Aunque el yoga o el pilates aportan control corporal, movilidad y conciencia física, no estimulan todos los patrones de fuerza esenciales.
La sobrecarga progresiva, los ejercicios de tracción o el estímulo muscular profundo solo se logran con entrenamiento específico de fuerza.
Por qué el cuerpo necesita fuerza, aunque hagas yoga o pilates
Para Marcos Vázquez, divulgador y autor de Fitness Revolucionario, la fuerza no es una cuestión estética, sino una herramienta para vivir mejor. “Tener músculos no es solo verse bien, es sostener correctamente tu estructura y permitirte desarrollar con facilidad tus actividades diarias”, ha afirmado en numerosas entrevistas y artículos.
Desde su punto de vista, el cuerpo humano está diseñado para moverse, sostenerse y adaptarse a esfuerzos diversos. La fuerza, por tanto, no es solo un complemento del bienestar físico, sino su columna vertebral.
El entrenamiento de fuerza ha demostrado beneficios que van más allá del gimnasio: mejora la densidad ósea, previene enfermedades metabólicas, regula el peso corporal y mantiene la autonomía con el paso del tiempo. No se trata de mover grandes pesos, sino de permitir que el cuerpo exprese todo su potencial de forma segura.
Lo que el yoga y el pilates no cubren del todo
El yoga y el pilates se han popularizado como prácticas centradas en la movilidad, la respiración y la conciencia postural. Y aunque aportan beneficios innegables, hay aspectos clave que no estimulan del todo: la tracción muscular, la carga externa y la progresión de esfuerzo.
En muchas sesiones de yoga, por ejemplo, se repiten patrones de empuje (como planchas o chaturangas), pero casi nunca se realizan movimientos de tracción, como dominadas o remos. Lo mismo ocurre con el pilates, donde el enfoque se centra en la activación del “core” y la estabilidad, pero no necesariamente en el desarrollo de fuerza funcional.
Esto puede generar descompensaciones y dejar zonas importantes del cuerpo sin trabajar. Como advierte Vázquez, “si solo haces lo que ya haces bien, nunca te desarrollarás del todo”. En otras palabras: sin fuerza, hay límites que ni el yoga más exigente puede superar.

Cómo añadir fuerza sin abandonar tu práctica actual
Una de las ventajas del enfoque de Marcos Vázquez es su practicidad. No propone abandonar el yoga o el pilates, sino enriquecerlos con estímulos complementarios de fuerza. Y no es necesario un gimnasio lleno de máquinas.
“Con unos 150 euros puedes montarte un gimnasio bien apañado en casa”, ha dicho en entrevistas. Una barra de dominadas, una kettlebell o incluso tu propio peso corporal pueden ser suficientes para estimular músculos olvidados y prevenir lesiones.
El secreto está en la progresión y la constancia. Bastan 20 o 30 minutos, tres veces por semana, para comenzar a notar cambios. Lo más importante es trabajar con seriedad patrones de movimiento que no aparecen en tu práctica habitual: tracciones, cargas, estabilidad con peso.
Así, el cuerpo se vuelve más completo, más eficiente y más preparado para moverse con libertad.
Beneficios visibles y a largo plazo
Incorporar fuerza a una rutina de yoga o pilates no solo mejora el rendimiento en clase. Los beneficios se traducen en la vida cotidiana: mejor postura, mayor control corporal, reducción del dolor articular y más energía general.
Con el tiempo, la fuerza también se convierte en una aliada para un envejecimiento activo. Aumentar o conservar la masa muscular protege los huesos, estabiliza las articulaciones y ayuda a mantener la independencia funcional durante más años.
“No se trata de ser fuerte por fuera”, dice Vázquez, “sino de ser fuerte por dentro, de sostener tu salud con músculo funcional que trabaje para ti”.
Además, muchas lesiones o molestias crónicas pueden evitarse con una musculatura equilibrada. El cuerpo no está diseñado para repetir siempre los mismos movimientos: necesita variedad, resistencia y capacidad de adaptación.
Fuerza para sostenerlo todo
¿Estás apostándolo todo a una sola práctica? La salud se construye en equilibrio.
Marcos Vázquez lo tiene claro: añadir fuerza no es una moda, es una necesidad fisiológica. Y lejos de ser una amenaza para el yoga o el pilates, puede convertirse en su mejor aliado.
Compartir esta visión puede transformar no solo tu cuerpo, sino la manera en que lo habitas.
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