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Los aranceles ponen en peligro 495 millones para los fabricantes catalanes de maquinaria

La industria catalana recibió este pasado sábado un ataque desde Washington con el anuncio de unos aranceles del 30% para el conjunto de la Unión Europea a partir del 1 de agosto. A falta de un acuerdo comercial pactado con Bruselas que pueda reducir su efecto, la medida que se aplicará el próximo mes supone un nuevo capítulo en el proteccionismo que está marcando el segundo mandato de Donald Trump al frente de la Casa Blanca, y que amenaza la delicada estabilidad con la que muchas empresas catalanas han podido mantener sus exportaciones en los últimos años. Entre ellas se encuentran todas aquellas compañías que producen maquinaria en Cataluña, el tercer producto más exportado al país norteamericano, que ven cómo los 495,8 millones de euros que generó durante el 2024 están en riesgo. La incertidumbre de lo que puede acabar sucediendo en los próximos meses ya se ha convertido en la normalidad para estas compañías que mantienen relaciones comerciales con los Estados Unidos, pero que también son conscientes de que la inexactitud en la aplicación de gravámenes no se puede mantener de manera indefinida. 

Desde las empresas exportadoras se han podido contener los resultados este inicio de año a pesar de la entrada en vigor de los primeros aranceles en el mes de abril, sobre todo por el impulso en ventas que se vio en los tres primeros meses antes de que los gravámenes de EE.UU. tuvieran efecto. De hecho, durante el primer trimestre las exportaciones catalanas aumentaron un 3,3% en comparación con el mismo período del año anterior. A partir de abril, cuando Trump impuso unos aranceles del 20% -que después redujo al 10%- a todas las exportaciones de la UE, además de aquellos sectoriales al metal, el acero y los automóviles; las ventas catalanas al extranjero vieron una caída del 4,6%. A pesar de esta caída, los datos de exportaciones de bienes de equipo -entre los cuales se encuentra la maquinaria industrial o diversos vehículos necesarios para la actividad productiva- vieron un ligero aumento del 1,4% anual, con un valor de ventas de 1.364 millones en el cuarto mes del año. Los expertos señalan que “en términos generales, la economía ha podido funcionar a un nivel relativamente estable” durante este período a pesar de las afectaciones de estos meses.

El president dels Estats Units, Donald Trump / EP
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump / Europa Press

A pesar de todo, las empresas del sector son conscientes de que estos buenos datos que se han podido mantener durante este período no se podrán seguir dando en el tiempo si continúa la incertidumbre, o si finalmente no hay acuerdo con la UE y se imponen estos aranceles del 30%. “Estamos muy al límite”, asegura el director del área de Economía y Empresa de Pimec, Carles Mas. Cabe tener en cuenta que los Estados Unidos son el primer destino de productos catalanes fuera de Europa, sin tener en cuenta todas aquellas empresas que producen componentes para otras empresas europeas internacionales que acaban exportando a EE.UU. y, por tanto, pueden sufrir los aranceles de manera indirecta. En cuanto a la maquinaria, diversas empresas han visto cómo algunos pedidos para después del verano se reducían. “Es un sector que trabaja con proyectos a largo plazo y, por tanto, no saben qué situación habrá cuando sea el momento de entregar los bienes”, explica Cristina Serradell, directora de la unidad de negocio internacional de Acció, para destacar que algunos clientes deciden ser más conservadores. 

A pesar de este escenario desfavorable, Serradell destaca que hay poco producto sustitutivo en los Estados Unidos que pueda cubrir la producción catalana de maquinaria, apuntando a la gran especificación del sector como clave de éxito. “Si hay una empresa catalana que vende en los Estados Unidos es porque esta es más competitiva, si no ya existiría una compañía norteamericana que lo hiciera”, añade Mas. 

El papel de las filiales estadounidenses

En esta línea, compañías catalanas que se encuentran bien posicionadas en el mercado estadounidense ya hace tiempo que establecieron su filial para expandir el negocio al otro lado del Atlántico, pero la mayoría son de logística o comerciales, y no de producción tal como demanda Trump para retirar los aranceles. “Ahora mismo las empresas catalanas no se plantean trasladarse a EE.UU. por la situación de inseguridad, porque no hay las mismas perspectivas de crecimiento y no es del todo cierto cómo puede responder el mercado”, explica Serradell. En esta línea, la directora de negocio internacional de Acció asegura que la inversión está parada “por el miedo y porque no hay tantos incentivos fiscales” como se podían encontrar antes para dar este salto en el proceso productivo. 

Un operario trabajando en la línea de montaje en la fábrica de Seat en Martorell / ACN

El automóvil, primera víctima

Este es el caso de otras empresas industriales como las del sector de la automoción, que también han sufrido el efecto de los aranceles sectoriales. Aunque se estima que en Cataluña solo hay unas 80 empresas del sector automovilístico que se pueden ver potencialmente afectadas de forma directa, según datos de Acció, este número es superior en cuanto a todas aquellas compañías que venden bienes intermedios a empresas europeas que, posteriormente, trasladan a EE.UU. sus productos acabados. Este es el caso de Indústries Tapla, una empresa catalana que produce soluciones flocadas para la automoción, que cuenta con una filial logística en los Estados Unidos, por lo que ya se han acostumbrado a la incertidumbre que supone la administración Trump. Montserrat Ramon, la directora ejecutiva de la compañía, explica cómo han conseguido fidelizar a los clientes estadounidenses y han creado diversos proyectos que ahora no quieren perder, pero son conscientes de que el aumento hasta el 30% de los aranceles es un crecimiento que muchos intermediarios o productores “no pueden asumir”. Por tanto, se tendrá que acabar trasladando al precio de venta del cliente final. 

Más allá de las dificultades para comerciar que se están generando a raíz de las políticas proteccionistas de Trump, Serradell apunta a la depreciación del dólar como último obstáculo para las empresas catalanas. “Actualmente, la disminución del valor del dólar está afectando más a las compañías que los aranceles, que todavía no son definitivos”, comenta. En este sentido, el continuo aumento de costos que se ve por estos dos factores puede poner en peligro grandes industrias catalanas que en los últimos años han encontrado en el mercado estadounidense una gran oportunidad de expansión a la cual Donald Trump continúa poniendo trabas.

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