L'expresident i candidat republicà Donald Trump amb el candidat a vicepresident J.D. Vance durant la convenció del Partit Republicà / EP
L'expresident i candidat republicà Donald Trump amb el candidat a vicepresident J.D. Vance durant la convenció del Partit Republicà / EP
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Harris y Trump llevan la batalla electoral a Silicon Valley
La irrupción de la vicepresidenta a los comicios de noviembre cuestiona el acercamiento de las 'big tech' al mundo conservador | Figuras como Elon Musk completan la deriva derechista mientras el capital "corporativo" se mantiene al entorno Demócrata
El universo de las grandes tecnológicas intenta situarse en el centro del debate político en los Estados Unidos. El ecosistema de SiliconValley y sus grandes aliados a la costa oeste, las firmas conocidas como Big Tech, había sido un amigo histórico de los Demócratas; y se vinculaba el capital innovador a una suerte de progresismo de marca californiana en línea con perfiles como el del popular gobernador GavinNewsom o la vicepresidenta y prospectiva candidata del partido KamalaHarris -antes senadora del Estado del pacífico; y todavía antes, fiscal general bajo la señera del oso-. A mediados de los años 90, los teóricos RichardBarbrook y AndyCameron describieron este vínculo entre la tecnología y los entornos liberales -en sentido norteamericano- como la «ideología californiana«; una suerte de giro neoliberal e individualista de las políticas sociales vinculadas a la formación del burro, que voz con muy buenos ojos la globalización como proyecto económico de la mano de un tecnooptimismo a menudo desmesurado.
Los últimos meses, pero, han hecho evidente que la tendencia ya no es global: varios perfiles vinculados a las grandes compañías de la bahía de San Francisco -y más allá- se han movido hacia claras posiciones conservadoras, llegando a expresar su apoyo a DonaldTrump y la campaña que búsqueda devolverlo en la Casa Blanca el próximo noviembre. Entre los grandes proponentes de esta alianza tecno-conservadora destaca el CEO de Tesla y SpaceX, ElonMusk; o el cofundador de la gigantesca firma de capital riesgo a16z, MarcAndreesen. Tanto Musk como Andreesen -y su principal socio, BenHorowitz– han comprometido importantes cantidades de donativos a la plataforma republicana; en una tendencia que muchos intérpretes mediáticos reconocían como estructural. Más encara con el nombramiento del senador de Ohio J.D. Vance como candidato a vicepresidente -un perfil vinculado a esta vertiente derecha del mundo innovador, que llegó a trabajar por PeterThiel, cofundador de PayPal y uno de los claros vínculos corporativos del que la teórica JosephineArmistead denominaba Neorreacción, o NRx-. Al mismo tiempo, la mala imagen de JoeBiden a raíz del debate con Trump y la inseguridad dentro de la tent Demócrata hacían que algunos de los clásicos patrones tecnológicos del partido permanecieran a la espera para hacer movimientos.
A parecer del investigador del CIDOB y experto en asuntos internacionales JavierBorràs, más allá de «figuras concretas» con perfiles ideológicos muy marcados, los reproches del sector tech hacia la administración saliente no parten de los últimos meses. «Hay un desencanto con el Partido Demócrata por su afán regulador en ámbitos como la IA; intentando evitar monopolios en el mundo tecnológico», comenta Borràs. Un movimiento que aleja las élites progresistas de sus aliados en San Francisco, después de años de intereses coincidentes: «En la época Obama, la inmensa mayoría de Silicon Valley eran donantes demócratas; y él hizo políticas que los favorecían», desde las facilidades a los profesionales migrantes en industrias de alto valor añadido hasta la Limpio Neutrality, que dio poder a los sectores digitales hacia el oligopolio de las telecomunicaciones. Las nuevas restricciones a sectores como la blockchain o la robotización impulsadas por Biden y su equipo, apunta Borràs, «las ha usado el entorno republicano, con llamamientos a la desregulación y promesas de grandes inversiones en IA en el ámbito militar»; un paso en paralelo a unos magnates californianos que «han hecho un giro que abandona la mentalidad utópica en un sentido militarista». Un giro, además, que conecta con los perfiles más ideológicos, como los Musk, Thiel o Andreessen mencionados; que si bien también se favorecen de la carencia de contención al adelanto de las nuevas tecnologías, dan al tecnooptimisme un talante reaccionario. La cultura y el programa se hacen un en manos de Trump.
El propietario y exCEO de Twitter, Elon Musk / EP
Las dos tendencias son relevantes, a parecer de la experta en política internacional y profesora de la UOC AnaSofiaCardenal. «Figuras como Musk ha evolucionado a posiciones mucho más conservadoras; pero hasta ahora no se había visto este movimiento», tan explícitamente en apoyo del entorno trumpista. Es cierto, pero, que elementos como Thiel ya habían movido ficha a favor de candidatos del lado derecho del Great Old Party: el cofundador de PayPal, de hecho, fue uno de los donantes clave de la campaña de Vance para lograr uno de los asientos correspondientes a Ohio en el Senado; y participó muy activamente en las dos plataformas presidenciales de Trump. Si bien los vínculos del boletín republicano con la tecnología no parecen estar detrás de la decisión de la Convención Nacional; sí marcan parte de su estrategia. Vance se beneficia, analiza Cardenal, de «la juventud, su lealtad, que es construida». De la mano de las conexiones con la extrema derecha empresarial, Vance es un perfil «mucho menos institucional» que su predecesor junto a Trump, MikePence, un ultraconservador evangélico de corte más tradicional. Estos vínculos con el mundo Republicano histórico hacían de Pence un escollo para las ambiciones más expansivas del expresidente, como se demostró el 6 de enero del 2021 con el asalto al Capitolio. «Si volviera a pasar, con el nuevo vicepresidente Trump tendría muchas más posibilidades de culminar un plan como aquel», alerta la profesora.
Esta lejanía de las instituciones tradicionales del candidato a vicepresidente también aplica a su relación con las corporaciones big tech. De hecho, es un notorio crítico de los monopolios tecnológicos, y ha apoyado en varias ocasiones a la demócrata LinaKan, jefe de la comisión federal de comercio y una de las figuras dentro de la administración Biden que más se ha movido para romper el poder de mercado de gigantes como Google o Amazon. La oposición de Vance a las grandes marcas de la industria de las TIC, pero, tiene una importante carga ideológica, como recuerda Borràs: «los republicanos también han estado en ciertos momentos muy críticos con estas compañías; pero no tanto desde el punto de vista económico: critican el contenido de las redes», que consideran claramente sesgado hacia la izquierda. «Facebook y Google han distorsionado nuestro proceso político», declaraba lo running mato de Trump en una conferencia en el congreso tecnológico RemedyFest. En la línea de sus aliados al sector, Vance búsqueda la desregulación de mundos más alejados de las corporaciones establecidas, como las criptomonedas o la misma IA. Con el vicepresidenciable, pues, los republicanos podrían buscar la convergencia ideológica del Silicon Valley conservador con sus tradicionales apelaciones antiglobalistas en la clase trabajadora blanca de los estados del midwest y el cinturón del óxido. Hay que recordar que su salto a la fama se da a raíz de sus memorias, Hillbilly Elegy, un retrato especialmente agresivo de los valores del tejido social de los Apalaches, una región profundamente afectada por los procesos de desindustrialización de las últimas décadas.
El giro demócrata
A parecer de Cardenal, pues, a la cuestión programática se añade la caída de Biden como figura de consenso demócrata. «Después del debate es cuando se empiezan a visibilizar estas aproximaciones de compañías tecnológicas a Trump», diagnostica la experta, en la búsqueda de una buena posición junto al que se percibía como claro ganador de los comicios. «Las grandes corporaciones, Silicon Valley incluido, tratan de ser influyentes con quién sea que tenga que ganar», prosigue; y, en los últimos meses, quedó claro que nadie imaginaba lo encara presidente revalidando su resultado del 2020. Así, los perfiles afines a la derecha vieron las puertas del armario abiertas de par en par con la previsible caída de Biden; y el tradicional centro liberal del sector estaba escondido a la espera de tiempos mejores. Con la retirada del presidente y la irrupción de Kamala Harris a la carrera -encara no confirmada, pero con todos los apoyos para serlo-, las dudas se hacen mucho más pequeños. «Cualquier opción tiene más posibilidades que Biden; por muy incierta que sea», ironiza Cardenal; dando cuenta de las reservas que todavía conserva el mundo Demócrata en cuanto a la vicepresidenta. «Las donaciones estaban paradas por completo; y el apoyo dentro de las filas del partido era mínimo. Las tecnológicas lo descartaron», insiste la experta.
La vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, a un acto electoral en Wisconsin / EP
En este sentido, Borràs apunta que el movimiento de Harris sirve para activar la vertiente «más corporativa» de Silicon Valley; aquel sin tanto perfil propio pero también insertado en la continuidad tecnológica del país. Entre sus aliados más prominentes constan perfiles como ReidHoffman, CEO de Linkedin, que ya apoyó el 2020 cuando se acercó al proceso de primarias presidenciales. Incluso lo CEO de Netflix, ReedHastings, que expresó serias dudas con las posibilidades de la número 2 de Biden, se ha acabado sumando al apoyo. Fuera de la tecnología, unos tradicionales miembros de la tent demócrata como son los jefes de la familia Soros, el patriarca George y el hijo pequeño, Alex -actual presidente del Open Society Foundation- también han estado de los primeros a añadirse a la trinchera de la exsenadora. Los grandes valedores de Harris en el mundo tecnológico, prevé el investigador del Cidob, esperarán «posiciones más frías» respecto de la regulación de las big tech. No necesariamente pasas atrás respecto de los movimientos de Biden, pero sí una moderación del tó y una rebaja de expectativas a futuro. Ambos expertos, justo es decir, reconocen que falta todavía mucha información respecto de los puntales programáticos de la presidenciable. Después del Congreso Nacional Demócrata, que se celebrará a partir del 19 de agosto, «podremos ver la sintonía que conserva con las grandes tecnológicas»; todavía para ver, según las estimaciones de la profesora de la UOC.
Correlación de debilidades
Con los repentinos movimientos a ambos lados del pasillo congressional, no hay más que incertidumbre en las previsiones para los comicios. La impopular Harris, incluso con sus claros límites, ha recortado en cuatro puntos la ventaja que Trump conservaba sobre Biden en las encuestas -dando cuenta, como acierta a señalar Cardenal, que «con una candidatura renquejant no se puede ir en ninguna parte»-. Los Republicanos han denotado que no estaban preparados para la dimisión con reacciones especialmente airades, amenazando incluso con medidas legales contra un cambio de candidato -a pesar de que Biden no estaba ni siquiera confirmado por la Convención-. Entre una vicepresidenta «desconocida, casi anodina» y un expresidente con una extraña apuesta en el boletín por el perfil maverick de J.D. Vance, los expertos consultados tienen especiales dificultades para elaborar previsiones de cara a otoño.
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