin embargo, algunos hábitos pueden ayudar a retrasar o reducir su formación:

  • Usar protector solar diariamente, incluso en días nublados.
  • Mantener una dieta rica en antioxidantes y vitamina C.
  • Evitar el tabaco y el alcohol en exceso.
  • Hidratar la piel con frecuencia y evitar el estrés oxidativo.

En cuanto a su eliminación, existen diversas opciones dermatológicas efectivas:

  • Láser vascular, que actúa directamente sobre los vasos sanguíneos afectados.
  • Crioterapia, que congela el angioma para que el cuerpo lo absorba.
  • Electrocoagulación, que cauteriza el punto con calor controlado.

Estos procedimientos suelen ser rápidos, seguros y con buenos resultados estéticos. La elección del tratamiento depende del número de angiomas, su localización y la sensibilidad de la piel del paciente.

¿Por qué nos preocupan tanto? Una cuestión de imagen

A pesar de su benignidad, los puntos rubí generan una gran inquietud estética, especialmente cuando aparecen en zonas visibles como el escote, el cuello o los brazos. En una cultura obsesionada con la perfección de la piel, muchas personas sienten que estos puntos son “defectos” que deben corregirse.

Clàudia, de 38 años, decidió eliminarlos después de notar que habían aumentado notablemente en el escote: “No me hacían daño, pero cada vez que me ponía una blusa abierta sentía que llamaban la atención. Fue más por estética que por salud”. Su dermatóloga le aplicó láser en una sesión de 15 minutos y, según explica, no ha vuelto a preocuparse por ellos.

La especialista que la atendió reconoce que muchas consultas están motivadas por el aspecto, no por motivos médicos. “La piel envejece como todo el cuerpo. Lo importante es diferenciar entre lo natural y lo que requiere atención”, afirma.

Manchas del tiempo: normalizar lo que la piel nos quiere decir

Los puntos rubí, más que defectos, son señales naturales del paso del tiempo. Reconocerlos como parte del envejecimiento cutáneo es también una forma de reconciliarnos con nuestro cuerpo.
¿Has descubierto alguno? Consulta, infórmate y decide desde el conocimiento.

Nou comentari

Comparteix

Icona de pantalla completa