La Moncloa entra en la guerra comercial de Trump. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha anunciado un nuevo paquete de medidas para paliar los efectos de la crisis arancelaria generada por el denostado Día de la liberación anunciado desde Washington. «Es una pésima noticia para el mundo, nadie será inmune a los impactos», lamenta el jefe del ejecutivo, sobre las nuevas barreras mercantiles que ha levantado Washington. Para limitar los agravios causados por los EE. UU., Sánchez ha anunciado un «escudo» económico para las empresas españolas por valor de 14.100 millones de euros, de los cuales 7.400 millones provienen de «nueva financiación». El objetivo de esta nueva dedicación presupuestaria es establecer un «paraguas» para el tejido productivo, especialmente en los sectores más afectados por el corte comercial provocado por Trump. Pero también, apuntan desde la Moncloa, «aprovechar la oportunidad» para redirigir la economía, con inyecciones de recursos para diversificar el sector privado, tanto en términos de mercados objetivo como de líneas productivas.
Con este nuevo paquete, Sánchez se propone «defender y ampliar las capacidades» de las empresas españolas. En un primer lugar, la hoja de ruta se asimila a la de la pandemia, con miles de millones dedicados a líneas de crédito ICO para aquellos negocios que peligran más por las fronteras comerciales de Trump. En concreto, los préstamos públicos contarán con un fondo de 6.000 millones de euros para «facilitar el acceso a financiación». En paralelo, el Consejo de Ministros prepara un «fondo de modernización productiva» para ayudar a la industria a implementar mejoras en sus cadenas de valor. O, incluso, a cambiar su enfoque, especialmente en aquellas industrias con peor estado de salud. En este sentido, plantea una dedicación de 5.000 millones de euros a «reorientar las capacidades productivas para atender otra demanda», por ejemplo, en el mundo del automóvil. Este tercer monto no saldrá de nuevos instrumentos de financiación, sino que vendrá «canalizado» de los fondos europeos de recuperación y resiliencia, los Next Generation que reactivaron la economía después de la pandemia.

También habrá una bolsa de dinero específica para buscar mercados alternativos a los Estados Unidos. La Moncloa planea dedicar hasta 2.500 millones de euros para que el tejido comercial «busque nuevos mercados» fuera del gigante norteamericano. En concreto, hasta 2.000 millones irán a parar a coberturas de crédito y avales para iniciativas de internacionalización, mientras que otros 500 millones en ayudas directas se reservan para las pequeñas y medianas empresas. Más allá de la canalización de nuevos recursos, la amenaza de los aranceles de Trump es lo suficientemente potente como para que el gobierno vuelva a activar el mecanismo Red, la palanca que une todas las medidas de flexibilización laboral que se lanzaron durante la pandemia. Así, los negocios afectados por el embate económico trumpista podrán aplicar medidas como expedientes temporales de regulación de empleo (ERTEs), entre otros, para «mantener las plantillas y ayudar a los empleados».
Medidas «urgentes» e integración europea
Los 14.100 millones movilizados por Sánchez suponen una red de ayudas que debe venir complementada por una superior, salida de Bruselas. Según ha avanzado el jefe del ejecutivo, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, no tardará en «dar más detalles» respecto a un paquete de respuesta a la guerra comercial que hace semanas que los 27 han preparado. Entre otras cuestiones, el presidente español reclama acelerar la integración de los mercados europeos -financieros, laborales, pero también de bienes y servicios-, así como ayudas directas a los estados miembro para que «tengan una mayor flexibilidad» a la hora de plantear sus estrategias nacionales. Entre otras cuestiones, pone sobre la mesa un «fondo de ayuda a los sectores afectados» que redirija hacia la industria la recaudación extraordinaria generada por los aranceles que la UE impondrá a EE.UU. Finalmente, reclama que la CE ponga de su parte en la internacionalización alternativa de la economía europea, acelerando los pasos para poner en marcha el acuerdo de libre comercio con Mercosur.