El presidente de los Estados Unidos Donald Trump continúa avanzando en su agenda proteccionista. La Casa Blanca ha anunciado la entrada en vigor de nuevos aranceles sectoriales a partir del mes de abril, en línea con los que ya ha implementado en la industria metalúrgica. En este caso, Trump pretende penalizar las importaciones de productos de líneas que considera estratégicas: el automóvil, los semiconductores y el sector farmacéutico. El plan de la nueva administración estadounidense asegura que las compras internacionales de estas líneas productivas sufrirán un impuesto de «alrededor del 25%«; aunque matizan que en los casos de la farmacia y los microchips el monto «subirá sustancialmente durante el transcurso del año».
El millonario neoyorquino pretende usar, de nuevo, el proteccionismo comercial como herramienta de negociación política. Según ha declarado él mismo, de hecho, deja dos meses de margen a los mercados afectados para que las empresas trasladen su producción a territorio estadounidense. «Cuando llegan a Estados Unidos y tienen la fábrica aquí, no hay aranceles», recuerda el mandatario, en busca de nuevas inversiones de compañías clave del mundo automovilístico, farmacéutico o de la computación.
En el caso de los fabricantes de coches y otros vehículos a motor, Trump busca revitalizar la maltrecha industria local, antes una de las más potentes del planeta, frente a la cada vez más feroz competencia china; en un sentido similar a las imposiciones que ya puso sobre la mesa la Unión Europea respecto de los eléctricos asiáticos, aunque a escala global. El nuevo movimiento arancelario del presidente puede terminar afectando, de rebote, a uno de los socios comerciales con los que ha quemado puentes recientemente, como es Canadá. Cabe recordar que muchas de las empresas del sur del país forman parte de la cadena de valor del automóvil, en estrecha relación con las operadoras del estado de Michigan, que concentra plantas de firmas tan relevantes como Ford o General Motors.

Microchips: en medio de la alerta de Intel
El movimiento de Trump para gravar las importaciones de semiconductores llega pocos días después de que se conociera la posible ruptura de la histórica foundry estadounidense Intel, uno de los tres fabricantes de microchips a gran escala que existen en el planeta. Según publicó el pasado domingo el Wall Street Journal, la multinacional estadounidense Broadcom estaría interesada en adquirir el negocio de diseño de microchips de Intel; mientras que la taiwanesa TSMC, la principal manufacturera del sector, buscaría hacerse con sus fábricas. Con este movimiento, la compañía asiática evitaría las imposiciones trumpistas, ya que podría llevar adelante sus iniciativas productivas en suelo estadounidense.
Por su parte, las imposiciones a los productos farmacéuticos se cuentan entre las que podrían afectar el ecosistema empresarial catalán. Cabe decir que la cuota de mercado de los Estados Unidos en las ventas extranjeras de las empresas del Principado no es muy elevada -alrededor del 3%, según la Cámara de Comercio de Barcelona; en línea con la media global, que se sitúa en el 3,6%-. Ahora bien, el monto total es significativo: según un estudio de la corporación de derecho público, la facturación en EE.UU. del tejido farmacéutico catalán superó en el año 2023 los 234 millones de euros.
Nuevo encargado de comercio
En paralelo a la nueva imposición arancelaria, el presidente ha conseguido también el sí del Senado a su nuevo secretario de Comercio, el banquero Howard Lutnick. Lutnick, hasta ahora consejero delegado de la financiera Cantor Fitzgerald, fue uno de los grandes donantes de Trump tanto en las elecciones de 2020 como en las de 2024. La victoria en la cámara alta, cabe decir, ha sido ajustada; y la administración solo ha conseguido el voto de los suyos, con 51 senadores a favor y 49 en contra. En línea con la política comercial de Trump, el nuevo dirigente se ha marcado como objetivo «recuperar las cadenas de suministro y fabricación estadounidenses»; usando la política comercial como herramienta para «obligar a otros países a respetar Washington».