“Tener agujetas no significa que el entrenamiento haya sido efectivo. Las agujetas indican microlesiones, no eficacia”, advierte la nutricionista y divulgadora Boticaria García. Su mensaje desmonta una de las creencias más extendidas en el mundo del deporte: la idea de que el dolor muscular posterior a la actividad física es una prueba de éxito.
Durante años se ha repetido que “sin agujetas no hay progreso”, y muchos deportistas se han obsesionado con buscarlas como señal de haber trabajado duro. Sin embargo, la ciencia y la experiencia clínica dicen otra cosa: el dolor no mide resultados, y mucho menos eficacia.
¿Qué son realmente las agujetas?
Las llamadas agujetas son el nombre popular de lo que la medicina describe como dolor muscular de aparición tardía (DMAT). Se trata de una molestia que suele aparecer entre 12 y 24 horas después de realizar un esfuerzo físico al que el cuerpo no está acostumbrado.
La explicación más aceptada es que surgen por microlesiones en las fibras musculares, provocadas cuando se lleva el músculo más allá de su nivel habitual de trabajo. Estas microrroturas no implican que el entrenamiento haya sido “mejor”, sino simplemente que el cuerpo está reaccionando a una exigencia diferente o superior a la normal.
Boticaria García insiste en que el dolor no es un certificado de progreso, sino un reflejo de que el músculo se está reparando de pequeñas lesiones internas.
El mito del dolor como progreso
La cultura del “no pain, no gain” ha calado profundamente en gimnasios, clases colectivas y entrenamientos amateurs. Se ha instalado la idea de que cuanto más duele después, más eficaz ha sido la sesión.
El problema es que esta creencia genera frustración en quienes entrenan de manera constante y no siempre sienten molestias. Muchos piensan que, si no aparecen agujetas, “no han trabajado lo suficiente”.
Según la nutricionista, esta interpretación es errónea: “las agujetas no son sinónimo de eficacia, ni de que se haya avanzado en la condición física”. El progreso real se mide con otros indicadores, más estables y menos engañosos.
Factores que sí indican eficacia en el entrenamiento
La ausencia de agujetas no significa que el entrenamiento no tenga valor. Al contrario, muchas veces es una señal de adaptación positiva del cuerpo. Los factores que realmente marcan la eficacia de un programa de ejercicio son:
- Constancia: entrenar con regularidad, sin grandes pausas.
- Progresión: aumentar poco a poco la intensidad, las cargas o la duración.
- Recuperación adecuada: dejar tiempo para que el músculo se repare y crezca.
- Nutrición equilibrada: aportar proteínas, hidratos y micronutrientes que faciliten la regeneración.
- Calidad del sueño: el descanso nocturno es clave en el rendimiento deportivo.
Un entrenamiento efectivo no busca generar dolor, sino mejorar el rendimiento, la fuerza, la resistencia y la salud general sin comprometer la integridad física.
Cómo entrenar sin obsesionarse con las agujetas
Boticaria García recuerda que no se trata de evitar el esfuerzo, sino de aprender a entrenar de manera inteligente. Sentir agujetas de vez en cuando es normal, sobre todo al probar un ejercicio nuevo o aumentar la carga. Pero convertirlas en objetivo permanente es un error.
Algunos consejos prácticos para evitar esta obsesión son:
- Escuchar al cuerpo y detenerse si el dolor es incapacitante o limita el movimiento.
- Respetar los descansos entre sesiones exigentes para no sobrecargar el músculo.
- Incorporar calentamientos y estiramientos suaves que preparen el cuerpo antes y después del ejercicio.
- Variar los entrenamientos para estimular el músculo de diferentes maneras sin llegar al límite cada vez.
- Hidratarse correctamente, ya que la recuperación depende también del equilibrio de líquidos y electrolitos.
El objetivo no debería ser sentir dolor, sino progresar de manera sostenible y disfrutar del proceso.
La voz de Boticaria García
La farmacéutica y nutricionista, conocida por su labor divulgadora, explica con claridad que muchas personas confunden dolor con eficacia. En sus intervenciones remarca que “las agujetas son una consecuencia, no un objetivo”.
Además, insiste en que entrenar sin obsesionarse con los mitos mejora la relación con el deporte y ayuda a mantener la motivación a largo plazo. Según ella, lo que realmente importa es la regularidad y la adaptación progresiva, no las molestias pasajeras después de una sesión.
Su mensaje conecta tanto con deportistas novatos como con quienes llevan años de práctica: lo importante no es sufrir, sino aprender a entrenar de manera consciente.
Entrenar con conciencia, no con dolor
El mito de las agujetas como medida de eficacia está cada vez más cuestionado, y voces como la de Boticaria García ayudan a derribarlo con argumentos científicos y sencillos.
El verdadero reto para quien entrena no es acumular dolores, sino lograr que el ejercicio forme parte de una vida saludable y sostenible.
“Las agujetas no son sinónimo de éxito. El éxito es entrenar de manera constante, disfrutar del proceso y cuidar del cuerpo”, concluye la especialista.
¿Y tú, qué piensas? ¿Sientes que tu entrenamiento ha sido eficaz solo si aparecen agujetas, o prefieres medir tu progreso con otros indicadores? Comparte tu experiencia y reflexiona: quizá tu mejor éxito sea aprender a entrenar sin dolor innecesario.