La tecnología permite ofrecer descuentos automáticos, reducir desperdicios y aumentar la eficiencia. Pero no todo es tan sencillo como “rebaja del 50%”.
La idea de rebajar productos a punto de caducar no es nueva. Sin embargo, con la IA se abre un escenario dinámico y optimizado: algoritmos que calculan el mejor momento y porcentaje para vender. Así, cadenas como Hoogvliet (Países Bajos) ya prueban sistemas que integran etiquetas electrónicas, sensores y una lógica de precios variable. En España, la normativa también empuja a los establecimientos a actuar antes del vencimiento. ¿Estamos a punto de acabar con el desperdicio alimentario?
¿Qué hace la IA en los supermercados?
La inteligencia artificial en los supermercados funciona como un sistema de decisión automatizado que analiza variables como la fecha de caducidad, el volumen de ventas, el tipo de producto, el comportamiento de los clientes y condiciones estacionales o meteorológicas. Con esta información, el sistema propone o aplica directamente descuentos para maximizar la venta antes de que el producto caduque.
En lugar de esperar que un trabajador decida cuándo poner la típica etiqueta amarilla, el sistema actúa en tiempo real. Si un yogur tiene cinco días de vida útil, el algoritmo puede aplicar un pequeño descuento. Si solo quedan dos, puede aumentarlo hasta el 40%. Y si no se vende, activará un descuento agresivo del 50% o más para evitar tirarlo.
Este proceso no solo reduce pérdidas económicas: también mejora la eficiencia logística y reduce el impacto ambiental del desperdicio.
Del descuento manual al algoritmo inteligente
Durante años, los supermercados han aplicado descuentos manuales a productos próximos a caducar. Pero este proceso dependía de la disponibilidad del personal, de criterios subjetivos o de rutinas poco eficientes. Muchos productos caducaban sin llegar a rebajarse o se descontaban demasiado tarde.
La IA cambia este enfoque: automatiza la lógica del descuento, lo aplica de manera progresiva y precisa, y puede integrarse con cartelería digital o etiquetas electrónicas que actualizan el precio al instante. Además, estos sistemas pueden aprender: si detectan que un cierto tipo de pan se vende mejor con un 30% que con un 20%, ajustarán los cálculos futuros.
En definitiva, se pasa de una lógica reactiva a una proactiva. El supermercado no espera hasta el final: actúa con antelación para salvar ventas y reducir residuos.

Casos reales que ya se aplican
Uno de los sistemas más conocidos es el de la empresa tecnológica Wasteless, que colabora con supermercados europeos para implantar soluciones de precios dinámicos. Sus algoritmos tienen en cuenta la vida útil del producto y ajustan el precio en consecuencia. El objetivo: vender antes de tirar.
En los Países Bajos, la cadena Hoogvliet ha implementado esta tecnología con etiquetas digitales que muestran al cliente el precio actualizado y la fecha exacta de caducidad. El cambio ha sido positivo: los productos próximos a caducar se venden más rápido, y el desperdicio se ha reducido de manera significativa.
En Estados Unidos, algunas cadenas también han iniciado pruebas, especialmente con productos frescos o refrigerados. En España, la normativa ya obliga a indicar claramente si un producto está rebajado por proximidad a la fecha de consumo preferente. Aunque la IA todavía no es habitual en todos los lineales, el camino ya está trazado.
¿Es viable aplicar siempre un 50% de descuento?
Aunque el titular “descuentos del 50% con IA” llama la atención, la realidad es más compleja. No todos los productos permiten una reducción tan drástica sin afectar el margen de beneficio o la percepción del cliente.
Algunos retos clave:
- Margen comercial: algunos productos tienen costos elevados y márgenes reducidos, lo que limita la rebaja posible.
- Percepción del consumidor: un gran descuento puede generar desconfianza si el cliente cree que el producto ya no es seguro.
- Normativa: la ley exige informar con claridad cuando un descuento es por motivos de caducidad, y prohíbe vender productos caducados.
- Costo tecnológico: implantar IA, etiquetas electrónicas e integración con inventario tiene un costo que no todos los establecimientos pueden asumir.
Por eso, los sistemas inteligentes no aplican un descuento único, sino que ajustan dinámicamente el porcentaje óptimo según el producto, la demanda y el tiempo restante. A veces, bastará con un 10%. Otras veces, se justificará un 60%.
¿Estamos ante el futuro del consumo responsable?
Con unos consumidores cada vez más sensibles a la sostenibilidad y el ahorro, estos modelos podrían consolidarse como una nueva norma en el comercio alimentario. La idea de aprovechar mejor los recursos, reducir el desperdicio y tomar decisiones más racionales gana fuerza.
Además, el contexto económico —inflación, encarecimiento de la cesta de la compra— refuerza el interés por conseguir productos más baratos, aunque estén a punto de caducar. Si el sistema garantiza la seguridad alimentaria y el cliente se siente bien informado, la confianza puede crecer.
Por otra parte, las cadenas de supermercados tienen la oportunidad de mejorar su imagen, reducir pérdidas y ganar eficiencia. Un buen algoritmo puede convertirse en menos desechos, más ahorro y decisiones más justas para todos.
Una etiqueta que piensa por sí sola
Los algoritmos de IA no solo deciden qué vemos en las redes o qué ruta tomar. También están aprendiendo cómo alimentarnos con menos desperdicio y más eficiencia.
¿Comprarías productos a punto de caducar si supieras que el precio ha sido calculado “inteligentemente”? Comparte tu opinión y ayúdanos a pensar el futuro del supermercado.