Los años posteriores a la guerra de Ucrania, con las cadenas de suministro rotas, llevaron a ebullición los surtidores de combustible de todo el país, con precios por litro inimaginables. «Siempre decíamos que nunca superaríamos los dos euros por litro, y mira«, recuerda el presidente de Petrolis Independents, Jordi Roset. Después, 2024 fue un año de bajadas agresivas del precio de la gasolina, hasta alcanzar una relativa normalidad, en torno a los 1,40 euros. El frío trajo la calma geopolítica: la invasión rusa aún estaba viva -como lo está hoy-, pero los mayoristas catalanes y españoles habían encontrado proveedores alternativos que ayudaban a esquivar las sanciones contra el Kremlin. Los Estados Unidos, entonces un aliado, se convirtieron en proveedor predilecto, con el dólar en el centro del mercado energético. Aquella coyuntura, sin embargo, ya se ha ido de la memoria: Rusia ya no puede mirar al este, obligada a romper los contactos comerciales con la India. Los Estados Unidos han roto, de la mano del presidente Donald Trump, todas las amistades energéticas que habían establecido desde la pandemia, y la OPEP busca el equilibrio entre oferta y demanda cueste lo que cueste. En medio de todo esto, una China que ya abarca más de un tercio del consumo global de hidrocarburos para impulsar su cambio de modelo productivo. En cualquier otro momento, reconoce el director general del grupo Moure, Manel Montero, esta multitud de factores habría hecho estallar el sector y, con él, las etiquetas en las áreas de servicio. Pero ahora, tres años después del inicio del alboroto, las expectativas son muy diferentes: niveles de consumo estables, suministro garantizado y unos precios a años luz de los máximos inalcanzables de la post-pandemia. «La guerra se ha normalizado«, ironiza Montero.
Los comercializadores de petróleo, especialmente los minoristas -los únicos que tiene Cataluña- comienzan la segunda mitad del curso hábil con buenas sensaciones. Según recuerda Roset, «el verano ha ido bien, las ventas están completamente recuperadas después de la pandemia». La demanda, siempre elevada en estas fechas -con muchos más coches en la carretera buscando escapar de Barcelona- no ha sido suficiente para tensar la oferta. Esto favorece a los pequeños empresarios, que trabajan con márgenes cerrados y, por lo tanto, fían su beneficio al volumen de ventas. «El verano ha estado bastante tranquilo para lo que podría haber sido, incluso con una ligera bajada de precios», complementa Montero, celebrando que «no ha habido rupturas en la cadena de suministros».
La estampa bucólica de la gasolina se repite en el mercado mayorista, según el presidente de Nieves Energia, Lluis Nieves. Para el empresario, uno de los grandes importadores de crudo del Principado, los meses de alta actividad turística han pasado con «una volatilidad inusualmente baja». Las únicas «oscilaciones moderadas» que han sufrido los consumidores finales han seguido ataques directos a pilares de la industria, como los diversos impactos de drones ucranianos contra refinerías rusas que se han confirmado en los últimos meses. «Cuando hay ataques a infraestructuras, aún somos sensibles a los titulares», lamenta Nieves. Incluso las explosiones al lado de casa, sin embargo, han ido perdiendo el efecto wow. La pasada semana, el ejército de Kiev reportó operaciones exitosas contra diversas plantas petroleras rusas, hasta el punto de que aseguran haber masacrado el 17% de la capacidad productiva del país. Aun así, el pasado lunes abrió con una rebaja del barril Brent, y no ha repuntado ligeramente hasta este martes, con efectos limitados: una subida de poco más de tres euros el barril, traducida a unos dos céntimos sobre el producto final. «Rusia nos afecta mucho menos que antes. Ya hemos cambiado nuestros mercados. Ahora, quien gana son los Estados Unidos«, complementa Roset.
Con este mapa en mente, los empresarios consultados sostienen que, incluso con las diversas disrupciones que se avizoran, el otoño volverá a ser tranquilo para los consumidores. «El caso más probable es que el Brent se mantenga entre los 60 y los 70 dólares, sin movimientos bruscos«, juzga Nieves, con la mirada puesta en los movimientos macro. Aterrizando esta previsión, Montero atribuye la estabilidad a la poca elasticidad que tiene el sector: venga de donde venga, el petróleo termina vendiéndose. «Los combustibles aún mueven el mundo, y el sector energético tiende a encontrar equilibrios. La OPEP puede tapar los agujeros de Trump, y habrá suficiente producto en el mercado», describe el director general de Moure. «Todos los líos están ya asumidos. No descartamos que aparezca otro; pero los que ya tenemos entre manos, están controlados«, bromea Roset.

Washington puede engañar
La subida del Brent del martes, que lo ha dejado rozando los 70 dólares, se fundamenta en una estimación a futuro que podría ser ficticia. Más aún si se hace caso a las bolsas norteamericanas: buena parte de las alzas, según analistas financieros consultados por la agencia europea Reuters, responden a las buenas perspectivas monetarias en EE.UU. El mercado descontaba varias rebajas de tipos de interés por parte de la Reserva Federal, hecho que reavivaría la demanda por parte de las empresas intensivas en crédito. La bolsa, sin embargo, ha comunicado claramente que ya no está tan segura de que el banco central tenga que facilitar el crédito. Los tres grandes selectivos de Wall Street se han levantado con caídas próximas al 2%, y sufren especialmente los sectores que más necesitan los mercados privados, como la tecnología. Por lo tanto, es más que probable que los consumidores de crudo no lo tengan tan fácil para acceder a financiación y, a cambio, emprender proyectos que incentiven el consumo. De esta manera, no habría choques de demanda internos, ni en Estados Unidos ni en Europa; y tampoco se forzaría el precio de referencia petrolera.
El peligro asiático
Según Nieves, las disrupciones internacionales clásicas ya estarían descontadas por el mercado. El gran productor global, la OPEP, de hecho, estaría trabajando primero de todo para estabilizar el conjunto del mercado. Como explica Montero, los países del Golfo, alrededor de Arabia Saudita, buscan poner parches sobre los agujeros que dejan los actores más volátiles, como Moscú o Washington. En este sentido, Doha aumenta la producción cuando puede faltar, pero «se reserva ajustar el ritmo si la demanda se enfría o los inventarios suben». El mapamundi, sin embargo, aún reserva peligros, si bien no son vendedores de petróleo, sino compradores. Se trata de China y la India, los dos grandes clientes de la economía de guerra de Vladímir Putin. Por ahora, los dos gigantes contabilizan cerca de la mitad del consumo petrolero del planeta. Nueva Delhi, sin embargo, está a punto de chocar con las fronteras comerciales de Trump: la Casa Blanca ha amenazado al presidente Narendra Modi con aranceles si continúa comprando crudo a los productores rusos.
Si los 1.400 millones de ciudadanos de la península asiática pierden el acceso al crudo ruso, el sector temblaría. «El riesgo principal para Europa no es el crudo ruso, sino la competencia por los barriles alternativos: si la India acapara más crudo descontado, puede tensar la oferta», alerta Nieves. En un sentido similar, una fuente industrial declaraba recientemente a Reuters que «nadie quiere volver a 2022, con barriles a 137 euros; pero es hacia donde vamos si continúa esta guerra». El movimiento de barriles de crudo diarios de Rusia a la India roza los 1,8 millones, prácticamente la cifra que acumulaban todos los países europeos antes de imponer las sanciones definitivas, en otoño de 2022. Es decir, las empresas indias podrían buscar una Europa entera de petróleo si Trump les cierra las puertas de Moscú.

Los grandes «especuladores»
Las fuentes del mercado consultadas consideran que los obstáculos al movimiento de crudo se han ido erosionando en los niveles más altos de la cadena de valor, a escala internacional. Sin embargo, las disfunciones continúan intactas una vez el producto aterriza en la UE, y en cada uno de sus mercados locales. Según alerta Roset, los traders internacionales y los refinadores, las grandes firmas que controlan los flujos de crudo, sí han conseguido enriquecerse gracias a la mala mar internacional. «Cada vez que pasa algo en el panorama internacional, el precio se dispara. Con los dos céntimos que ha subido la gasolina hoy, hay quien ha ganado mucho dinero», critica el dirigente de Petrolis Independents, que habla de un crecimiento desbocado de la «especulación» en los mercados mayoristas. «Los que refinan y almacenan pueden especular. Yo, como mucho adelanto compras un día», comenta.
Aún más vehemente se muestra Montero, que ve extraño que «con las sanciones sobre Rusia, que es el productor más grande del mundo, no se haya visto prácticamente desabastecimiento». «El consumo es prácticamente el mismo que hace cuatro años, pero Repsol y Moeve declaran beneficios históricos. ¿Cómo se explica esto?», sospecha. En este sentido, ambos empresarios aseguran que buena parte de las subidas, si bien leves, que notan los compradores finales durante 2025 responden a una ampliación artificial de los márgenes de las grandes multinacionales del sector; y no a los movimientos propios de la producción. «Han multiplicado las ganancias por 4 por hacer claramente lo mismo. Sus márgenes antes eran de entre tres y cuatro dólares la tonelada; ahora son de entre 15 y 20. Y las cuentas de explotación lo demuestran», sentencia Montero.