La política comercial occidental, cada vez más encarada hacia la protección de las industrias automovilísticas locales ante la competencia asiática, solo ha conseguido espolear las compañías chinas. Así lo ha revelado lo CEO de Xiaomi, Lei Jun, en el acontecimiento anual organizado por la tecnológica para directivos y trabajadores. Según el primer directivo de una de las grandes firmas de tecnología móvil del continente, recientemente añadida a la cadena de valor de la movilidad, «si no hubiera estado por el enorme impacto de las inesperadas sanciones norteamericanas, no habríamos entrado precipitadamente en esta compleja industria». Jun hace referencia, en su discurso, a las multas impuestas por el entonces presidente Donald Trump, hacia el final de su estancia en la Casa Blanca, sobre el fabricante de dispositivos móviles. El valor de la operativa, según el consejero delegado, podría cercar los 10 millones de dólares; dado que han rechazado ofertas de financiación en esta escala.
Actualmente, el modelo SU7 de la multinacional tecnológica ya ha vendido unas 25.000 unidades, y se espera que pueda entregar unas 100.000 durante el 2024. El objetivo de ventas a corto plazo, pues, vuelta los 120.000 vehículos acordados; un aumento sustancial respecto de principios de año, cuando los de Jun esperaban sacar al mercado poco más de 76.000 unidades. Justo es decir, además, que la primera entrada de Xiaomi en el mundo del automóvil solo está disponible hasta ahora en China; si bien su propósito es el de devenir una escudería global. Según el CEO, el objetivo de la joven rama es «acabar compitiendo directamente con fabricantes tradicionales como Tesla, BMW, Audi y Mercedes-Benz».

Biden y Trump, de acuerdo
La política comercial internacional es, todo y los efectos sobre la competencia, uno de los espacios donde ambos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos están en intenso acuerdo: de hecho, Joe Biden ha impuesto ya gigantescos aranceles a varios productos de su gran competidor global. En concreto, uno de sus últimos movimientos antes de la campaña cuadruplicó el impuesto a las importaciones de coches enchufables del gigante asiático: la tasa, previamente en el 25%, se sitúa ya en el 100%. En un sentido similar, Trump ha prometido mantener la presión sobre los fabricantes de la otra banda del Pacífico; proponiendo que «fabriquen automóviles en los Estados Unidos». De hecho, en una jugada ultramuntana, el magnate televisivo ha puesto sobre la mesa disparar el gravamen hasta el 200%. También Europa, hay que recordar, se ha añadido a esta tendencia: la actual tensión comercial entre las dos regiones, potencialmente perniciosa -en una carambola mercantil- para el sector porcino catalán, surge de unos nuevos aranceles próximos al 40% impuestos por Bruselas, que ven como las alternativas asiáticas avanzan por la derecha un tejido local que encuentra muy difícil coger la velocidad necesaria.