Primer gesto del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con China tras acordar una tregua comercial de 90 días con el gigante asiático. Según ha informado la Casa Blanca, Trump ha ordenado reducir del 120% al 54% los aranceles a los paquetes pequeños importados de China a partir del miércoles. Se trata de una excepción “mínima” que afecta las importaciones por valor inferior a 800 dólares, con una tarifa plana mínima de 100 dólares. Antes del inicio de la guerra comercial, compañías chinas de comercio electrónico como Shein, Temu o Alibaba aprovechaban un vacío legal para exportar a los Estados Unidos sin pagar aranceles. En abril, la administración Trump anunció que impondría aranceles del 120% a este tipo de paquetes, que en 2024 alcanzó el techo con 1,400 millones de envíos procesados por el servicio de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).
Tras un fin de semana de negociaciones intensas en Ginebra (Suiza), las delegaciones de los Estados Unidos y China acordaron una pausa de tres meses en la guerra comercial que enfrenta a las dos superpotencias. La medida estrella del acuerdo era la suspensión de los aranceles recíprocos implementados por ambos gobiernos durante las primeras semanas de tira y afloja, que pasarán del 145% al 30% en el caso de las importaciones chinas a EE.UU. y del 125% al 10% en el de las compras de productos estadounidenses que se hagan desde China. El presidente de EE.UU., Donald Trump, aseguraba este lunes que confía poder hablar con su homólogo chino, Xi Jinping, “a finales de semana” después de que las dos administraciones hayan logrado reducir las tensiones provocadas por el frenesí arancelario del gobierno estadounidense.

Confusión por la política errática de los Estados Unidos
La decisión de Trump de reducir los aranceles a los paquetes pequeños que llegan de China es la última de una serie de anuncios, desmentidos, matices y cambios que han provocado el caos en el comercio mundial. Trump ya suprimió las exenciones a los envíos de paquetes pequeños —más conocida como exención de minimis— al imponer un arancel adicional del 10% a sus importaciones, una tarifa que después aumentaría hasta el 20%. Pero la rapidez en la ejecución de la medida pilló desprevenidas a las aduanas del país, que se declararon incapaces de procesar los envíos con las nuevas normas y obligaron a Trump a dar marcha atrás. Fue la primera muestra de que las excentricidades del polémico magnate no tienen una fácil traducción a la realidad y requieren tiempo para preparar la maquinaria burocrática que da seguridad jurídica al comercio internacional.
La guerra comercial de Trump contra el mundo comenzó a finales de enero, cuando puso el primer pie en la Casa Blanca. Entonces anunció aranceles del 25% a México y Canadá, para obligarlos a cambiar su política migratoria y reforzar la lucha antidroga, y del 10% a la China por no hacer suficiente en la lucha contra el fentanilo. Días después abrió un nuevo frente con Colombia tras una disputa por la deportación de migrantes desde EE.UU. A principios de febrero dio la primera marcha atrás y puso en pausa los aranceles a México y Canadá mientras amenazaba a la Unión Europea. Después llegaron los aranceles sectoriales, como a las importaciones de acero, aluminio o automóviles, mientras preparaba su plan para imponer aranceles universales. En abril Trump cumplió su amenaza y aplicó un arancel universal del 10% a todo el mundo y en muchos casos superior al 20%.
China, que no se ha dejado intimidar en ningún momento, también comenzó su escalada arancelaria y terminó imponiendo aranceles del 125% a los productos estadounidenses, mientras que Trump respondía aumentándolos al 145%. Tras muchas presiones internas y externas, Trump ha suspendido los aranceles más altos a la Unión Europea y China y solo mantiene las tarifas generales del 10% y las sectoriales del 25% al acero, el aluminio y los coches.



