Cataluña lleva meses moviéndose para minimizar los efectos de las políticas comerciales del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Desde su amplia victoria electoral, en noviembre de 2024, el mandatario ha sacudido las relaciones económicas en todo el planeta, con la Unión Europea, China y sus socios norteamericanos como víctimas preferidas. La amenaza se nota en las cifras exportadoras de los primeros compases de su presidencia. Según los datos del Idescat, entre enero y marzo las empresas catalanas facturaron al exterior un 3,3% más que en el mismo período del año anterior, con un resultado de más de 25.000 millones de euros. Sin embargo, EE.UU. ha sido uno de los grandes polos de atracción, muy por encima de la media. Según recuerda Cristina Serradell, la directora de internacionalización de Acción -la agencia para la competitividad de la empresa del Departamento de Empresa y Trabajo de la Generalitat-, el alza en el negocio exterior hacia el país es de un 11%, prácticamente cuadruplicando la evolución general. Los empresarios catalanes, analiza Serradell, tuvieron prisa por vender. Y, aún más, sus clientes corrieron más que nunca para comprar, antes de la entrada en vigor de las fronteras comerciales. «Claramente, responde a eso», confirma Serradell. «Las empresas empezaron a ver que habría política arancelaria, y comenzaron a anticiparse«.
Según Serradell, la aceleración comenzó ya a principios de noviembre, cuando los compradores estadounidenses se dieron cuenta de que, no tardando mucho, llegaría un giro en la política comercial que pondría patas arriba sus cadenas de valor. «Empezamos a ver un aumento de las exportaciones a finales de 2024: todo el mundo sabía quién había ganado las elecciones, y qué programa llevaba», declara. El alza se ocultó, al menos en Cataluña, detrás de una tendencia acumulada. Como recuerda Clàudia Quintana, del gabinete de estudios de la Cámara de Comercio de Barcelona, «durante el primer trimestre de 2024 ya se vio un ascenso de las exportaciones a EE.UU. del 7%». Y aún antes, desde la pandemia, el contacto de las empresas internacionalizadas del Principado con compradores norteamericanos ha sido constante. De hecho, el alza entre 2020 y 2024 ha sido del 79%, según datos de Acción. Esto hace que los movimientos norteamericanos tengan efectos cada vez más marcados sobre la economía del país. El peso de su mercado en las cuentas catalanas es, según la Cámara, del 3,6%, una ratio razonablemente baja, que permite una cierta tranquilidad a los negocios locales. Ahora bien, algunos sectores están mucho más expuestos a los movimientos de Washington: es el caso del vino, con un 12% de sus operaciones exteriores, o la maquinaria industrial, que depende en un 9,7% de la facturación internacional.
La aceleración, según explica el director de Economía y Empresa de Pimec, Carles Mas, parte más de los importadores que de las empresas catalanas. De hecho, donde más se nota el cambio de ritmo es en los puntos de entrada de mercancías de los Estados Unidos. «Hay un pico de transporte en el puerto de Los Ángeles, y el déficit comercial del país en el primer trimestre fue récord», subraya Mas. Por tanto, los intermediarios estadounidenses quisieron comprar tanto producto como fuera posible para esquivar la amenaza arancelaria trumpista. «Han hecho aprovisionamiento, y eso explica buena parte del aumento», comenta el experto patronal.
Este enfoque en el stock puede provocar un gran revuelo en los próximos meses, incluso sin aranceles. A pesar de que la tregua comercial hasta julio con Bruselas ya daba un respiro a los empresarios catalanes, al que se debe añadir la sentencia que declara inconstitucionales muchas de las tarifas, no todo está ganado. Muchos de los compradores habituales del tejido de negocio catalán se encontrarán que no necesitan más producto a partir del segundo trimestre, porque, haya o no impuestos, ya tienen los almacenes llenos. Este efecto de base se puede concentrar, según Mas, en aquellas cadenas de valor que han sido más exitosas entre enero y marzo. «Puede ser que, en cifras globales, el siguiente trimestre no salga tan mal; pero nos encontramos con la sorpresa de que caen los cinco productos que más se han vendido a principios de año», alerta el representante de Pimec; en un proceso de «equilibrio de las ventas».

Alimentos, perfumes y máquinas: los sectores más afectados
Según apunta Mas, hay cinco industrias que registran alzas inesperadas en este primer trimestre, afectadas por el pánico arancelario de sus clientes en EE.UU. Se trata, enumera el economista, de «la perfumería, la química general, la maquinaria, la farmacia y los alimentos». Comenzando por el final, el agroalimentario catalán ha escalado cerca de 20 millones de euros los primeros tres meses de 2025 si se compara con 2024, según datos facilitados por Prodeca. Las empresas fabricantes han vendido cerca de 153 millones de euros en productos en el período estudiado, un alza del 12,3%, cuatro veces superior a la ratio general. Las cifras recogidas por la agencia pública detectan alzas especialmente significativas en el segmento de la fine food, que habría crecido un 52% interanual, hasta los 67 millones de euros.
En cuanto a la perfumería, las cifras del Idescat apuntan a un trimestre excepcional, con más de 180 millones de euros facturados. En caso de continuar con este ritmo, los perfumistas catalanes recuperarían los niveles del récord histórico del año pasado, cuando el sector cerró el año con ventas en EE.UU. por valor de 660 millones de euros. Cabe recordar que 2024 cerró con un alza cercana al 80% respecto del año anterior, y que los máximos previos rondaban los 300 millones de euros. En cuanto a la farmacia, la tendencia es similar: en los primeros meses del curso, las farmacéuticas catalanas acordaron compras superiores a los 123 millones de euros, un ritmo de operaciones que los pondría muy por encima de la media, y al ritmo de un 2024 completo que, como en el caso anterior, también fue históricamente activo -con 660 millones de euros facturados, casi el triple que el anterior máximo histórico-.
No son tan histriónicas las cifras de la venta de maquinaria, en tanto que, como indica Serradell, el ritmo de las adquisiciones de bienes de equipamiento suele ser mucho más lento. Según el Idescat, los fabricantes catalanes de maquinaria industrial vendieron productos por valor de cerca de 125 millones de euros hasta marzo, una cifra que indica un año por encima de la media, pero lejos del máximo histórico de 2023, cuando los clientes transatlánticos dejaron en las cajas del Principado unos 605 millones de euros. A ojos de la experta de Acción, el mercado de la maquinaria es mucho más estable que otros afectados. «No hay tanta presión, porque hay más margen y menos alternativas», describe. Por tanto, el exportador «tiene más fuerza» porque es el comprador quien asume los costos extraordinarios, lo que puede amortiguar la tendencia alcista de la demanda. Finalmente, la química básica se situó por encima de los 91 millones de euros, un ritmo excepcional, dado que los picos de la serie histórica no superan los 206 millones y, en caso de continuar por este camino, las exportaciones de 2025 podrían superar los 360 millones de euros.

La competencia en el mundo de Trump
La posible guerra arancelaria no reconfigura solo las relaciones con los Estados Unidos. Europa, y Cataluña en particular, deben adaptarse a un paradigma nuevo, dado que todas las cadenas de valor tendrán un enorme agujero con forma de América del Norte. Los efectos perniciosos de los aranceles sobre otros mercados pueden suponer una ventaja para el Principado. Según Mas, las empresas catalanas «ofrecen una competitividad muy alta» si se comparan con el resto de la UE -es decir, precios generales más bajos-. «Por tanto, somos fiables. Antes de recortar compras de una empresa catalana, un importador preocupado por los aranceles recortará de otro lugar», reflexiona el experto de Pimec. Por ejemplo, en el sector de la maquinaria, donde los rivales son, a menudo, chinos. Con las tarifas que ya se han aplicado a China -las primeras del 25%, y la reciente escalada, que las ha dejado por encima del 30% después de haberse elevado hasta los 145 puntos-«el competidor asiático será mucho más caro», asegura Serradell. En las industrias en las que se dé esta circunstancia, «las empresas catalanas tendrán la oportunidad de colocar mejor su producto».
Ahora bien, la moneda arancelaria tiene otra cara: las compañías que vean inviable continuar vendiendo en EE.UU. deberán buscar nuevos mercados para mantener su facturación. El caso de China, de nuevo, es paradigmático: sus productos, de precios muy bajos, podrían «inundar el mercado europeo» si el contacto con los consumidores norteamericanos se vuelve imposible. Así, las empresas catalanas pueden ganar terreno a las chinas al otro lado del Atlántico, pero perderlo en su referencia inmediata: la Unión Europea. «Puedes ganar un 1% más en Estados Unidos, pero perder un 5 o un 10% en Europa», alerta Mas. Y, en un caso como este, explorar nuevos mercados se complica, en tanto que «vender en un entorno en el que no tienes experiencia es prácticamente imposible»; y más aún a corto plazo. Así pues, pocas compañías saben cómo será su vida a partir del segundo trimestre de este año. «Se percibe mucha incertidumbre a la hora de invertir, de tomar decisiones. Los aranceles perjudican todos los movimientos económicos», lamenta Quintana, que asegura, con datos de la Cámara en la mano, que la mitad de los negocios del Principado están «preocupados» por el futuro inmediato en el mundo de Trump.