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Los «cuatro choques» de Trump que perforan la economía de Estados Unidos

El programa económico del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto patas arriba cualquier previsión económica a corto plazo. El pasado mes de abril, la nueva contratación en el mercado laboral estadounidense cayó por primera vez en meses y, aunque aún no hay un desempleo preocupante, marca una tendencia que podría hundir el empleo, que actúa como notario de la salud económica de un país. Además, el que fuera gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, asegura que las cifras duras aún no muestran un movimiento tectónico peligroso. «Los efectos de la incertidumbre sobre la economía de EE.UU. se notan especialmente en los datos soft«, plantea De Cos, muy crítico con las políticas económicas trumpistas. En el marco de una charla dentro de la 40ª Reunión del Círculo de Economía, De Cos ha advertido que los efectos finales de las medidas económicas de la Casa Blanca harán aún más mella en los bolsillos de los compradores del país. «Es difícil saber qué pasará con las condiciones que están imponiendo; pero sí que es seguro que causarán mayor inflación», razona el banquero.

De Cos identifica «cuatro pilares» en los movimientos de Trump, cuatro canales de actuación en sentidos, a menudo, contrarios, pero que difícilmente llevarán a un equilibrio general. «Hay dos choques de demanda negativos, un choque de oferta positivo y otro choque de demanda positivo», asegura el experto financiero. En primer lugar, el más evidente: la guerra comercial, que necesariamente recortará la base de productos de consumo y servicios que llegarán al mercado estadounidense. Los aranceles aumentarán los precios vía tasas, pero también vía disminución de la oferta, especialmente en aquellos sectores muy dependientes de mercados exteriores. El segundo choque negativo, analiza el banquero, es la política migratoria. «Los empresarios españoles que invierten allí ya sufren por una falta de mano de obra», un desequilibrio que el cierre de fronteras -y las potenciales deportaciones masivas- solo hará más acentuado. De hecho, buena parte del buen rendimiento de la economía estadounidense en comparación con la Europea en la última década responde a un «crecimiento poblacional impulsado por la inmigración», mucho más intenso que el que ha habido en la UE. Sin este flujo, «habrá menos mercado laboral, y provocará subidas de salarios» que, a su vez, contribuirán a disparar el IPC.

En un sentido contrario, De Cos prevé una importante reducción impositiva de carácter regresivo -es decir, a favor del capital y de las rentas más altas- que podría servir como «choque de oferta positivo»; es decir, aumentando el consumo de los más ricos. Ahora bien, el giro fiscal conservador de la segunda administración Trump difícilmente servirá para fundamentar unas finanzas públicas más saludables. «La menor recaudación no se podrá compensar con recortes de gasto público», reflexiona el banquero, como los que está imponiendo el presidente. «Quizás hay más demanda, pero también un crecimiento del déficit público», concluye.

El exgobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, con el director general de Bank of America en Europa, Francisco Blanch / Círculo de Economía
El exgobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, con el director general de Bank of America en Europa, Francisco Blanch / Círculo de Economía

La trampa de la deuda y la respuesta europea

El cuarto choque, este de demanda en sentido positivo, es la desregulación. Las concesiones de la administración Trump a los grandes empresarios, especialmente al capital tecnológico, energético y financiero, «eliminan trabas a la actividad económica», lo que contribuirá a rebajar los precios en estos sectores. Ahora bien, una retirada excesiva de las normas económicas puede generar pan para hoy y hambre para mañana. «Es el clásico tradeoff de crecimiento económico a corto plazo, pero retroceso a largo», alerta De Cos, que llega a considerar el programa regulador de la Casa Blanca «la semilla de una futura crisis financiera».

A cambio de las pérdidas económicas, pues, no se limpiarán unas finanzas públicas que se han cargado en la última década por una gigantesca apuesta por el endeudamiento de las administraciones. Washington, como narra el director general de Bank of America en Europa Francisco Blanch, «ha duplicado su deuda pública» en los últimos 10 años, con un añadido de 17 billones de dólares. «Esto ha generado un crecimiento muy fuerte, iniciado por los recortes fiscales de Trump», concreta el experto. Es con este desequilibrio presupuestario que aceleran la productividad y dejan atrás la industria europea. Por el contrario, Bruselas ha sido «demasiado tímida con la deuda en repetidas ocasiones». Blanch, de hecho, critica la respuesta a la crisis de la Covid, que, a su parecer, fue insuficiente en términos de aportación financiera común. Similar es la lectura del exbanquero central, que llama a que Europa acometa la transformación económica «con políticas conjuntas, bienes comunes y financiamiento conjunto».

El excesivo endeudamiento del país, sin embargo, guarda una trampa a medio y largo plazo. Como apunta De Cos, la reacción de los mercados financieros a las propuestas económicas de Trump, con una subida gigantesca de la prima de riesgo sobre la deuda estadounidense, hace pensar que la confianza en la capacidad del dólar para mantener valor ha caído en muchos lugares del planeta. En este sentido, el euro podría ganar impulso como moneda de reserva, lo que ayudaría a atraer nuevas inversiones. Una nueva fuerza de la moneda única de los 27 podría servir para resolver el gap de nuevo capital que sufren los mercados comunitarios respecto a la competencia estadounidense. Ahora bien, desbancar al dólar como divisa de referencia es, según De Cos, «muy difícil».

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