La guerra comercial entre Estados Unidos y China se profundiza. En sus últimas semanas en el cargo, el presidente Joe Biden ha acelerado las sanciones a compañías tecnológicas asiáticas, un movimiento que ya implementó Donald Trump durante su presidencia, atacando multinacionales como Huawei o Xiaomi. En esta ocasión, Pekín ha utilizado como arma sus reservas de materiales clave para una industria estratégica: en un comunicado, el ministerio de comercio chino ha anunciado la prohibición total de venta a empresas estadounidenses de materiales clave para fabricar semiconductores, el fundamento de la industria de los microchips.
El ejecutivo de Xi Jinping bloqueará, de esta manera, la exportación a EE.UU. de «galio, germanio, antimonio y materiales superduros», e impondrá nuevas condiciones más restrictivas al mercado de grafito, todos ellos materiales esenciales en el mundo de la microcomputación. Una industria, la del microchip, que Joe Biden ha intentado impulsar durante su estancia en el Despacho Oval con la ambiciosa chips act, en busca de una autonomía estratégica respecto de Taiwán y Corea del Sur de la que por ahora no disfruta. Un portavoz del ministerio de comercio chino ha alegado razones de «seguridad nacional», aunque ha reconocido el efecto de las nuevas sanciones estadounidenses. La administración Biden, denuncia, «está desestabilizando las cadenas de producción de industrias internacionales».

El departamento de comercio estadounidense pasa al ataque
El pasado lunes, el registro federal de Estados Unidos registró una nueva ola de compañías sujetas a control de exportaciones de maquinaria utilizada en la fabricación de microchips; así como de algunos productos finales. Muchas de ellas son chinas, aunque otras potencias asiáticas -Corea del Sur, Singapur o Japón- también figuran. La administración defiende que se trata de una medida en defensa de los «intereses en política exterior de EE.UU.»; en un momento en el cual los microprocesadores necesarios para implementar la inteligencia artificial figuran entre los bienes más valiosos del mundo tecnológico. Con este movimiento, Biden profundiza la potencial guerra comercial con China, a la espera de los movimientos que pueda comenzar a hacer el presidente electo Donald Trump a partir del 20 de enero, cuando tome posesión de su nuevo cargo. Entre las principales amenazas, una agresiva política arancelaria que podría llegar a imposiciones del 60% a todas las importaciones chinas, una medida que amenaza el equilibrio comercial entre las principales potencias del planeta.