Veu del Consumidor
Reservaron para 30, comieron todo… y se fueron sin pagar: el insólito caso que indigna a Masia Can Sous, restaurante con 50 años de historia

Treinta personas comieron en la Masia Can Sous y se fueron sin pagar una cuenta de más de 1.000 euros.
El caso, ocurrido el 21 de febrero de 2022 en L’Ametlla del Vallès, aún genera indignación.

El restaurante Masia Can Sous, un establecimiento con más de 50 años de historia en el corazón de Cataluña, había preparado todo para una celebración aparentemente tradicional. Un grupo numeroso, supuestamente familiar, se reunió para un almuerzo abundante, con platos y bebidas de calidad. Pero nadie se imaginaba que, después de dos horas de banquete, los comensales desaparecerían uno a uno… sin dejar rastro ni pagar.

El banquete perfecto… hasta que llegó el vacío

Todo transcurría con normalidad en el local, una antigua masía convertida en restaurante y especializada en cocina catalana tradicional. Según explicaron los trabajadores, el grupo de 30 personas hizo la reserva con antelación y optó por un menú cerrado, con carnes a la brasa, embutidos, marisco, vino y postres.

Durante la comida, se mostraban alegres, brindando continuamente. Incluso pidieron varios extras fuera del menú pactado, lo cual no levantó sospechas. “No era extraño; a veces los grupos familiares se animan. Lo vimos como algo normal”, explicaba un camarero.

Fue al final del servicio cuando comenzó la maniobra: algunos se levantaron con la excusa de ir a fumar o al baño. Lo hicieron de manera tan escalonada y disimulada que el personal casi no se dio cuenta. Cuando el último camarero miró a su alrededor, las mesas estaban vacías.

Cámaras, camareros y desconcierto: así pasó todo

La confusión fue inmediata. Los camareros se miraron entre ellos sin entender qué había pasado. Salieron a la terraza, al aparcamiento, buscaron en los baños. Nadie. Solo tres personas se habían quedado atrapadas en los servicios en medio de la maniobra. El resto se había marchado sin dejar rastro.

La cuenta ascendía a más de 1.100 euros. El personal no se lo podía creer. El restaurante disponía de cámaras de seguridad que grabaron cómo los comensales se levantaban uno a uno. La escena, grabada como si fuera una película, fue clave para la denuncia posterior.

Uno de los implicados finalmente hizo un Bizum para saldar la deuda después de que el restaurante se lo reclamara por teléfono. Pero el daño ya estaba hecho: la historia se viralizó y el “simpa” pasó a la historia reciente como uno de los más sonados de Cataluña.

El “simpa” más sonado de Cataluña: 30 comensales, un almuerzo y ningún pago

Una práctica en aumento: el “simpa” colectivo

El caso de la Masia Can Sous no es un hecho aislado. En los últimos años, se han denunciado múltiples casos similares en diferentes puntos del país. En Galicia, por ejemplo, más de 200 invitados abandonaron un banquete de bautizo sin pagar una factura de más de 5.000 euros. En otros lugares, grupos más pequeños han hecho lo mismo, dejando cuentas impagadas de entre 300 y 500 euros.

Este tipo de actos, aunque a algunos les pueda parecer anecdóticos o incluso graciosos, representan una estafa y una agresión económica contra los pequeños negocios. Muchos restaurantes trabajan con márgenes muy ajustados, y una pérdida de este tipo puede afectar gravemente su viabilidad.

El valor de la confianza y la reputación

Para los propietarios de la Masia Can Sous, el golpe no fue solo económico, sino también moral. “Hace más de medio siglo que trabajamos con esfuerzo, cuidando cada cliente. Nunca nos habríamos imaginado que nos harían algo así”, dijeron a medios locales. El restaurante es un referente en la zona y ha sobrevivido a crisis, pandemias y cambios generacionales.

Los clientes habituales se volcaron para apoyar al negocio. Muchos compartieron mensajes de solidaridad en las redes y acudieron en los días siguientes para apoyar al local. “No es justo que a esta buena gente le pase algo así”, escribía una clienta en una reseña.

¿Qué dice la ley y qué puede hacer un restaurante?

Legalmente, este tipo de hechos puede ser considerado una estafa, siempre que se pueda demostrar que había intención de no pagar desde el principio. En el caso de la Masia Can Sous, las cámaras y los testimonios sirvieron como prueba clave para exigir el pago. No obstante, en muchos otros casos, las denuncias se archivan por falta de pruebas o por la dificultad de identificar a los responsables.

Las autoridades recomiendan a los locales que sean prudentes con las reservas grandes, especialmente si no son clientes habituales. Algunos establecimientos han comenzado a pedir pagos por adelantado o fianzas en celebraciones numerosas.

¿Una broma pesada o un delito organizado?

Más allá del dinero, lo que más duele es la pérdida de confianza. “Nos sentimos vulnerables”, reconocieron desde el restaurante. “Lo hacemos todo con cariño y profesionalidad, y aun así nos engañaron”.

El caso de la Masia Can Sous abrió un debate más amplio: ¿hasta qué punto estos “simpas” colectivos están planificados? ¿Son bromas pesadas o delitos organizados? En cualquier caso, el sector de la restauración, uno de los más castigados por la pandemia, no puede permitirse más pérdidas.

Si alguna vez has vivido una situación similar o crees que estas prácticas deberían tener consecuencias más claras, comparte tu opinión. La hostelería nos necesita a todos para continuar adelante.

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