El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, enfría su guerra comercial ante intensas presiones de los empresarios estadounidenses. El mandatario ha anunciado en una rueda de prensa en la Casa Blanca que los aranceles sobre China «se reducirán sustancialmente, aunque no serán cero«. Así, Trump deja entrever que está abierto a retirarse de la batalla. También ha rebajado las tensiones con la Reserva Federal, después de semanas de especulaciones por la posible destitución de su presidente, Jerome Powell. Preguntado por la batalla con el regulador monetario, Trump ha asegurado que «no tiene ninguna intención» de destituir al gobernador.
Empresarios e inversores han recibido las noticias de la Casa Blanca con euforia. Tras las declaraciones de Trump, los principales índices bursátiles estadounidenses se tiñeron de verde, con subidas superiores al 2,5% tanto en el Dow Jones como en el S&P y el Nasdaq. La buena respuesta en Nueva York se ha replicado en los principales parqués europeos. Los principales selectivos de Francia y Alemania, el CAC 40 y el DAX 40, han escalado por encima del 2% este martes, con la banca como principal protagonista. El Ibex-35 ha sido el selectivo que menos ha respirado con la promesa de flexibilización comercial. La lista de las grandes empresas españolas ha mejorado su cotización por debajo del 1%. Tampoco ha alcanzado los niveles centroeuropeos el FTSE italiano, que se ha quedado en el 1,35% después de intensas subidas durante las primeras horas de la jornada.
Fuera de la trinchera arancelaria
Las retiradas de Trump siguen semanas de presiones por parte del mundo empresarial. Las principales firmas exportadoras del país, así como las tecnológicas, presionaban a la administración para que desbloqueara las conversaciones con algunos de sus mercados clave. En concreto, esperaban alcanzar acuerdos con Japón, India, Corea del Sur y Australia. Ninguno de estos nuevos tratados, sin embargo, se ha ratificado, y las autoridades extranjeras acusan a los responsables comerciales del gobierno de EE.UU. de «cambiar constantemente las condiciones» de los posibles pactos. Ante este impasse, sectores especialmente dependientes de los mercados asiáticos comenzaron a presionar a la Casa Blanca. Es el caso de la soja, que ha perdido cerca del 50% de su mercado con el bloqueo comercial de China.

Incluso las autoridades económicas de la Casa Blanca han roto la disciplina trumpista. En declaraciones a medios el pasado lunes, el secretario del Tesoro, el moderado Scott Bessent, opinaba que «la guerra arancelaria es insostenible», y consideraba imprescindible una «desescalada» de las tensiones, especialmente con Pekín. A pesar de la nueva disposición de Trump, Bessent reconocía que muchos puentes se han quemado, y las conversaciones para recuperar la normalidad serán duras. «La negociación con China será difícil. Ninguna parte considera que se pueda volver al statu quo«, alertaba el secretario. Cabe recordar que el gobierno de Xi Jinping ha aprovechado su influencia internacional para cerrar aún más el cerco comercial alrededor de EE.UU. En un comunicado, el ministerio de Comercio advirtió a sus aliados comerciales que «cualquier tratado con Washington que perjudique los intereses chinos» sería respondido con «contramedidas y represalias».
Paz con Powell
Después de semanas de presiones contra la Reserva Federal para rebajar los tipos de interés a pesar de las presiones inflacionistas de los aranceles, Trump también ha rebajado el tono contra Powell. Tras calificar al gobernador de «gran perdedor» y asegurar que «no puede esperar para echarlo», el presidente estadounidense ha asegurado que «no tiene ninguna intención de echarlo». «Me gustaría que fuera un poco más activo en las rebajas de tipos», ha aclarado. De hecho, y a pesar de las diversas amenazas explícitas, ha acusado a la prensa de Washington de «sobrevalorar» la historia.