Pocas horas antes del final de la primera tregua comercial del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, las amenazas desde la Casa Blanca continúan sucediéndose. En una comparecencia tras una reunión con su equipo de gobierno, Trump ha anunciado dos nuevas tarifas sectoriales. La primera, de un 50% a las importaciones de cobre, se añade a la que ya pesa sobre el hierro y el acero, de un 25%. La segunda es una de las armas más peligrosas entre las que el mandatario ha mantenido enfundadas desde su retorno al Despacho Oval: los aranceles a los productos farmacéuticos, que «serán muy altos, podrían llegar al 200%. Sin embargo, según ha confirmado ante los periodistas, esta tasa se aplicaría después «de un año o un año y medio» para que las empresas establezcan sus líneas de fabricación en los Estados Unidos.
Con estas amenazas, Trump busca presionar a los socios comerciales para que accedan a aceptar sus condiciones en acuerdos arancelarios favorables a los Estados Unidos. En el mismo sentido, ha alertado que no habrá nuevas prórrogas de la moratoria a las tarifas aplicada el pasado lunes, y que alarga el período de conversaciones hasta el 1 de agosto. En un post en su red social, Truth Social, el presidente ha señalado que «tal como se menciona en las misivas enviadas a varios países, LOS ARANCELES COMENZARÁN A PAGARSE EL 1 DE AGOSTO. No se concederán prórrogas». También ha usado como ejemplo varios estados que ya sufren su política económica: sin ir más lejos, anunció la entrada en vigor de aranceles de un 25% a Japón y Corea del Sur, así como a Malasia y Túnez; mientras que castiga Sudáfrica y Bosnia-Herzegovina con un 30%, Indonesia con un 32% y Serbia con un 35%, entre otros.

En la mira de la Casa Blanca no solo están los aranceles explícitos que otros países imponen a los productos estadounidenses. Según Trump, quien quiera recuperar la buena sintonía con los Estados Unidos deberá eliminar «las barreras arancelarias, no arancelarias, regulatorias y comerciales». Y lo deberá hacer para «ajustar» las tasas comunicadas, pero en ningún caso para eliminarlas. La única manera de esquivar los sobrecostos, ha insistido, es trasladar las cadenas de producción a EE.UU.
Bruselas quiere «un acuerdo rápido»
Ante las nuevas embestidas de Trump, la Unión Europea busca acelerar las conversaciones para evitar una sacudida más dura hacia sus productos. En declaraciones ante la prensa, el comisario de Economía, el conservador letón Valdis Dombrovskis, ha asegurado que el ejecutivo aspira a «llegar a una solución negociada con los EE.UU. y evitar nuevas escaladas de tensiones comerciales». «Si, como parece, los Estados Unidos han propuesto el plazo del 1 de agosto, nos da un poco más de tiempo. Pero debemos continuar concentrados», ha añadido. Con este entendimiento en el horizonte, Dombrovskis ha revelado «negociaciones intensas» para llegar a un «acuerdo de principios», que debería desarrollarse en un pacto más amplio. Por su parte, el ministro español de Economía, Carlos Cuerpo, ha reprochado a Trump la presión que está aplicando sobre el resto de mercados, alegando que «es imposible firmar un tratado comercial en 90 días».