CaixaBank reitera su oposición al impuesto bancario horas después del caos en el Congreso de los Diputados que lo ha dejado en el aire. El consejero delegado del banco de origen catalán, Gonzalo Gortázar, declaró durante la presentación del plan estratégico correspondiente al trienio 2025-2027 que «no está justificado, y no mejorará la economía del país». A pesar de la mala recepción, la hoja de ruta recoge su efecto, tal como asegura el directivo, previendo una arquitectura fiscal similar a la que ha estado en vigor desde 2022. En esta línea, el abono podría ascender hasta los 500 millones de euros anuales, una cifra que supone un lastre para la rentabilidad de la compañía de un 1% de media en el periodo de efecto del plan, según ha estipulado Gortázar.
Es preciso decir, no obstante, que desde la directiva se mantienen a la espera, dado que aún no se ha concretado «qué impuesto se aprobará». Después de caer en la caótica comisión de hacienda del pasado lunes, el gobierno español llegó a un acuerdo con ERC, EH Bildu y el BNG para volver a llevarlo al congreso de los diputados. El entendimiento contempla también las condiciones que había impuesto el Partido Nacionalista Vasco, que buscaba que los ingresos generados puedan concertarse con las haciendas vasca y navarra. Más allá de la expectativa, el consejero delegado ha rechazado hacer consideraciones adicionales -como potenciales efectos sobre el crédito a usuarios y empresas, que ha de ser una de las grandes palancas de crecimiento de CaixaBank hasta 2027-. A pesar de la incertidumbre, Gortázar niega que se puedan hacer actualizaciones de la hoja de ruta una vez se conozca si la tasa se aprueba y en qué términos lo hace. «No podemos ir cambiando el plan estratégico con cada cosa que pasa», postilla el directivo.

Sin crecimiento inorgánico
Las alzas previstas por CaixaBank son intensas, de un 4% anual tanto en volumen de crédito como en cifra de negocio en un trienio que promete un impulso macroeconómico. Sin embargo, cualquier aumento de la actividad, tal como ha sentenciado Gortázar, será orgánico. El CEO ha negado que haya previstas adquisiciones en ninguno de sus mercados, así como tampoco ningún tipo de «fusión transnacional» como las que proyecta el Banco Central Europeo. «No vemos valor en ninguna operación transeuropea», asegura el consejero delegado, que niega «condiciones similares» a las que aceleraron compras como la de Bankia en el Estado o la de BPI en Portugal. «Si las encontráramos, podríamos plantear una operación», comenta. Ahora, sin embargo, no las hay. Ni siquiera para aumentar la competitividad ante la posible fusión entre BBVA y el Banco Sabadell. «El plan estratégico vale sea cual sea el resultado de la OPA. No cambia nuestra política de adquisiciones», reitera el directivo.
Pocos detalles del dividendo
En línea similar al último plan estratégico, CaixaBank ha previsto un reparto de dividendo de entre el 50 y el 60% del beneficio; así como operaciones de entrega de capital sobrante para todo aquel que exceda el requisito regulador del 12,5%. La operación, sin embargo, no ha tenido resultado público; y Gortázar ha dejado a los cálculos de los analistas una cifra concreta. En primer lugar, el directivo ha querido priorizar los indicadores financieros de crecimiento. «Si ahora decimos una cifra concreta, se dirá que CaixaBank quiere repartir tal cantidad de dividendo», remata el CEO. «Y no es ese el objetivo: queremos crecer, mantener el payout y repartir capital, porque con los crecimientos que esperamos, tendremos la capacidad». Aún más dada la escalada de la rentabilidad que proyecta el banco. Una mejora del ROE que permite «cotizar por encima del valor contable»; lo que hace «más valioso un euro dentro del banco que fuera». No obstante, recuerda, la rentabilidad del sector bancario español «no es exagerada, aunque es mejor que la de los últimos años»: las entidades financieras del Estado registran una media del 13%, mientras que el conjunto de las empresas del IBEX lo hacen al 18%.