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La agricultura francesa prepara una nueva ola de oposición al tratado UE-Mercosur

Bruselas vuelve a chocar con la resistencia de los agricultores por la versión final del acuerdo comercial con Mercosur. Los principales sindicatos del campo europeo, especialmente los franceses, no han tardado en expresar su rechazo a las nuevas condiciones que ha propuesto el ejecutivo comunitario para facilitar la creación de la zona de libre comercio abierta a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. El poderoso lobby francés de agricultores y ganaderos, la Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrarios (FNSEA), ya ha estallado contra la propuesta que hizo pública el pasado miércoles el Colegio de Comisarios. El líder de la organización, Arnaud Rousseau -un gran empresario del sector del aceite, presidente del grupo Avril– ha declarado en rueda de prensa que buscarán emprender acciones legales para evitar su aplicación; y ya preparan una nueva marcha a la capital belga para manifestar el rechazo a la medida.

El documento lanzado por la Comisión, cabe recordar, era muy explícito en su intento de atraer las sensibilidades agrícolas. El gobierno de Ursula von der Leyen ha puesto sobre la mesa, entre otras cosas, un acompañamiento legal al tratado para añadir nuevas capas de vigilancia a los productos latinoamericanos en sectores sensibles. También contempla medidas extraordinarias para restablecer el equilibrio cuando las importaciones desde el Cono Sur provoquen disfunciones en el mercado; así como una nueva dotación de 6.300 millones de euros en ayudas a las industrias más afectadas, como la bovina o la avícola. Para los sindicalistas, sin embargo, las salidas son insuficientes, dado que «no habría vías legales para aplicarlas a los países del Mercosur». Las reglas del comercio internacional, establecidas por la OMC, no abren caminos para imponer a un tercero las regulaciones internas en un tratado comercial. Aun así, la FNSEA insiste en incluir cláusulas espejo obligatorias en el pacto, entre otras cuestiones.

La movilización francesa ha tenido su réplica, a pequeña escala, en el campo del Estado español. Las primeras declaraciones de las organizaciones agrarias locales van en el mismo sentido que la FNSEA. Según la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), el pacto, incluso en su nueva forma, es «negativo» para el agroalimentario europeo, que volvería a ser «moneda de cambio» para las ambiciones industriales del continente. La Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) sostiene que la Comisión solo se ha movido para tapar la derrota del acuerdo arancelario con los Estados Unidos, «sin reconocer el error estratégico» que supusieron las concesiones al presidente Donald Trump; mientras que la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) alerta del «grave impacto» que tendrá la entrada de productos del Mercosur en los mercados comunitarios.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen / ACN
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen / ACN

Movimientos parlamentarios

A la oposición agrícola se han sumado varios colectivos y organizaciones no gubernamentales, mayoritariamente de corte ecologista; así como miembros del Parlamento Europeo. Se han escuchado especialmente las voces de los grupos de la Izquierda Europea y de los Verdes, aunque algunos europarlamentarios franceses de otras formaciones también han buscado debilitar el acuerdo. Es el caso del liberal Pascal Canfin, portavoz de su formación en el Comité Medioambiental de la Eurocámara, que ha lanzado una iniciativa con otras formaciones para «enfrentarse al tratado» en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Para Canfin, el puente comercial con el Mercosur «debilita permanentemente la habilidad de la UE para legislar» sobre su propio sector agroalimentario.

Poca confianza en el gobierno

A pesar de que la agricultura europea ha mirado a menudo hacia el Elíseo y el Matignon como referencia para detener este tipo de acuerdos comerciales, los agricultores y ganaderos franceses detectan una brecha con el gobierno de Emmanuel Macron y François Bayrou. Cabe recordar que tanto el presidente de la República como el primer ministro expresaron el pasado miércoles su apoyo a la nueva forma del tratado, considerando que se encuentra «en el buen camino». En su comparecencia, Rousseau negó su confianza en el ejecutivo. «No tenemos ninguna garantía, aún quiero ver el documento», subrayó el líder sindical, volviendo a exigir la aplicación general de cláusulas espejo con el Mercosur. En cuanto al resto de ayudas propuestas por Europa, la Federación considera que «solo están en una nota de prensa». «Esperaremos a que se nos hagan propuestas», reitera el portavoz. Pero no lo harán: este mismo jueves, a las cinco de la tarde, Bruselas volverá a llenarse de los gritos de protesta del sector primario.

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