Las autoridades del Estado español se han apresurado a celebrar unos datos de paro que desde varios ministerios han elevado a «extraordinarias». La caída de 48.755 personas sin ocupación –copada en su casi totalidad por el sector servicios– supone una caída interanual del 1,67%, el retroceso relativo más destacado en dos décadas. En términos interanuales, se trata de una tendencia compartida por algunos de los principales mercados europeos, si bien mucho menos acusada cuando se observan los mercados de los vecinos más relevantes. La desocupación en Alemania, Francia o Italia, si bien se mantiene en niveles absolutos mucho más bajos que la española, se ha reducido a un ritmo mucho más pausado –cuando no, incluso, ha apuntado ligeras expansiones–.
El caso alemán es paradigmático. Estable mes a mes en el 5,7%, el paro en la república federal cerró el marzo con un aumento interanual de seis décimas. Si se compara con febrero, la tendencia es a un ligero descenso, con unos 26.000 trabajadores más; a pesar de que si el espejo es el marzo del 2022, las personas paradas crecieron en unas 16.000. Si bien el jefe de la oficina de asuntos laborales del gobierno germánico, Andrea Nahlse aseguró durante la presentación mensual de paro que «el mercado laboral alemán va a permanecer robusto en marzo», la situación económica empieza a retardar un país que asume una mayor estabilidad. La «debilidad económica está dejando su marca», lamentó el oficial del gobierno federal.
Si bien los datos del primer trimestre del 2023 todavía no están disponibles –en medio de una auténtica batalla por la reforma de las pensiones que el presidente de la República, Emmanuel Macron, está pasando entre París y Pekín–, la evolución del paro en Francia hasta el pasado diciembre supuso un balón de oxígeno para un ejecutivo bajo asedio. Cómo en el caso español, el mercado laboral francés ofrece motivos de celebración a sus autoridades: el último cuarto del curso 2022 se cerró con un paro del 7,4%, una caída de seis décimas que rompe el suelo firme de los ocho puntos.
Con estos datos, la tasa de paro francesa se sitúa en su nivel más bajo desde la crisis financiera –por debajo incluso de las optimistas previsiones de los analistas del país, que según un estudio de la agencia Reuters estimaban una desocupación del 7,8% al acabar el ejercicio–. En una línea similar a las celebraciones de ministras como Escrivá o Díaz, el titular de la cartera de finanzas parisiense, Bruno Le Bacaladilla elevó las cifras hasta diciembre de «gran victoria contra la resignación y el fatalismo».
El caso italiano muestra que la resiliencia no es característica de todos los mercados laborales europeos. Si bien la inactividad registró una ligera caída en enero –los últimos datos facilitados por el instituto estadístico del país– el paro marcó un incremento de 1,7 puntos, unas 33.000 personas sin trabajo más, en relación con el mes anterior. Así, la tasa a la península volvió a frotar el 8%, con unos 7,9 puntos que significan una aceleración de una décima mes a mes, con un destacado efecto sobre los trabajadores jóvenes, entre los que la desocupación se agravió un 0,7% hasta acercarse a los 23 puntos. Justo es decir, pero, que la base de trabajadores total también escaló en unas 35.000 personas mes a mes, con una participación total en la economía del 60,8%.

Europa y EE. UU., no hay color
A pesar de que los principales mercados de trabajo europeos muestran cierta estabilidad a pesar de la volatilidad global y el efecto de las subidas de tipos sobre la actividad económica, la competición a la otra banda del Atlántico es feroz. Las marcadas excepciones del Estado español (12,8%) y Grecia (11,4%) –los únicos países con una tasa de paro de dos cifras– elevan la desocupación europea hasta el 6%, según recientes datos publicados por el instituto estadístico alemán Destatis. En los Estados Unidos, el mercado hace meses que evoluciona positivamente: según la oficina de estadísticas laborales de la federación, en los últimos 12 meses el ecosistema norteamericano ha creado 4,1 millones de puestos de trabajo, a una media superior a los 340.000 en el mes. Solo en marzo, el paro cayó en unas 236.000 personas, hasta el 3,5% –una décima por debajo del 3,6% que, según la CNN, esperaban los economistas locales–.
Como en los casos italiano y alemán, pero, los expertos norteamericanos ven un enfriamiento en los próximos meses. Según los datos de la oficina pública, las ofertas activas de trabajo cayeron en el país hasta 9,93 millones, la primera vez en una década que se sitúan por debajo de los 10. Así, la celebración de Joe Biden –que declaró que se trataba «de una buena noticia para los americanos trabajadores»–, como las de las autoridades europeas, puede tener las patas cortas.
Cuestión de servicios
Un golpe más, en el caso español, ha sido el sector terciario el que ha liderado, con cierta diferencia, la creación de puestos de trabajo. Según los datos publicados por el ministerio de Trabajo y Economía social, más de 42.000 de los 48.000 nuevos trabajadores de marzo encontraron trabajo en el sector servicios, lejos de la industria o la construcción, que no llegaron a generar 4.000 nuevos ocupados durante marzo. Si bien la tendencia es especialmente acusada en el Estado español, el instituto estadístico alemán constata que los servicios a las personas concentran un nivel de fuerza de trabajo extremadamente significativo al conjunto de la Unión. Según Destatis, solo la hostelería concentra ya cerca de 8 millones de trabajadores en los países de la Unión.