La economía catalana comienza a mostrar una tendencia hacia un modelo de crecimiento más saludable. Así se desprende del último informe trimestral de coyuntura económica de la Cámara de Comercio de Barcelona. Según el documento, el producto interior bruto catalán crecerá por encima de las expectativas del resto de actores económicos, especialmente en 2026. Este año, según la corporación, el aumento será del 2,6%; mientras que el próximo curso se quedará en un 2,4%, muy por encima de las estimaciones que publicó la semana pasada el BBVA, que lo reducía hasta el 1,7%. A juicio del jefe de estudios de la Cámara, Joan Ramon Rovira, la salud económica del país se mantiene a pesar de las tensiones internacionales gracias a un «cambio en el modelo de crecimiento», que se centra en sectores económicos de mayor valor añadido. Así, según el análisis, los nuevos protagonistas de la actividad económica serán la inversión y el consumo privado, ambos con aumentos previstos por encima del PIB; en detrimento del consumo público y las exportaciones, que habían liderado la recuperación tras la pandemia.
El informe demuestra que las empresas catalanas tienen cada vez más margen para invertir en mejoras productivas. El excedente bruto de explotación del sector privado del principado se sitúa en máximos históricos, rozando los 140.000 millones de euros; mientras que la dedicación de capital a saltos en el negocio se ha mantenido estable -de hecho, permanece por debajo de los años anteriores a la crisis de 2008, por debajo de los 40.000 millones de euros-. Es decir, los empresarios catalanes dedican menos del 40% de sus márgenes netos a reinvertir en la actividad de negocio. La expectativa, sin embargo, es que esto se revierta y que, además, gane en calidad. El volumen total de inversión ya ha recuperado los niveles anteriores a la pandemia, está, además, centrada en ámbitos de alta calidad productiva, como la maquinaria o los bienes de equipo. En este sentido, «se observa un cambio de tendencia» que promete un salto de productividad en el conjunto de la economía del país. Cabe recordar que, aunque los volúmenes eran mucho mayores, la inversión entre 2003 y 2008 se centró en la construcción, un claro indicador de burbuja. Ahora, «las empresas gastan más en activos productivos», ha asegurado Rovira.
La respuesta se empieza a notar en la calidad de las empresas del país. Coincidiendo con el reciente aumento en gastos de capital en bienes de equipo y otros activos industriales, la productividad por trabajador se ha recuperado, y ya roza los 74.600 euros, cerca del techo que alcanzó en 2019. Después de años de «estancamiento», pues, la nueva inversión productiva está acelerando la productividad laboral, lo que marca la hoja de ruta que la Cámara reclama para el Principado. Además, se espera que los aumentos continúen «en la medida en que las empresas puedan aprovechar los nuevos recursos y se reduzcan los costos» financieros, asociados a un endeudamiento corporativo cada vez más reducido.

Trump enfría el comercio exterior
De esta manera, los gastos de capital ocupan el espacio que comienzan a dejar las exportaciones como motor del crecimiento catalán. El documento de la Cámara alerta de un descenso de las ventas al exterior desde enero, coincidiendo con el regreso del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, al Despacho Oval. Tanto el valor de las ventas como el volumen de productos adquiridos se ha ralentizado sustancialmente. De hecho, en términos interanuales, los datos de mayo -ya con muchos aranceles sobre la mesa- apuntan a una erosión intensa, del 7,4%, en toneladas exportadas. La facturación se ha mantenido relativamente estable, con una caída del 0,6%. Para Rovira, la disparidad delata que las empresas catalanas están elevando los precios para mantener los márgenes a pesar del peso adicional de las tarifas de Trump.
El sector, según el mismo informe, se mantiene estable gracias a una serie de factores a su favor. Entre ellos, la caída del precio del petróleo, que abarata sustancialmente el costo del transporte de mercancías; así como el tipo de cambio con el dólar, que favorece a las empresas que operan de origen en euros. No obstante, la actividad comercial en el exterior ya crece muy por debajo del PIB, a un ritmo de un 1,8% interanual. Las exportaciones, pues, ya no son «motor de crecimiento»; sino que lastran la expansión del resto de actividades.
El consumo de los hogares repuntará
El otro factor que explica el buen rendimiento de la economía catalana respecto a su entorno es, según la Cámara, el consumo de las familias. El gasto general de los hogares catalanes aumentará un 2,7% este año y un 2,5% en 2026, ambos datos por encima del crecimiento del PIB. La tendencia, sin embargo, podría ser aún mejor: como subraya Rovira, en los últimos años los ciudadanos del país han ahorrado mucho por encima de la media histórica -un 13% de su renta, lejos de los márgenes de entre el 7 y el 8% de las primeras dos décadas del siglo XXI-. De esta manera, los catalanes tienen más margen para gastar que antes. Si la tendencia «se normaliza», y las familias comienzan a poner en circulación más parte de sus ingresos, la aportación al PIB podría ser aún más intensa. No obstante, un factor problemático es el de la vivienda, en tanto que el aumento del precio de las hipotecas contribuye a la ratio de ahorro, y limita la capacidad de consumo de buena parte de la ciudadanía. Aun así, el jefe de estudios se mantiene optimista, en tanto que el aumento previsto del gasto está por encima del incremento del empleo -2,5% frente al 1,7% en la expansión de la fuerza de trabajo-, lo que revela una mejora de la capacidad de gasto de las rentas laborales.