La irrupción de Estados Unidos como poder invasor en Irán podría hacer estallar todo el mercado petrolero global. El parlamento iraní se mantiene a la espera de la decisión definitiva del líder supremo, Ali Khamenei, sobre el potencial cierre del estrecho de Ormuz, una de las principales arterias comerciales del planeta, especialmente en lo que respecta al tránsito de crudo. Por Ormuz pasa cada día más del 20% del petróleo que se compra y se vende en todo el planeta; y la mayoría de productores fósiles de Oriente Medio canalizan prácticamente toda su producción por este punto. En caso de que Teherán confirme el bloqueo, algunos de los miembros más importantes de la OPEP+, como los Emiratos Árabes Unidos, Catar o Kuwait, perderían todas sus vías exportadoras, lo que provocaría un movimiento sísmico sin precedentes en el sector. Según estimaciones bancarias, si el conflicto llega a este punto, el barril Brent -que marca el precio de referencia en Europa- multiplicaría por 2 su precio, situándose en más de 150 dólares, su máximo histórico.
La entrada de EE.UU. en la guerra ya ha provocado una importante inestabilidad en el precio del barril: el Brent ha llegado a superar los 80 dólares durante la jornada, y ahora ronda los 74; mientras que el West Texas, la referencia estadounidense, se sitúa en los 75 dólares tras haber coqueteado con los 78 durante algunos puntos del fin de semana. En caso de que los Ayatolás cierren el paso a los barcos de mercancías, muchos países se verían obligados a acceder a sus reservas estratégicas de petróleo, en tanto que, como diversas fuentes sectoriales apuntaban en Món Economía la pasada semana, habría un riesgo real de desabastecimiento. Todo hace pensar que el Consejo Supremo iraní podría activar esta palanca de emergencia como medida de presión para expulsar a Estados Unidos del país. La comisión de seguridad nacional del Parlamento ya recomendó cerrar el estrecho, pero la decisión queda en manos de Khamenei.

China, la última esperanza
La primera ficha del dominó global en caer en caso de que se cierre el estrecho de Ormuz sería China. Cabe recordar que Pekín es el primer comprador global del crudo iraní, con unos 1,8 millones de barriles adquiridos al día solo durante el mes de abril, más de la mitad de la producción diaria del país de los Ayatolás. Como el mercado chino, muchas otras economías asiáticas -Corea del Sur, Japón o India son ejemplos- dependen de Irán y el resto de productores de Oriente Medio para mantener su aprovisionamiento de petróleo. El cierre de Ormuz les obligaría a acceder a mercados alternativos, como el ruso o el estadounidense, lo que tensionaría irremediablemente las cadenas de suministro globales. Cabe decir que, a precios tan elevados, se espera que Estados Unidos acelere su producción, en tanto que procedimientos muy caros, como el fracking, son más rentables cuando el Brent y el West Texas se disparan en precio. Sin embargo, esta solución sería insuficiente y, en todo caso, tardaría demasiado en activarse por completo para cubrir las necesidades inmediatas del mercado.
Con todo, Estados Unidos pide a China que mueva ficha para evitar que Khamenei opte por cerrar Ormuz. En una entrevista en el canal afín al presidente Donald Trump Fox News, el secretario de Estado, Marco Rubio, ha pedido al gobierno de Xi Jinping que interceda. «Animo al gobierno chino en Pekín a que se ponga en contacto con Irán al respecto, porque dependen en gran medida», ha sostenido Rubio. Sin embargo, también ha intentado quitar hierro a los efectos del terremoto sobre la economía americana, centrando los agravios, precisamente, en Irán. «Sería un terrible error si deciden cerrar el estrecho, un suicidio económico para ellos. Nosotros tenemos opciones para enfrentarlo», ha argumentado.