El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, continúa aplicando presión sobre el sistema comercial mundial con sus sacudidas exteriores. En un acto político en la ciudad de Pittsburgh, en Pensilvania, el mandatario ha anunciado que doblará los aranceles al acero, los primeros que entraron en vigor bajo su mandato -y que ya puso en marcha en su primera estancia en la Casa Blanca, entre 2016 y 2020-. Así, según ha anunciado, los impuestos a las importaciones siderúrgicas a los Estados Unidos subirán del 25% actual a un mucho más peligroso 50%.
«Impondremos un incremento del 25%. Llevaremos los aranceles del 25% al 50% para comprar acero desde los Estados Unidos, lo que traerá aún más seguridad a la industria metalúrgica del país», prometió Trump ante una multitud de sus seguidores. Pittsburgh, cabe recordar, era el centro neurálgico del sector del metal estadounidense hasta los años 80, cuando la desregulación de la era Reagan permitió que los empresarios deslocalizaran las fábricas hacia otros países con costos laborales más bajos. En solo cuatro años, entre 1980 y 1984, la fuerza de trabajo de las siderurgias en la ciudad cayó de más de 90,000 a poco menos de 44,000.

Riesgo en Cataluña
La decisión de Trump empeora aún más la situación del metal y el acero catalán, que, en los últimos años, habían aumentado las exportaciones a los Estados Unidos. Según los datos del Idescat, el 50% de aranceles pone en peligro más de 116 millones de euros en ventas para el país. El instituto estadístico catalán registra 90 millones de euros en ventas en derivados del hierro y el acero a EE.UU. en 2024, a los que hay que añadir unos 26 millones adicionales de ventas de fundición de hierro y acero. Cabe decir que el sector ya ha reducido sustancialmente sus operaciones transatlánticas, dado que, durante el primer trimestre, solo se comercializaron productos por valor de unos 18 millones de euros, muy lejos del ritmo entre enero y marzo de los cursos anteriores.