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Trump pone fin a la tregua arancelaria y amenaza a la Unión Europea

La tregua comercial de 90 días que la Casa Blanca impulsó para «negociar con los socios» internacionales llega a su fin. El próximo miércoles, 9 de julio, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, reactivará los aranceles universales implementados el pasado mes de abril. Varios mercados clave para el tejido de negocio estadounidense aceleran sus conversaciones con Washington para intentar detener la hemorragia, pero los principales actores, como China y la UE, parecen resignados al programa económico errático del mandatario neoyorquino. De hecho, Trump ha comenzado a enviar cartas a los diversos gobiernos advirtiendo de la tarifa que aplicará sobre sus importaciones a partir de la próxima semana, y Europa no ha sido capaz de cerrar un acuerdo para reducir su impacto -como sí ha podido hacer, por ejemplo, el Reino Unido; y como intenta hacer in extremis la India-.

Trump ya ha utilizado sus canales de comunicación habituales para confirmar que la guerra arancelaria vuelve a estar en plena actividad. En declaraciones ante los periodistas durante un viaje en el Air Force 1, el presidente ha anunciado que «enviará cartas indicando qué arancel pagarán» a cada uno de los 170 países afectados. El Despacho Oval deja la puerta abierta a «nuevos acuerdos», pero reconoce que «son mucho más complicados» de concretar si deben ir a favor de sus intereses. Aunque el fin de la tregua llega el 9 de julio, las tarifas no entrarán en efecto definitivo hasta el primero de agosto, y se moverán entre el 10 y el 70%, según las consideraciones de la administración estadounidense.

El comisario de Comercio, Maros Sefcovic, en rueda de prensa desde el Parlamento Europeo / ACN

Europa, de nuevo el enemigo

Más allá de los impuestos universales, la Casa Blanca aún estudia cargas sectoriales que podrían afectar a la industria comunitaria. Entre otras, según avanzaba recientemente el Financial Times, se plantea una tarifa del 17% a los productos agroalimentarios europeos, un movimiento que amenazaría la supervivencia de unos 500 millones de euros en facturación de empresas catalanas. El objetivo, según el mismo medio especializado, sería lograr que Bruselas rebaje sus regulaciones de seguridad alimentaria para facilitar el acceso a los 27 de los productos estadounidenses, mucho menos saludables y fiscalizados que los locales. El comisario de comercio, el socialdemócrata eslovaco Maros Sefcovic, habría recibido el pasado viernes las nuevas exigencias, y aún no ha hecho pública ninguna respuesta.

Ante el resurgimiento de la violencia comercial trumpista, las potencias europeas se arman para una batalla que esperan sea larga. Sin ir más lejos, Francia ha rechazado cualquier acuerdo con Washington que mantenga los aranceles universales del 10% que, por ahora, pesarían sobre las empresas comunitarias. El ministro de industria, Marc Ferracci, reclama «buscar la manera de volver a la situación anterior» con los EE.UU. «Para lograr este objetivo debemos permanecer unidos, ser firmes en la respuesta y tener en cuenta el impacto real de los aranceles en la cadena de valor», ha sentenciado Ferracci; quien alerta que un sobrecoste del 10% sería una «pesadilla» para algunas industrias de especial valor añadido, como la aeronáutica. El próximo miércoles, pues, Trump se prepara para volver al campo de batalla comercial; y la comunidad internacional ha sido incapaz de detenerlo.

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