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La bolsa europea se reduce frente a la competencia: «Apostamos por EE.UU»

Durante la segunda mitad del año, los inversores se las prometían felices de cara al 2025. Entre el tercer trimestre de este año y el curso que comenzará en solo unas semanas, el mundo financiero debía desprenderse del peso que lo había lastrado desde 2021, con retrocesos previstos en los tipos de interés a ambas orillas del Atlántico. La Fed y el Banco Central Europeo mostraban una sintonía bajista que ahora, según los expertos, estaría rota. Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses del pasado mes de noviembre, y con una gigantesca incertidumbre política en los dos grandes mercados de la zona euro -con Francia rebotando entre primeros ministros y Alemania en una crisis productiva que va de la mano de unas elecciones adelantadas al próximo febrero– nada parece tan seguro como antes. Las bolsas comunitarias así lo reflejan: la inmensa mayoría de valores del Ibex-35 han cerrado la jornada en rojo, y solo seis selectas firmas, entre las que vuelve a destacar Grifols, han ganado enteros en el selectivo. Por encima de la estructura inversora española, el Stoxx 600 -el índice de las 600 cotizadas más relevantes de Europa- encadena cuatro jornadas de caídas, arrastrado por los sectores más marcados por las decisiones administrativas: las telecomunicaciones, la energía y la banca.

Con este panorama, el capital duda sobre cómo afrontar un ejercicio que debía marcar la recuperación de los flujos inversores tanto en Europa como en Estados Unidos. Allí, sin embargo, las cosas van mucho mejor: después del susto que dieron las grandes tecnológicas durante el mes de agosto, arrastradas por las dudas sobre la rentabilidad de la inteligencia artificial, las siete magníficas -los gigantes tech por excelencia, es decir, Apple, Tesla, Meta, Alphabet, Microsoft, Amazon y Nvidia- han dado la vuelta y bien dado la vuelta a su rendimiento. Las peores ganancias interanuales del grupo las registra Microsoft, que gana solo un 19,6% respecto del cierre del curso pasado, y deja los títulos en los 454 dólares. Le sigue Apple, que se queda en alzas del 28,9% por culpa de la mala recepción de sus nuevos sistemas operativos en China; y Google, que, enfrentada con la administración Biden, expande su valor poco más del 37%. Por contra, la compañía más valiosa del planeta, la fabricante de memorias gráficas y otros chips Nvidia, crece un 177,3% en comparación con el cierre de 2024 y, a pesar de las turbulencias de las últimas jornadas, vive en máximos históricos de más de 130 dólares la acción.

A juicio de la firma inversora XTB, las ganancias generadas por la IA pueden tener su límite. Así lo indica el índice CAPE, que compara la valoración de las compañías con sus beneficios, y se sitúa ahora en una ratio de 40, un nivel «excepcionalmente alto» que suele indicar fuertes correcciones bajistas a corto plazo. Ahora bien, la cotización tecnológica es un territorio aún poco explorado, y la promesa de avances en el campo de la inteligencia artificial, la recuperación de la demanda de microchips y las inversiones cruzadas que las siete grandes vuelven a prever en sus hojas de ruta para el curso «podrían justificar valoraciones más elevadas» de lo que sugieren los balances del sector. El banco Wells Fargo acepta esta máxima, y recomienda a sus clientes «apoyarse en Estados Unidos». «El consenso general entre los analistas es un sentimiento positivo sobre la economía norteamericana: las acciones y las ganancias subirán con tipos de interés más bajos», aseguran desde la entidad; que recomienda incluso inclinarse sobre los bonos de deuda del país, especialmente los de medio y largo plazo, de entre cuatro y 10 años de validez. En el mismo sentido apunta Morgan Stanley, que convence a los usuarios de optar por los valores estadounidenses y japoneses, mientras que les invita a soltar acciones europeas frente al «lento crecimiento y la exposición a los riesgos arancelarios y la inestabilidad económica en China».

Mirar hacia Estados Unidos y abandonar Europa como entramado inversor puede ser una estrategia exitosa de cara al 2025, y no solo por el valor de las compañías. El previsible desacoplamiento de las políticas monetarias de cara al próximo curso -con un Banco Central Europeo que cada vez indica bajadas de tipos más intensas para gobernar una economía que se enfría y una Fed que contempla incluso elevar el tipo neutro en caso de que los aranceles trumpistas vuelvan a disparar la inflación- dejan al euro, como divisa, en una posición incómoda. Varios analistas hablan, de hecho, de un retorno a la paridad entre la moneda de los 27 y el dólar, lo que provocaría importaciones de inflación y generaría rendimientos mucho más elevados al otro lado del Atlántico. Más allá del evidente peso económico de la paridad -un euro débil importa inflación y genera peores rendimientos que uno fuerte-, la consultora Forex apunta a los movimientos «psicológicos» que mandan en el emocional mercado accionario: si el dólar vale lo mismo que el euro, los inversores percibirán que la economía norteamericana es sustancialmente más fuerte que la europea. Por tanto, huirán a aguas más tranquilas a la espera de que Berlín y París arreglen sus disputas internas.

Panel informativo de Puig en el Palacio de la Bolsa de Madrid / Europa Press

Europa, una oportunidad dudosa

Estas previsiones, cabe decir, ya se descuentan en los mercados comunitarios. Mientras el S&P 500 cerrará el año con un crecimiento cercano al 30%, el Stoxx no superará los siete puntos; y los principales sectores del continente -como el lujo o las utilities– no prometen los rendimientos de las ausentes tecnológicas. Ahora bien, las dudas de los inversores respecto al funcionamiento de los parqués en este lado del océano, unida con la buena salud que deja entrever el competidor americano, pueden llegar a generar una oportunidad de mercado: que las empresas de la UE acaben cotizando muy por debajo de su valor real. Así lo considera la jefa de inversiones del fondo RBC Wealth Management, Fredérique Carrier, que apunta que las «extremadamente bajas valoraciones actuales» pueden convertirse en ganancias sustanciales para los inversores que apuesten por ellas una vez la percepción de las compañías en cuestión vuelva a la normalidad. «Nos enfocaríamos en construir posiciones sólidas en grandes compañías listadas en Europa para luego beneficiarnos de las tendencias globales», insta la financiera.

Ahora bien, las condiciones para este repunte no son halagüeñas: más allá de las débiles energéticas y un sector bancario presionado por el BCE -que ha exigido recientemente niveles de capitalización más elevados- la industria del continente pasa por un mal momento. El productivo comunitario se hunde, también en los mercados, arrastrado por la crisis del mercado automovilístico. Cabe recordar que de los principales grupos fabricantes del coche europeo, solo Renault se mueve en bolsa en cifras positivas. Además, los principales clientes de Volkswagen o Stellantis fuera del continente no parecen querer comprar tanto como antes. Especialmente es el caso de China, que entre la tendencia local a la electrificación, capitaneada por sus propias empresas, y el enfriamiento económico que sufren en los últimos meses, difícilmente podrá ser actores relevantes en la recuperación fabril de la UE.

Imagen de archivo de la cotización del Ibex-35 / Marta Fernández - Europa Press
Imagen de archivo de la cotización del Ibex-35 / Marta Fernández – Europa Press

¿El Ibex 35, aún peor?

En cuanto al parqué español, los inversores internacionales tienen serias dudas de que sea rentable dedicarle capital. En concreto, el Bank of America trata la bolsa española como una mancha en las modestas expectativas de crecimiento que medía para el continente. Los analistas del grupo, a principios de mes, leían el mismo fenómeno en el futuro que RBC: un posible rebote de los valores tras una caída intensa que hundió los valores del continente un 15% en el segundo trimestre. Ahora bien, los mismos expertos prevén que el Ibex 35 podría tener un comportamiento peor que el de los vecinos: en concreto, crecería ocho puntos por debajo de la media europea, una magnitud que los lleva a «infraponderar» las acciones de las firmas que cotizan en el Estado.

Así, los economistas estadounidenses ven las condiciones para un «comportamiento más débil» que el de otras localizaciones de la Unión. El endeudamiento público pone especialmente nerviosos a los expertos globales; y observan una importante caída de su valor en los próximos meses, lo que hará dudar a los inversores de la ya débil banca estatal. Cabe recordar, además, que la presencia del mundo financiero es más elevada en España -igual que en Italia- que en otros selectivos nacionales, lo que amenaza con rebajas aún más potentes si los rendimientos no son buenos. Más allá del sector bancario, las telecomunicaciones, la energía y las infraestructuras, todas ellas sujetas a las decisiones del BOE, también están vinculadas a las posibilidades del erario público; y ocupan también posiciones significativas en la bolsa local. En el último año, cabe decir, el selectivo ha ganado más de quince puntos; si bien en el último acumulado mensual pierde un 0,74%. Así pues, si ya hay dudas sobre un repunte bursátil europeo, el mercado español parece aún más lejos de resurgir.

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